Opinión

Una derecha incoherente

Existen una derecha liberal y una derecha antiliberal; Donald Trump, si acaso, representa la segunda.

Empresario e IngenieroActualizado:
Arrasó Trump. Una victoria rotunda, que le da no solo la presidencia, sino el control del Senado a su partido y tal vez –se siguen contando los votos– de la Cámara. Podría incluso obtener la mayoría del voto popular, lo cual coronaría su victoria con un mandato que el Partido Republicano no ha tenido en 20 años.
Una visualización de ‘The New York Times’ ilustra el vendaval trumpista. Es una gráfica con flechas que indican el desplazamiento de las preferencias políticas en cada condado del país. La flecha es roja y apunta a la derecha si el electorado se volvió más republicano, o azul y hacia la izquierda si aumentó el apoyo al Partido Demócrata. El mapa parece un potrero clavado de cientos de estacas coloradas, todas inclinadas en la misma dirección. Un verdadero ‘corrimiento al rojo’, para tomar prestado un término de la astrofísica. Solo que en Estados Unidos –tan acostumbrado a hacer las cosas a su manera que dio pie a la expresión ‘excepcionalismo americano’– el rojo no representa a la izquierda, como en casi todos lados, sino al más conservador y derechista de los dos grandes partidos.
Las derechas del mundo, entonces, entre ellas la colombiana, celebran el triunfo de Trump como propio. Pero esta es, me parece a mí, una reacción apresurada, producto de la emoción que les produce haberle ganado una batalla al progresismo. Si se fijaran con un poco más de cuidado en las cosas que dice y defiende el presidente electo, se verían obligadas a matizar su entusiasmo.
Es cierto que Trump simboliza una victoria sobre la tóxica política identitaria cuya manifestación más estridente, el extremoprogresismo denominado ‘wokeísmo’, exasperó al votante medio y provocó, en buena medida, la derrota de Harris. En lo cultural, por tanto, se entiende el júbilo derechoso, al menos en la medida en que la derecha defiende ideas conservadoras.
En EE. UU. –tan acostumbrado a hacer las cosas a su manera que dio pie a la expresión ‘excepcionalismo americano’– el rojo no representa a la izquierda, como en casi todos lados, sino al más conservador y derechista de los dos grandes partidos
Al mismo tiempo, sin embargo, las personas de convicciones conservadoras, que normalmente defienden la ley y el orden, deberían indignarse ante el irrespeto de Trump por las instituciones, en particular su negativa a reconocer los resultados de 2020. Y tampoco resulta muy cristiano, por señalar a uno de los sectores conservadores que lo apoyaron, su uso constante de la rabia y la mentira.
En el campo internacional, las posturas de Trump tampoco reflejan las expectativas de cierta derecha, que defiende el intervencionismo gringo para promover, presuntamente, la democracia y la libertad. ¿Respaldará Trump a Ucrania en el conflicto contra Rusia? ¿O dejará que Putin se salga con la suya? Las posiciones que le conocemos presagian lo segundo. ¿Presionará la expulsión del bandido Nicolás Maduro? Es improbable: su comprensión de la situación venezolana es tan escasa que ha dicho que Caracas es “más segura” que las ciudades de EE. UU.
También en materia económica, Trump es lo contrario de lo que muchos de sus iradores promulgan. Ha prometido, sí, reducir los impuestos corporativos, pero, al mismo tiempo, una de sus obsesiones es aumentar los aranceles al comercio internacional. ¿Qué opinará de eso en privado su gran benefactor, Elon Musk, cuyo imperio de satélites, cohetes y Teslas depende de un sinnúmero de materiales y manufacturas asiáticos? No tienen asidero las equiparaciones, tan en boga en estos días, entre el librecambista Javier Milei y el proteccionista Donald Trump. Existen una derecha liberal y una derecha antiliberal; Trump, si acaso, representa la segunda.
Y sí: puede que termine haciendo lo contrario de lo que dice. Si algo lo caracteriza es la volubilidad. Pero que los diestros del mundo no se equivoquen: Trump no puede ser el faro de una derecha internacional seria y coherente. Errarán el rumbo quienes se orienten por su anaranjada luz.
THIERRY WAYS

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