La botella con la estrella roja y el nombre de S. Pellegrino ha sido infaltable compañera en la alta
gastronomía durante 121 años.
Cuando pocos pensaban en embotellar agua, S. Pellegrino lo hacía con el objetivo de llevarle al mundo las maravillas de un agua mineral natural que duraba 30 años de recorrido subterráneo adquiriendo sus características, hasta un manantial ubicado en San Pellegrino de Terma, a 70 kilómetros de Milán, más próximo a la ciudad italiana de Bérgamo.
El manantial era célebre desde el Medioevo y se había vuelto un destino de la aristocracia. Sus aguas termales atraían a un público selecto y entre sus visitantes históricos se contó a Leonardo Da Vinci, en 1509. A finales del siglo XIX.
En 1899 se fundó la empresa Sanpellegrino y un año después registró que 35.343 botellas con su marca salieron de ese manantial, de estas 5.562 habían traspasado las fronteras.
Para 1901, la empresa había abierto sus propias termales; en 1906 inauguró su hotel y casino y dos años después, sus burbujeantes aguas habían llegado a El Cairo, Calcuta, Shanghái, Brasil, Estados Unidos y Perú.
Empezó a diversificar su portafolio en 1932, con el lanzamiento de su bebida gaseosa Aranciata SanPellegrino, que se ampliaría a otros sabores en los años 50.
En 1957 adquirió la marca Acqua Panna, de agua sin gas, proveniente de un manantial de La Toscana, que también se embotellaba desde el siglo anterior.
La distribución ha sido de tal magnitud que tan solo en el 2010 la firma llegó a distribuir mil millones de botellas de su agua mineral y sus bebidas gaseosas en todo el mundo.
S. Pellegrino llega actualmente a 120 países. Ha sido la mayor patrocinadora de las listas de los ‘50 Best’, que eligen a los mejores restaurantes del mundo, de Asia y de América Latina, así como a los mejores bares y otros premios. Además, tiene su propio concurso: Young Chef, que cada dos años elige al mejor chef joven del mundo, desde el 2015.
REDACCIÓN DE CULTURA