El
cerebro tiene la capacidad de interpretar diversas señales como los sonidos, los aromas, sabores, sensaciones y colores, pero los humanos solo pueden detectar unas pequeñas fracciones de las ondas electromagnéticas, a esa longitud se le llama luz visible, según ‘BBC Mundo’.
Ese espectro de luz visible está comprendido por ondas entre 400 y 700 nanómetros, cuyos espectros viajan fácilmente a través del agua, lo cual es compatible con las longitudes que más emite el sol.
Teniendo en cuenta que los primeros seres en el mundo vivían en el mar y los iluminaba la estrella de la vía láctea, por tal motivo se puede relacionar este hecho con que ese mismo espectro sea el que nuestros ojos puedan identificar.
El color es detectado por el globo ocular, a través de los conos, unas células especializadas que se encuentran en la mácula, que es el centro de la retina. Existen tres tipos en los humanos:
Tipo L, que son sensibles a longitudes de onda larga; tipo M, que perciben longitudes de onda mediana; y tipo S, que captan longitudes de onda corta, según el medio. Cabe destacar que los tipo S detectan los tonos azules; los M, los colores verdes; y los L, la gama de los rojos.
¿Cuáles son los colores que no existen?
Con otras longitudes de onda pueden estimular varios conos a la vez, lo que crea a los diferentes tonos que solemos ver a diario como el verde, el naranja, café, agua marina, beige, verde menta y el gris.
Según ‘BBC Mundo’, hay un tono del cual no existe un espectro para que sea percibido por los ojos humanos y es el magenta, lo que significa que es el cerebro el encargado de crearlo y no se sabe la razón exacta por lo que esto sucede.
Otro color del cual se cree que nuestro cerebro lo inventó es el rosado, se puede ver el rojo y el blanco por separado, pero las longitudes realmente no identifican esa variación rosada.
De acuerdo con ‘National Geographic’, los colores generados por medio de las ondas electromagnéticas no incluyen el rosa y en teoría no podríamos verlo. Pero nuestros ojos realizan una combinación entre el azul y el rojo.
Cuando observamos un objeto de tonalidad rosa, no se debe a la llegada de partículas de luz con una longitud de onda equivalente a ese color, sino que se reflejan de forma conjunta las frecuencias límite del espectro.
A Bogotá la pintan de Colores
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REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
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