Las trompas uterinas son las anteriormente llamadas trompas de Falopio, conductos musculares que conectan los ovarios y el útero o la matriz. En la mayoría de los embarazos el óvulo fecundado viaja a través de las trompas de Falopio hacia el útero. Cuando no se da el movimiento del óvulo a través de las trompas, estas se bloquean o se retrasan y provocan un embarazo ectópico, que de no tratarse de manera oportuna puede conllevar a que sea necesario retirar una de las trompas debido a que puede ser peligroso para el estado de salud de la mujer.
Generalmente, el ‘estacionamiento’ del óvulo se debe a que la sustancia que transporta el embrión hasta el útero no tiene las condiciones óptimas para hacerlo.
Según el doctor Eduardo Naranjo, ginecobstetra de la Clínica de la Mujer, “otras alteraciones en las trompas son las enfermedades pélvicas inflamatorias, la más común es la Clamidia, enfermedad de transmisión sexual que se caracteriza por la sensación de ardor al orinar, relación sexual dolorosa, dolor o secreción rectal y flujo vaginal”.
También están las enfermedades vaginales que dañan la trompa, las infecciones como la hidrosalpinx, alteración en la que una o las dos trompas de Falopio de la mujer se encuentran bloqueadas y dilatadas debido a una acumulación de líquido en su interior. El líquido producido por el hidrosalpinx es tóxico para los embriones.
Otra de las causas por las que se presentan problemas en las trompas uterinas se da en mujeres que no han tenido bebés y usan la ‘T’ como método de planificación, que se convierte en un factor de riesgo de infecciones y obstrucción ovárica. Incluso, existen mujeres que nacen sin una trompa uterina.
Así pues, no tener una de las trompas de Falopio se convierte en un recurrente femenino. Hay quienes piensan que se tiene la mitad de probabilidades para llevar a cabo un embarazo. Pero, ¿es cierto? Para la doctora Liliana Umaña, médica cirujana, máster en endocrinología ginecológica y reproducción, vocera de Profamilia, la verdad es que “al tener una trompa ‘dañada’, es probable que la otra también y en esa medida baja la posibilidad de embarazo según la edad”; es decir, si una mujer tiene 30 años y no cuenta con una trompa, tiene el 50 por ciento de probabilidades de tener un bebé. La probabilidad disminuye con los años y el estado de salud tanto del hombre como de la mujer. Según la doctora Umaña, otro de los factores es que la mujer no siempre ovula por la misma trompa.
Sin embargo, para el doctor Naranjo, “las probabilidades no disminuyen para quedar embarazadas”. Si por alguna razón fue necesaria la extracción de una trompa y se conserva la otra, además existe un deseo latente por ser madre, se deben esperar seis meses para realizar una laparoscopia y de esta manera determinar si se puede salvar la otra trompa o será necesario buscar un embarazo in vitro.
¿Cómo prevenir?
Es importante que la mujer acuda de manera frecuente a su ginecólogo de cabecera para prevenir complicaciones. Además, tener una sexualidad ‘juiciosa’ para evitar transmitir infecciones. Si no se tiene a una pareja estable, preferir un método de anticoncepción de barrera como el preservativo, con el fin de no afectar al otro. La clave: cuidarse y escoger con quién se tiene actividad sexual.
¿Qué hacer?
Seguir las indicaciones de los especialistas, quienes despues del examen le indicará si será necesario un trtamiento de fertilidad.