En medio de los pasillos del metro de Nueva York, un grupo de migrantes ha encontrado una manera de enfrentar los desafíos económicos que conlleva su nueva vida en la Gran Manzana.
A través de la venta de alimentos, estas personas no solo están generando ingresos para su sustento, sino también compartiendo una parte de su cultura con los neoyorquinos.
Recientemente, se hizo viral un video donde se ve a dos mujeres vendiendo churros y cócteles de frutas en los pasillos de la estación Avenida Roosevelt–Calle 74 de la Línea E del Subway, ubicada en el distrito de Queens.
Una de las vendedoras ambulantes se expresa en voz alta en español y dice: "¡Mango, sandías (...) Mango, mango, mango!", fueron las palabras que expresaba mientras estaba pelando las frutas y los pasajeros trataban de ingresar al andén del tren.
Este tipo de situación se está repitiendo en diversas estaciones del sistema de metro de Nueva York. Una escena similar se está volviendo común para muchos de los casi 67 mil migrantes que han arribado a la ciudad en los últimos meses, en medio de la crisis de solicitudes de asilo.
Además, frecuentemente se observa a estos migrantes enfrentando dificultades para ganar dinero mientras cuidan de sus hijos pequeños.
Según estadísticas proporcionadas por el ayuntamiento, un total de más de 67 mil individuos que buscan asilo han llegado a la metrópolis neoyorquina desde el año pasado, siendo la mayoría originarios de naciones de América Central y del Sur.
Entre ellos se cuentan algunos migrantes que han sido transportados en bus a la terminal de autobuses de la Autoridad Portuaria en Midtown, acción llevada a cabo por el gobernador de Texas, Greg Abbott.
Así se gana la vida Nataly, una migrante ecuatoriana en las calles de Nueva York
Nataly, una migrante proveniente de Ecuador que vende en el metro de Nueva York, específicamente en la concurrida estación de Times Square, durante una entrevista con The New York Post, compartió que su intención inicial era escapar de un país recientemente afectado por la violencia, sin embargo, hasta el momento ha enfrentado numerosos obstáculos para subsistir en la bulliciosa ciudad de Nueva York.
"Si no vendo churros, mis hijos no tendrán qué comer (...) Mi esposo me abandonó cuando yo tenía ocho meses de embarazo y con solo un dólar. Necesito trabajar. Mis hijos me necesitan", dijo mientras cargaba a su bebé en la espalda.
Adquiere 100 churros por $45 dólares y los vende a $2 dólares cada uno, llegando a ganar hasta $115 dólares, lo que vendría siendo aproximadamente $469 mil pesos colombianos.
Con dicho ingreso sustenta a sus tres hijos y provee churros para el próximo día. Aunque evita arrestos por vender, ha enfrentado robos y confiscaciones de la policía en su puesto.
Con su hijo en un cochecito, Rosa Pérez vende frutas en la estación Barclays Center luego de emigrar de Ecuador. Foto:The City
Estaciones del Subway de Nueva York, a menudo atraen migrantes que venden comida
Durante un largo periodo, las estaciones del Subway de Nueva York han sido un foco de interés para los migrantes que comercializan alimentos en el metro sin permiso, una acción prohibida por las Reglas de Conducta de Tránsito de la Ciudad de Nueva York.
No obstante, con la afluencia significativa de migrantes, esta práctica se ha propagado por todo el sistema de rutas del Metro.
En entrevista con el medio neoyorquino 'The City', Hildalyn Colón, subdirectora de New Immigrant Community Empowerment, una organización con sede en Queens que brinda capacitación laboral y otro tipo de ayuda a migrantes, dijo: "El metro es el último recurso para mucha gente debido a sus circunstancias".
"Puede que sean personas que nunca califican para recibir asilo, pero lo que verán en común es que todos tienen que alimentar a sus familias. No es necesario hacer una gran inversión, compras un paquete de dulces y lo vendes", añadió.
La policía de Nueva York desaloja a los vendedores de las estaciones del Metro, pero estos vuelven en cuestión de minutos. Además, la creciente competencia también está impactando a los vendedores, quienes están empezando a experimentar una disminución en sus ingresos.
"Antes éramos pocos", dijo al medio 'The City', María Toapan, una mujer proveniente de Ecuador, de 41 años, que lleva cuatro años vendiendo churros y frutas en el metro. "Ahora toda esta estación está llena", añadió.
Hildalyn Colón expresó que es probable que los inmigrantes continúen utilizando el metro como una fuente de ingresos, dado que carecen de empleos con buenos sueldos y de la regularización de su estatus migratorio.
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