“El gas natural es el combustible más limpio, y puede ayudar a reducir emisiones remplazando la generación con carbón. Y cuando se sume la tecnología de CCUS será aún más limpio”, expresó el ex secretario general de la ONU Ban Ki-moon en el marco de la instalación de la Conferencia Mundial del Gas Natural en Daegu (Corea del Sur). Y de eso se trata la transición energética, de migrar a energías limpias.
La transición es todo acerca de las personas, por eso la industria del gas natural le apuesta a una transición energética justa y ordenada: justa para el bolsillo de los colombianos y ordenada en el aprovechamiento de todos los recursos energéticos que tenemos a disposición. Pero esta transición debe apuntar a mejorar la calidad de vida de los colombianos. En su más reciente informe, ONU-Energía se ha comprometido a apoyar, facilitar y acelerar el suministro de sistemas no contaminantes para que más de 1.000 millones de personas en todo el mundo puedan cocinar. ¡Fantástico! Aquí, el gas natural es clave, es un energético natural que transforma vidas y reduce la pobreza.
Miles de familias han dejado de cocinar con leña y carbón, que les causaban enfermedades respiratorias, y han empezado a utilizar gas natural. Colombia pasó, en los últimos 20 años, de tener 1,9 millones de s a contar con más de 10,4 millones, esos son 36 millones de colombianos que hoy se benefician del gas natural. Cerca del 60 por ciento de los s están concentrados en estratos 1 y 2, es decir, el país registra casi un 80 por ciento de cobertura. Esto demuestra que el gas natural es un servicio esencial en la vida diaria de los colombianos.
Pero aún tenemos la responsabilidad con los cerca de 1,2 millones de familias colombianas que todavía cocinan con leña, carbón, residuos o combustibles líquidos, lo que implica una alta vulnerabilidad a enfermedades y muertes cardiorrespiratorias. Se estima que la contaminación ambiental del aire, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, fue la causa de 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo por año; esta mortalidad se debe a la exposición a partículas pequeñas de 2.5 micrones. El 91 por ciento de los 4,2 millones de muertes prematuras por esta causa se producen en países de ingresos bajos y medianos.
En Colombia, según el más reciente informe del Instituto Nacional de Salud, más de 15.600 muertes pueden ser atribuidas a enfermedades asociadas a la mala calidad del aire. Esta es una pandemia que ha vivido sigilosamente a nuestro lado. El cambio climático pondrá en grave riesgo la vida de nuestras generaciones futuras, pero la mala calidad del aire ya está poniendo en grave riesgo nuestras vidas y la de nuestras familias.
Es imperiosa la necesidad de seguir masificando el servicio del gas natural a nivel nacional: un energético limpio, eficiente y competitivo que, además de favorecer la salud de quienes lo usan y permitir la transición energética, dignifica las actividades básicas de los hogares a los que llega.
Y ¿tenemos suficiente gas para cubrir estas necesidades, así como el incremento de la demanda en el futuro? Sí. Recientemente, el Ministerio de Minas y Energía junto con la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) dieron a conocer la actualización de las reservas de gas natural en Colombia para 2021, en la que por primera vez desde 2017 fue posible revertir la tendencia decreciente de las reservas probadas de gas natural pasando de 7,7 a 8 años de autosuficiencia, equivalente a 3,16 terapiés cúbicos. Y si sumamos las reservas probables y posibles, la autosuficiencia de gas natural totalizaría 11,4 años. A esto se le suma que el país aún tiene un enorme potencial que debe ser aprovechado en yacimientos continentales, en el mar Caribe y en yacimientos no convencionales. Allí es donde debemos concentrar nuestros esfuerzos pues esto significaría nuevas reservas, más empleos, inversión social y proyectos productivos en las regiones.
Hoy el gas natural que nosotros consumimos en Colombia es 100 por ciento producido en el país, y eso en el contexto global, más la crisis actual que sucede entre la Unión Europea (UE), Rusia y Ucrania, nos hace tener una posición privilegiada en la medida en que no somos importadores de gas.
No hay elección más natural y equitativa que darle a la población vulnerable el a energías más limpias y económicas. Enhorabuena, el uso del gas natural incrementa la calidad de vida, mejora la calidad del aire y promueve la reactivación social y económica del país.
LUZ STELLA MURGAS
Presidenta de Naturgás