Hacia los 2 o 3 años, los niños comienzan a preguntar con insistencia el porqué de las cosas, desde preguntas aparentemente sencillas como la razón de la lluvia, hasta un poco más complicadas como por qué nací. No siempre los adultos tienen las respuestas a la mano y no saben qué responder. Los expertos, educadores y psicólogos, sostienen que lo mejor es siempre contestarles a los niños con honestidad, transparencia y verdad. La mentira nunca debe ser una alternativa, pues tarde o temprano el niño descubrirá que lo han engañado y puede dejar de confiar en sus padres. Además, como ellos aprenden significativamente del ejemplo, es clave actuar con verdad.
Antes de dar explicaciones muy complejas o de asumir lo que el niño quiere saber, es fundamental asegurarse de lo que este realmente está preguntado. Por ejemplo: un niño puede formular la siguiente inquietud: ¿Cómo nací? Y tal vez quiera saber si lo hizo desnudo o con ropa, si boca arriba o boca abajo, si llorando o sonriendo, pero los padres pueden creer que la pregunta de su hijo está más relacionada con la sexualidad.
Por eso es clave indagar un poco más, preguntarle qué quiere saber, por qué lo pregunta, en qué está pensando, y así contestarle lo que quiere saber y nada más. Los expertos aseguran que es clave darle al niño solo la información necesaria. Tal vez a la pregunta del ejemplo mencionado baste con decirle que nació sin ropa y morado. Esas palabras sencillas y al grano pueden ser suficientes para el niño. Tal vez él no quiera saber más. Si el adulto intenta dar respuestas muy largas, es probable que el niño se aburra y no preste atención. No se trata, entonces, de responderle algo como: “Nos fuimos a la clínica, tu mamá comenzó a sentir dolores en la barriga, nos atendió un médico, la enfermera nos ayudó, etc.”
Ahora bien, los padres pueden estar seguros de que si la respuesta no satisface al menor, él volverá a preguntar hasta que se sienta contento. Pero hay que ir paso a paso, al ritmo de él. A medida que los niños crecen piden explicaciones más largas, por eso hay que esperar a que crezcan para ampliar las explicaciones. Es muy importante tener claridad sobre la verdadera pregunta del niño; eso, seguramente, marcará la diferencia.
Con el fin de ayudarles a los padres a darles respuestas verdaderas a sus hijos, ABC del Bebé consultó por redes sociales a sus seguidores y también a psicólogos y educadores cuáles eran los porqué más frecuentes de los niños durante sus primeros años de vida y, con base en sus respuestas, escogimos las 20 más frecuentes y buscamos expertos que las respondieran.
A continuación, usted encontrará explicaciones, guías y respuestas concretas que lo dejarán muy bien librado cuando su hijo llegue a la edad de los ‘por qué’.
1. ¿Por qué el agua moja?
El agua tiene dos propiedades: la de cohesión, que mantiene las partículas de agua juntas, y la de adhesión, que permite que estas se adhieran a otras superficies con las que entra en o. ¿Cómo explicárselo a un niño? La psicóloga Martha Liliana Carrillo da la siguiente sugerencia: “La amistad entre las gotas de agua es un lazo tan fuerte que las mantiene unidas e inseparables (cohesión); sin embargo, este lazo se rompe cuando estas quieren hacer travesuras y mojar a sus nuevos amigos. Por eso, utilizan una fuerza (de adhesión) que las separa e impulsa, dejándolas pegadas a las personas que terminan empapadas, mientras las gotas de agua se ríen a carcajadas”.
2. ¿Por qué llueve?
Martha Liliana Carrillo, psicóloga del Jardín Pedagógico Rafael Pombo, dice que el fenómeno de la lluvia se puede explicar de esta sencilla manera: “En la Tierra, al agua le encanta viajar. Pero como el agua no tiene alas para volar, le pide ayuda a su amigo el Sol para que caliente la Tierra y las gotas de agua puedan subir al cielo en forma de vapor, pudiendo así viajar de lado a lado encima de las nubes. Estas, cuando se sienten muy gordas por tantas gotas viajeras, no aguantan más el peso y por esto caen en forma de lluvia”.
Los niños también deben entender que la lluvia es necesaria para que la naturaleza funcione correctamente: “El agua viaja de un lugar a otro manteniendo el equilibrio en la naturaleza al permitir que todas las personas, los animales y las plantas tengamos agua para vivir”, añade.
3. ¿Por qué el cielo es azul?
Más que una explicación científica, los padres pueden usar palabras sencillas para responder a este habitual interrogante: “En el cielo viven felices una partícula que tiene un cuerpo muy, muy pequeño, y una molécula etérea, que es parecida a las burbujas de una gaseosa. Las dos son muy amigas de la luz y, por eso, les encanta encontrarse para chocar sus manos y ver cómo de ellas salen rayos de luz en diferentes direcciones. Estas logran atravesar un casco que tiene la Tierra, llamado atmósfera. Y su color favorito es el azul para que todas las personas podamos enamorarnos del cielo, entonces, de color azul”, afirma Martha Liliana Carrillo, psicóloga del Jardín Pedagógico Rafael Pombo.
4. ¿Por qué hay gente mala?
La psiquiatra y psicoterapeuta Juliana Villate, en su libro Consejos para niños y padres del hada de los tres pelos, explica que a estos se les debe aclarar que “todo aquello con lo que le hagamos daño a otro ser o a nosotros mismos no está bien hecho. En esa medida, todos los días podemos actuar bien o mal, según lo que queramos”.
Y describirles que hay personas que hacen cosas muy malas, como amenazar a los demás, robar, golpear, etc. Y pueden ser malos porque los golpearon en su infancia o han vivido graves problemas. Por otro lado, explicarles que si son cercanos a alguien que consideran mala, deben alejarse, y si sienten que les hacen daño, avisar a los adultos más cercanos.
“Podemos ver esta vida como un colegio, donde cada uno decide portarse bien o mal. Las tareas que todos tenemos aquí en la Tierra es ser buenas personas, no decir mentiras, ser cariñosos y respetuosos con la gente y los animales que nos rodean, querernos mucho a nosotros mismos, no dejar que nos hagan daño ni hacerle daño a los otros, aprender a controlar el mal genio y la envidia, no criticar a los demás y tratar de utilizar el paso por el colegio de la vida para ser cada día mejores seres humanos”, señala el libro como una posible respuesta para los niños.
5. Por qué las personas van al cielo?
Esta respuesta varía según las creencias de cada persona, pero una opción para explicarles a los niños puede ser decirles que, mientras los seres humanos estamos vivos, el cuerpo es solo el vestido que usa el alma. Cuando alguien muere, el alma, que es como una luz, una pequeña estrella, es la que se va para el cielo, donde no hay conflictos ni enfermedades, explica la psiquiatra y psicoterapeuta Juliana Villate en su libro Consejos para niños y padres del hada de los tres pelos. Es decir, los niños deben entender que “el alma no muere. El alma es una luz que todos tenemos dentro de nuestro cuerpo y que, cuando este muere, por cualquier circunstancia, se va para el cielo, que es un estado de paz y contento donde el alma de un ser querido nos acompañará allí para siempre”. Y “hay que enseñarles que lo importante es lo que hagamos en vida. El cielo de cada uno será simplemente un reflejo de lo que llevemos en el corazón”.
6. ¿Por qué no puedo ver a Dios?
Los pequeños pueden creer en un Dios diferente, según las enseñanzas familiares. Hablarles en un marco espiritual. Se les puede decir que “Dios no se puede ver porque no es una persona, ni un animal, ni una cosa”; dice la psiquiatra Juliana Villate.
Es invisible, pero se siente. Es como los sentimientos, que no se pueden ver pero están ahí. Como una energía que está en todas partes, bondadosa, presente dentro de cada una de las personas. Se les puede responder: “Dios es todo lo bueno que nos rodea y todo lo bueno que tú haces. Cada vez que ayudas, que eres compasivo, que defiendes a los débiles y eres generoso, Dios se manifiesta. Es la energía positiva, bondadosa y solidaria que hay en el mundo, y que nos ayuda a ser buenos, si así lo decidimos”.
7. ¿Por qué la gente se enferma?
De los padres depende que los niños no vean la enfermedad con temor. Hay que explicarles por qué existen las dolencias y enfermedades: “Las personas enfermamos y envejecemos simplemente porque somos humanos. Tenemos un cuerpo que se va deteriorando con el paso del tiempo, que se puede fracturar, dañar o morir. Es lo que nos hace humanos”, escribe Juliana Villate en su libro Consejos para niños y padres del hada de los tres pelos.
Y añade: “En la vida pasamos por todos los ciclos. Nacemos, crecemos y morimos. La enfermedad es también parte de la vida. (…) Todos pasamos por la enfermedad. La diferencia es cómo cada uno de nosotros la asumamos, con tranquilidad o con desesperación. (…) Y debemos aceptarla con tranquilidad”.
8. ¿Por qué tengo pene?
A los niños se les deben resolver sus inquietudes acerca de sus órganos sexuales. “Los hombres tienen pene y las mujeres vagina”. Si requiere más información es posible usar ilustraciones pedagógicas, sin necesidad de que el adulto muestre sus partes íntimas.
En la edad preescolar es común que los niños entiendan el mundo a través de su cuerpo y, por eso, hagan tantas preguntas relacionadas con la sexualidad. Según María Claudia Abello, psicóloga especialista en educación sexual, esta es una etapa natural que requiere respuestas de papá y mamá. Evadir las preguntas de los niños solo hará que resuelvan sus interrogantes con otras personas o en los medios de comunicación, y tal vez esas explicaciones no sean siempre las apropiadas.
9. ¿Por qué los niños hacen pipí de pie y las niñas sentadas?
Porque el pene es largo y es más fácil así, mientras las niñas se deben sentar.
10. ¿Por qué estuve en la barriga de mi mamá?
A veces los padres se enredan más de la cuenta. Lo primero que deben hacer es asegurarse de dónde o por qué surgió la duda. Puede ser que haya visto una imagen o escuchado algún comentario. Cuando se conozca el contexto hay que darle lo que pidió, y nada más.
Juana Catalina Gutiérrez, docente de la especialización de psicología clínica y desarrollo infantil de la Universidad El Bosque, aconseja responder sin temor y lo más cercano al nombre de las cosas, por ejemplo: “Papá tiene una semilla y mamá otra, para que tú existieras papá llevó la semilla, a través del pene, a la vulva de la mamá y así fuiste creciendo en el vientre.
11. ¿Por qué salí de la barriga?
Explíquele al niño con tranquilidad: “Porque ya estabas grande y listo para llegar al mundo a compartir con nosotros. Para eso la mamá fue al hospital y, con ayuda del doctor, saliste. Es probable que el niño pregunte por dónde salió y la respuesta también debe ser clara y verdadera. Según el caso, si nació por cesárea o por parto natural, se le dice: “Saliste por la barriga”, o “saliste por la vagina”.
12. ¿Por qué mi mamá tiene senos?
Las mujeres tienen senos para producir la leche que les sirve de alimento a los bebés.
13. ¿Por qué tengo que obedecerte?
Evite frases como: “Debes obedecerme porque sí, porque yo soy tu mamá o tu papá”. La obediencia no se gana a través de la imposición o con maltrato, sino con el respeto. El niño que ira a su papá lo ve como un ejemplo.
Puede decirle amorosamente: “Porque yo he vivido más cosas que tú, quiero guiarte, acompañarte en tu camino y enseñarte lo mejor”. Los niños son impredecibles, pueden preguntar en cualquier momento. Conteste con naturalidad, sinceridad y lo más sencillo posible. Si está muy ocupado (por ejemplo conduciendo), pídale tiempo a su hijo para contestar, pero hágalo pronto.
14. ¿Por qué me toca dormir?
La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: “Debes dormir para descansar”. Para complementarla y que el niño comprenda mejor el mensaje, se puede asociar con actividades de su cotidianidad y que llamen su atención, por ejemplo: “Duerme para que mañana tengas la energía suficiente para jugar con tus amigos”, “duerme para que puedas ir al jardín o al colegio”, “duerme, porque necesitas energía para el paseo”. Es importante explicarle que dormir no es una actividad que le toque hacer, es decir, que deba realizar bajo presión. Por el contrario, si no lo logra de manera inmediata, luego de cierto tiempo se dará por respuesta automática del organismo. Cuando tenga la oportunidad, deje en evidencia que actividades relacionadas con la rutina (comer, bañarse, ir a estudiar) no se pueden posponer, ya que están íntimamente ligadas con el bienestar, sano crecimiento y desarrollo del menor.
15. ¿Por qué me toca comer?
Las preguntas asociadas a los hábitos o rutinas surgen tras superar la etapa del ‘no’, que se da entre los 2 y 3 años. Los niños aprenden a disputar las órdenes dadas por sus padres, con esto manifiestan rebeldía e inconformidad frente a ciertas actividades que no quieren realizar. Según Rafael Vásquez, psiquiatra de niños y adolescentes de la Universidad Nacional, si por primera vez su hijo le dice: “¿Por qué me toca comer?”: uno, evite poner cara de asombro, y dos, procure contestar de forma clara, precisa y concisa para evitar confusiones. Responda con frases como: “Debes alimentarte para que tengas energía para jugar y crecer” o “debes comer porque el cuerpo gasta mucha energía a través del calor, el sudor y los movimientos. Lo puedes recargar comiendo”, los niños entenderán fácilmente el concepto de ‘recarga’, porque lo asociarán con la gasolina de los carros o la batería de los juguetes.
Si surgen más preguntas por parte de su hijo y no las entiende, indague sobre el tema y por los datos que él realmente desea saber; tal vez su pregunta esté relacionada con los alimentos que le disgustan, las cantidades, el ambiente u otros aspectos. Conteste con un lenguaje claro y fácil de entender. A preguntas complicadas como: “¿Por qué debo comer pollo si es un ser vivo?”, hable de forma práctica sobre los beneficios nutricionales en el organismo. Evite decorar las palabras, en estos casos menos es más.
16. ¿Por qué me toca bañarme y cepillarme los dientes?
Esfuércese por brindar a su hijo un argumento positivo frente a este tipo de preguntas relacionadas con su bienestar y con su imagen. Si cuestiona: “¿Por qué me toca bañarme?”, conteste: “Para estar limpio”, “porque puedes oler mal”, “porque vas a sentir más calor de lo normal”, “porque te vas a sentir incómodo y puedes molestar a los demás”. La idea es hablarle de la norma social desde la perspectiva de su realidad. Si el niño indaga por el lavado de los dientes, se puede contestar: “Porque debes cuidarlos para que no se dañen”, “porque con la boca limpia, los alimentos saben mejor”, “porque así evitas la caries”.
De esta manera, usted logrará que su niño adquiera el hábito de bañarse y cepillarse diariamente, gane autodisciplina y no se sienta presionado en cada paso dado.
17. ¿Por qué debo organizar mis juguetes?
Carolina Molina, psicóloga especialista en psicología clínica y desarrollo infantil, afirma que los padres deben contestar libres de miedo y de ansiedad. Por ser una duda vinculada a las normas y a los límites, se debe despejar sin titubeos y a manera de sugerencia.
Para reforzar el tema, se puede hablar sobre el uso de los espacios para distintas actividades como cruzar, caminar, jugar, entre otros. También, sobre la utilidad del orden, “si arreglas tus juguetes, estarán listos para cuando quieras jugar de nuevo”. Procure dar una sola instrucción y no varias, como por ejemplo: “ordena tu cuarto”, en lugar de: “tiende la cama, ordena bien tus juguetes, barre y trapea el piso, organiza tu ropa…”. Sin embargo, si hacer una lista de tareas le parece más atractivo, escríbala en un lugar visible, para que el niño marque las actividades a medida que las realiza y al final experimente una sensación de logro y de satisfacción. Evite hablarle a manera de imposición sobre la importancia de los oficios, seguro le aburrirá y no querrá hacerlo nunca. Omita frases como: “Tienes que ordenar tu cuarto, ¡ya!”, prefiera: “¿Qué ha sucedido aquí, no te gustaría organizar tu habitación?”.
Otra forma de lograr que su hijo cumpla una orden es dándole opciones para que él decida la que le parezca atractiva y, de paso, cumpla con sus obligaciones. Por ejemplo, “son las 8 de la mañana, es la hora de organizar tu cuarto, ¿qué quieres hacer primero, tender la cama u organizar tus juguetes?”. Seguro hará las dos cosas, pero se sentirá grande al poder hacer lo que más le guste. Recuerde que los quehaceres (sugeridos según la edad del menor) enseñan a los niños a tener responsabilidad, trabajar en equipo y organizar su tiempo.
Si en algún momento su hijo le dice: “pero yo no lo tiré”. Explíquele sobre la importancia de la generosidad, la colaboración y su aporte para el bienestar de la familia.
18. ¿Por qué no puedo ir al trabajo contigo?
El ambiente en el que viven los niños es diferente al de los padres. El niño debe explorar el mundo, mientras sus padres trabajan para mantener a la familia. Según la psiquiatra Juliana Villate, los adultos deben responder: “No puedes ir al trabajo conmigo porque es un sitio para adultos. Los niños deben estar en el colegio o jugando con sus amigos. Cuando seas grande vas a ir a tu propio trabajo”.
19. ¿Por qué pelean mis papás?
El papel de los padres es mantener a sus hijos en una posición neutral cuando ellos tienen peleas y, así, evitar que se sientan culpables. Y explicarles algunas de las causas de esos conflictos, según el caso que viva cada niño, que la psiquiatra Juliana Villate cita en su libro Consejos para niños y padres del hada de los tres pelos.
Los padres pelean porque:
• Son muy diferentes y no piensan lo mismo de la vida.
• El dinero no les alcanza y eso los pone de mal genio.
• Papá y mamá tienen que trabajar mucho y no están en casa.
• Tienen problemas en el trabajo y eso los pone de mal genio.
• Alguno de los dos es más exigente que el otro y, por ese motivo, no se ponen de acuerdo con la manera de educar a sus hijos.
• Alguno de los dos es más exagerado con el orden y aseo en la casa, y eso pone de mal genio al otro.
• Alguno de los dos toma trago y eso pone triste al otro.
• Alguno de los dos llega tarde muy seguido a la casa y eso hace que se peleen.
• Ya no son muy cariñosos entre sí, se critican por todo lo que hacen o ya no se quieren igual que antes.
Generalmente, cuando una persona está brava, prefiere alejarse o ausentarse y, a veces, los padres prefieren no llegar temprano a casa o dejar de hablarle al otro. Y el niño no debe meterse en medio sino que debe mantenerse neutral.
20. ¿Por qué mis papás no viven juntos?
Los pequeños deben entender que los padres se casan o viven juntos porque, en principio, pensaron estar unidos para toda la vida, pero que existen circunstancias, como dejarse de amar, convertirse en amigos, pelear, tener diferentes gustos, que hacen que los adultos se separen y tomen su propio camino, señala la psiquiatra y psicoterapeuta Juliana Villate.
Lo fundamental en este caso es explicarles a los hijos que eso no es culpa de nadie y menos del propio niño. Y que si los padres se ven obligados a estar juntos cuando no se entienden, se pueden hacer más daño y solo queda apoyarlos. Además, hacerlos entender que los padres, aunque no vivan juntos, siempre van a estar pendientes de los niños. Puede decirle a su hijo que “se separaron porque las cosas no funcionan bien desde hace mucho tiempo. Pero tú no tienes la culpa. Pensamos diferente acerca de muchas cosas y no estamos de acuerdo en casi nada”, dice Juliana Villate en Consejos para niños y padres del hada de los tres pelos.
“A veces los amigos pelean por diferentes motivos, no se reconcilian y dejan de ser amigos. Eso pasa también con las parejas, que se aburren de pelear y deciden vivir cada uno por aparte. Igual son tus padres, aunque estén separados van a seguir siempre pendientes de ti, con la ventaja ideal de que ya no tienes que verlos peleando o distanciados, si saben manejar la separación de la mejor forma para todos”, añade.