Desde los primeros meses de gestación son necesarias ciertas actividades para enriquecer el desarrollo motor, afectivo y emocional del menor, las cuales son importantes para un positivo impulso cerebral del recién nacido.
Se trata de permitir a los niños vivir experiencias tempranas en las que adquieren una serie de habilidades físicas y emocionales necesarias para interactuar con el mundo que está a su alrededor: totalmente desconocido y novedoso.
Es por eso que las capacidades que los niños adquieren no se logran solamente con el pasar del tiempo: el cerebro del bebé diariamente necesita estímulos cargados de información para lograr desarrollar su inteligencia.
Investigaciones recientes indican que el cerebro se desarrolla a partir de la conexión de millones de células, que cuando se ligan unas con otras logran el control del pensamiento, el movimiento y los sentidos. Sin embargo, depende del ambiente o del entorno donde el niño se desenvuelve y también del cariño que recibe constantemente.
Activar los potenciales
Los padres deben participar activamente de la vida emocional del pequeño y conocerlo muy bien para poder definir los fuertes que se quieren desarrollar. “Es importante que los papás que quieren tener sus hijos estén pendientes y sepan cuál es el tiempo que les van a dedicar”, advierte Diana Palacio, entrenadora física de Procrear.
En el vientre
Acercándose a las 8 semanas de gestación, el cerebro del bebé se comienza a organizar. Desde el vientre, los bebés asimilan los sentimientos de su madre y perciben tanto los latidos del corazón como su voz
Música suave:Fortalece la relación entre la madre y el niño, también ayuda al desarrollo del sistema nervioso y las ondas cerebrales del bebé. Potencializa la memoria, así como su coordinación, creatividad y concentración. La combinación de ritmos, sonidos y armonías lo tranquilizan.Se recomienda buscar un espacio diario de 10 minutos, en un ambiente relajado, y acariciar el vientre mientras escucha la música, sin que el volumen sea muy alto.
Al nacer
Mucho amorDurante el baño, al cambiar el pañal es importante que le hable con un tono suave.Puede aprovechar sonidos, colores, luces y otras formas para hacerlo sonreír.
La estimulación en esta etapa comprende una serie de ejercicios orientados a que el pequeño conozca sus capacidades y destrezas con respecto al control de sus músculos, la coordinación, así como motivar la evolución de su lenguaje.
De igual forma, se recomiendan técnicas como el masaje, que ayuda al niño a crear vínculos afectivos y ser más seguro. “Solamente caricias de la mamá, pellizquitos muy suaves, que ayudan a que el bebé esté mucho más tranquillo”, comenta Palacio.
Según las psicólogas María Elena López y María Teresa Arango, expertas en el tema, mes a mes el bebé necesita de ciertos estímulos para un crecimiento y desarrollo gradual.
Entre muchas otras cosas, se recomienda lo siguiente:
Primer mes: música todos los días, cántele, muéstrele objetos de colores vivos, un algodón con un aroma diferente cada día cerca de su nariz, junte sus manos como haciendo las tradicionales arepitas.
Segundo mes: ayude a fortalecer sus músculos moviéndole las piernas, juegue con las manos del bebé haciendo que se toque las partes del cuerpo para que empiece a reconocerlas, enrolle una manta o toalla y ponga el niño boca abajo sobre ésta, empujándolo lentamente hacia delante y hacia atrás.
Tercer mes: léale cuentos en un tono agradable, háblele sobre lo que está haciendo; por ejemplo, si le va a cambiar la pijama, dígale: “vamos a cambiarnos la pijama para salir”, permita que haga del baño un momento de juego, póngalo frente el espejo para que empiece a reconocerse y permítale tocar todo lo que llame su atención.
Cuarto mes: incítelo a que levante la cabeza y siga los objetos, esto lo puede lograr poniéndolo boca abajo y agite algún objeto de un lado a otro para que lo siga con la mirada. Permita que toque texturas blandas.
Quinto mes: impúlselo a que imite los sonidos, muéstrele cómo funcionan los juguetes, la pelota, por ejemplo, que va y viene; de esta manera, comienza a aprender la causa y el efecto, permítale que lo haga solo.
Sexto mes: haga con el bebé ejercicios para que comience a sentarse. Sujetándolo por las piernas cuando esté boca abajo, apóyelo para que alcance un juguete, esto permite que se estire. Permita que toque con los pies los móviles sobre la cuna.
Séptimo mes: coloque los juguetes a cierta distancia permitiendo que el bebé haga esfuerzo por alcanzarlo; de igual forma, empújelo de manera suave cuando esté boca abajo para que gatee.
Octavo mes: mientras gatea, ubique obstáculos como bancos o cajas de cartón para que se apoye e intente levantarse.
Noveno mes: permítale jugar con plastilina, por ejemplo, y enséñele cómo se estira y se encoge. Durante el baño en la piscina o en la tina, enséñele a hundir un juguete para que salgan burbujas.
Décimo mes: anímelo a que camine, apoyándose en los muebles y de su mano. Enséñele cómo quitar y poner las tapas de frascos o botellas; esto ayuda a la concentración.
Décimo primer mes: dedíquese a idear ejercicios que lo estimulen a coordinar sus movimientos al sentarse y al pararse. Frente al niño, tiéndale sus manos llamándolo para que trate de alcanzarla, mientras usted retrocede un poco.
Décimo segundo mes: incítelo a hablarle leyéndole cuentos, recitando versos cortos y fáciles de imitar por él. Vocalice las letras de forma exagerada y mírelo de frente para que vea sus labios cuando habla. Enséñele a responder órdenes como abrir la boca, sentarse, “dame eso” o “dame la mano”.
Ana María Gutiérrez de Piñeres
Para ABC del bebé