El llanto y la sonrisa son las primeras herramientas de comunicación que los pequeños usan para expresarse

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Los padres deben estar atentos a las demostraciones faciales de los niños para saber cómo y en qué momento atenderlos.
Según Jaime Aurelio Céspedes, director del departamento de pediatría de la Fundación Cardioinfantil y jefe del posgrado de pediatría del Colegio Nuestra señora del Rosario, “todas las señales del bebé, en un principio, van a enmarcar emociones primarias; es decir, aquellas de hambre, saciedad, frío, calor, olor y placer, entre otros. Y son expresiones faciales, tonos o timbres del llanto o palabras que en un momento dado se van a ir asociando a cada una de estas sensaciones”.
Una de las expresiones básicas de un niño es el llanto. A través de este, el pequeño está ‘diciendo’ que está insatisfecho, incómodo y hasta triste.
“Es el primer lenguaje que tiene el ser humano y que se calma por sospecha de una necesidad”, dice Clara Inés Sandoval, pediatra bioenergética.
Cabe aclarar que los bebés no siempre lloran por hambre, también tienen otras necesidades. “Hay muchos niños, sobre todo los lactantes menores, que tienen dos o cuatro meses, que lloran porque tienen cólicos o agrieras”, sostiene la pediatra.
Por otra parte, la sonrisa es otra reacción facial que tienen los bebés frente a diversas situaciones, personas y acciones que perciben a su alrededor.
Esta se cataloga como social –es decir, cuando se usa como herramienta para interactuar con los demás– hacia las 5 o 6 semanas de edad. Antes se cree que es apenas un movimiento reflejo.
Aunque algunos padres suelen preocuparse porque sus hijos no sonríen desde muy pequeños, este no es un problema, pues la reacción de cada pequeño depende del desarrollo y el entorno del menor.
Sin embargo, se recomienda estimular esta actividad, pues, además de ser una manifestación facial común, le permite al bebé fortalecer el vínculo afectivo con el adulto.
Descifrar y atender las necesidades
Lo más común es que cada vez que exista llanto, la madre atienda la necesidad del niño. Si no funciona, debe acudir al pediatra. En cuanto a la sonrisa, el adulto siempre debe responder a ella con agrado.
Para el doctor Céspedes, “cuando una persona está completamente compenetrada con su hijo, con solo mirarlo, le hablará y va a ser capaz de saber qué está pasando con él a través de las expresiones”.

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