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Halloween y con las fiestas del terror salen a la luz mitos y leyendas colombianas en cada ciudad y pueblo del país. La ocasión se presta para contar las historias míticas que han marcado la cultura de generaciones.
Es por eso que la Alcaldía de Bogotá realizó un sondeo para coronar a la leyenda urbana más conocida de la capital. En la encuesta participaron 117 personas, quienes escogieron a un claro ganador.
Según los resultados del sondeo, la leyenda más conocida de la capital es ‘El mono de la pila’, con 68 votos (58%). Le sigue la ‘Novia plantada’, con 24 votos (21%), luego el ‘Espeluco de las aguas’, con 15 votos (13%) y por último el fantasma de José R. Russi, con 10 votos (9%).
La historia
Según las narraciones de Rosa Eliana del Pilar Ortiz Castro, Antropóloga del Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico de la Universidad de los Andes, la historia del Mono de la Pila está directamente relacionada con el agua de la capital y los significados sociales de su uso comunitario.
‘El Mono de la Pila’ es el nombre con el que se conoce a la primera fuente pública de Bogotá. Su construcción en 1.583 fue un acontecimiento histórico, pues la recolección de agua se convirtió en una actividad central para la interacción de los ciudadanos y la transformación de la cultura higiénica, además de convertirse en una referencia clave de ubicación.
El nombre ‘Mono’ no hace referencia a la fuente como tal, sino a la estatua de San Juan Bautista, esculpida en la parte de arriba de la fuente.
En cuanto a la frase popular, “Vaya a quejarse al Mono de la Pila”, las investigaciones de Ortiz Castro arrojaron la siguiente historia: se cree que los niños solían refunfuñar cuando sus madres los enviaban a recoger baldados de agua a la fuente, a lo que las madres respondían: “Vaya a quejarse al Mono de la Pila”.
La frase se popularizó y trascendió las edades, lo que convirtió a la estatua en el receptor de quejas de los colombianos sobre vidas amorosas, problemas familiares y las malas gestiones de los gobernantes de Nueva Granada.
A la misma vez, el monumento se volvió un símbolo de la improductividad de las quejas sin acciones o planes concretos, o hasta de “la resignación final ante los problemas de la vida”.
En cuanto a su ubicación geográfica, la fuente se encontraba inicialmente ubicada en el centro de la Plaza Mayor (hoy conocida como Plaza de Bolívar), y fue desplazada en múltiples ocasiones hasta llegar a su ubicación actual, en el Museo de Arte Colonial de Bogotá.
El mono, inclusive, tiene un festival de música a su nombre, lo que prueba la importancia que tiene la leyenda para la cultura capitalina.
ALEJANDRO VICTORIA TOBÓN
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO
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