Te has preguntado ¿qué hacer cuando tus hijos presentan resistencia a algún medicamento, alimento u otros elementos que puedan significar brotes o síntomas en su cuerpo? Te contamos todo lo que debes saber sobre las alergias: qué son, sus tipos y el origen de las mismas.
Lo primero que hay que decir es que las alergias, ya sean respiratorias, de la piel, por alimentos o medicamentos, se sienten y califican como enfermedad; sin embargo, según Amalia Mora, alergóloga pediatra del Colegio Mexicano de Pediatras Especialistas en Inmunología Clínica y Alergia (Compedia), “deberíamos verlas como lo que son: una respuesta de inmunidad a ciertos elementos, productos o alimentos que el organismo no recibe de forma correcta, y que en el caso de los niños son muy comunes”.
De su lado, el doctor Rafael Ulloa, médico internista, dice que “una enfermedad alérgica está determinada por la reacción del organismo ante diversas sustancias que en condiciones normales no generarían respuesta en otro organismo”. Al respecto, pone como ejemplo la alergia que producen los jabones en las manos de algunas personas, que les inflaman la piel, una reacción de alergia dermatológica que a otras personas con el mismo jabón y frecuencia de uso no les da.
Es importante anotar que las enfermedades alérgicas tienen una base genética importante. Si uno de los padres sufre de alergia, la probabilidad de que el hijo desarrolle alguna es de un 35 por ciento; si ambos padres son alérgicos, dicha probabilidad sube casi a 80 por ciento.
Diferentes por su origen
Las alergias se pueden diferenciar por su origen, pues las hay de tipo respiratorio, ligadas a aspectos medioambientales, por lo que también se les conocen con este nombre. Entre estas está el asma, que aparece cuando alguna sustancia penetra las vías respiratorias y desencadena una reacción alérgica que inflama y contrae los bronquios.
La incidencia de asma en niños va en aumento por los cambios en la calidad del aire y el alza en las temperaturas de las ciudades, generado por el cambio climático.
También hay que decir que los síntomas de la enfermedad se pueden presentar a cualquier edad, pero en la mayoría de los casos se dan antes de los cinco años.
Asimismo, en el grupo de las alergias medioambientales se cuentan las producidas por exposición a sustancias alergizantes del medioambiente como el polen, los hongos, el polvo, los ácaros, el pelo de los animales, el humo y los productos químicos, entre otras sustancias.
Desde el vientre
Estudios y especialistas sostienen que las alergias de la madre pueden generar problemas en el bebé, si su condición se agudiza durante el embarazo, bien sea a nivel respiratorio o cutáneo.
De acuerdo con Eduardo de Zubiría Salgado, alergólogo y expresidente de la Asociación Colombiana de Alergia, Asma e Inmunología, las principales alergias que se producen durante el embarazo son el asma bronquial, la rinitis alérgica y la dermatitis atópica.
Los expertos indican que, con frecuencia, las madres que sufren de asma tienden a que la enfermedad se complique en las últimas semanas de gestación, por el tamaño del bebé, que limita y dificulta su respiración.
En los niños, los factores que desencadenan asma pueden ser: los animales (pelo o caspa), el polvo, el moho y el polen. Igualmente, los cambios bruscos de ambiente, en la mayoría de los casos el tiempo frío; la presencia de químicos en el aire o en los alimentos; el humo del tabaco; el ejercicio; las emociones fuertes, y las infecciones virales como el resfriado común, son causa de asma en los menores.
Para determinar si un pequeño tiene asma, los padres o cuidadores -explica la alergóloga Amalia Mora- tienen que estar atentos a los síntomas como: dificultad respiratoria, cansancio y/o silbido al respirar. En caso de notar cualquiera de ellos, lo indicado es acudir al especialista, quien determinará el tipo de tratamiento a seguir, que puede ir desde un tratamiento de choque hasta la utilización de medicamentos de control prolongado a través de nebulizadores o inhaladores.
Eso sí, hay que tener presente que está demostrado que alimentar a los bebés con leche materna reduce el riesgo de que padezcan gran cantidad de alergias en su infancia y, más adelante, en el transcurso de la vida.
Cuando la piel se afecta
Otro grupo de afecciones alergénicas es el relacionado con la piel, el órgano más extenso del cuerpo humano y el encargado de protegernos de muchas infecciones. Este, en los primeros meses de vida, puede ser el talón de Aquiles de los bebés, pues las enfermedades cutáneas son comunes. Y es que la capa córnea (no tiene relación con la de los ojos), “la más superficial de la piel, es muy inmadura y delgada, y no posee una barrera eficaz para repeler dichas infecciones”, explica el dermatólogo Iván Pérez.
Por su parte, Paola Torres, dermatóloga y coordinadora del programa Dermamás de Dermosalud, explica que los bebés pueden incluso nacer con ciertas manchas rojizas en la piel que corresponden a lesiones vasculares, es decir, vasos sanguíneos agrupados que según la localización, la extensión y el color serán transitorias o, por el contrario, persistir a través del tiempo. “Obviamente, le corresponde al dermatólogo pediatra determinar dicha situación”.
En tal caso -sigue la experta-, es importante que los padres consulten cualquier anomalía en la piel de sus pequeños, porque solo el pediatra junto con el dermatólogo es quién definirá si el caso es solo de observación. Si es así, mejorará en el tiempo; si se prolonga, crecerá y necesitará estudios complementarios para determinar el tratamiento a seguir.
Además, recomienda la doctora Torres, en los primeros meses de vida usa un jabón suave para el área genital, las manos y los pies de tu bebé. “También es pertinente que los baños sean cortos y con agua tibia, ya que el pequeño no puede regular su temperatura; además, así evitamos que se seque la piel. Otro aspecto clave es aplicar una humectante libre de olor e hipoalergénica al menos dos veces al día”.
Como lo indica la dermatóloga de Dermamás, la afección más frecuente en la población infantil es la dermatitis atópica. “Una condición que en general tiene un comportamiento familiar. Es crónica con tendencia a la mejoría en la adolescencia, variable en gravedad y, con un manejo adecuado por parte del dermatólogo y los padres, permite a los niños llevar una vida normal”.
Sin embargo, existen otras anomalías importantes en la piel de los niños como la pañalitis, “que se produce por una inflamación de la piel en el área del pañal, debido a la humedad, los materiales de los pañales a los que algunos niños son sensibles, sumado, en ocasiones, a sobreinfecciones como los hongos. Ante esto se debe cambiar el pañal con frecuencia, usar siempre un protector cutáneo en cada cambio y evitar el uso de talcos o maicena, hábitos frecuentes en nuestra sociedad”.
Igualmente, es posible que se dé en los recién nacidos la costra láctea, una manifestación que, como su nombre lo indica, se convierte en una capa intensa en el área del cuero cabelludo que en el 10 por ciento de los casos puede dar paso a la dermatitis seborreica, una inflamación de la piel mucho más delicada. Este malestar es en un 90 por ciento fisiológico y con frecuencia se da a partir del segundo día de vida y desaparece en la segunda semana.
Otra afección común es la de la de las gotas de calor o sudamina, en cuyo caso “lo más importante es evitar el factor desencadenante: el calor y la sudoración excesiva secundaria; para ello, lo recomendado es que no le pongas tantas prendas al bebé y procures que sean de algodón”.
Finalmente, expresa Torres, es importante que sin importar la edad nunca se deje de humectar la piel; “siempre hay que protegerse del sol, tanto con medios físicos como con ropa y gorras; además, utiliza protector solar. Existen unos especializados que puedes usar desde los 6 meses de edad. Sin excepción, consulta por cualquier lesión en la piel de tus niños para que sea el especialista quien determine el manejo más apropiado, evitando la autoformulación”.
¿Y si es por alimentos?
Podemos ubicar en el tercer lugar de las alergias en niños a las producidas por la intolerancia a algunos alimentos como la leche de vaca, el gluten, el huevo, los mariscos y pescados, a ciertos frutos secos como los cacahuetes (maníes) y las nueces, a la soya y el trigo, y -en menor medida- a los colorantes y conservantes, que según el alergólogo Eduardo de Zubiría son alimentos con alto contenido de proteínas, por lo que se convierten en potenciales alérgenos.
Las alergias producidas por los alimentos se manifiestan en la piel a través de picazón e hinchazón localizada, o síntomas gastrointestinales como vómito o diarrea, indica el experto, y la manera de diagnosticarlas y prevenirlas es a través de la práctica de pruebas cutáneas o de sangre; de ser confirmadas, el paso a seguir es eliminar de la dieta del pequeño ese alimento.
La gran recomendación para manejar las alergias de este tipo está en que los padres y cuidadores, en primer lugar, y con la atención profesional luego, puedan identificar cuál es el alimento que desencadena la alergia; así, al evitar su consumo se mejorará la afección y “la buena noticia”, dice Zubiría, “es que en la mayoría de los casos dichas alergias comienzan a desaparecer después de cumplidos los cinco años de edad”.
Afecciones de otro tipo
También están las alergias por medicamentos y picaduras de insectos. El primer grupo resulta poco común en niños, pero es posible detectarlo a través de unas pruebas de sangre específicas. Son los antibióticos, los analgésicos antiinflamatorios y los antiparasitarios (ocasionalmente) los que pueden generar afectación en el grupo de fármacos, aunque los pequeños pueden hacer reacción alérgica a cualquier medicamento.
La otra manifestación alergénica es la que se produce por la picadura de insectos, y en la que la pulga la mayor responsable. Para identificar este tipo de afección hay que notar que aparecerá una roncha en el sitio de la picadura, pero no varias de ellas en distintos lugares. En tal caso se habla de alergia. Además, los niños experimentan una rasquiña incontrolable. Ahora, si el pequeño se expone a la picadura de avispa o abeja y resulta alérgico, esto puede comprometer su vida, pues puede presentar anafilaxis, con síntomas como obstrucción respiratoria y pérdida de conciencia, un caso muy delicado.
Los padres pueden detectar si su niño está presentando una reacción alergénica si empieza a notar síntomas habituales como urticaria; picazón, y garganta, labios y lengua hinchados, y es posible que también presenten diarrea, mareo, conjuntivitis, dolor de estómago, dificultad para respirar y, en casos extremos, atención médica inmediata que puede llegar a un estado de ‘shock’. Además, hay que estar atentos pues las infecciones de oído pueden ser una manifestación de alergia.