El agua con limón y jengibre es una bebida popular que algunas personas pueden considerar como un remedio casero para diferentes afecciones, entre ellas ayudar al hígado.
Se dice que el agua con limón y jengibre puede ayudar a desintoxicar el cuerpo al promover la eliminación de toxinas. El limón es un diurético natural, lo que significa que puede ayudar a eliminar líquidos y toxinas a través de la orina; mientras que el jengibre puede ayudar a aliviar el malestar estomacal, la hinchazón y los gases.
Entretanto, el hígado es un órgano que puede desarrollar grasa o esteatosis hepática, que es una afección asociada con factores como la obesidad, la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina, el colesterol alto y el síndrome metabólico.
Una de las aplicaciones más conocidas del jengibre es su capacidad para aliviar las náuseas y los vómitos, especialmente durante el embarazo. Foto:iStock
Aunque existen tratamientos médicos para tratar el hígado graso, muchas personas recurren a alternativas naturales, que, en este caso, no tienen los suficientes aportes para combatir la afección.
Según informa la Clínica Mayo, el agua con limón y jengibre aporta poco o nada al hígado graso, pues las bebidas para desintoxicar son innecesarias porque este proceso ya sucede solo gracias al hígado, riñones y tracto gastrointestinal.
Sumado a lo anterior, la doctora Josefina Sánchez García, en el blog de Salud Mapfre, agrega que el consumo de esta bebida no sirve para reparar el daño que produce el abuso del alcohol, una mala alimentación, etc.
Sin embargo, no todo es malo, pues, según Heathline: “Dado que el jengibre podría combatir gérmenes, enfermedades, inflamación y moléculas dañinas, tomar un poco cada día puede ayudar a mejorar la salud en general. El jengibre es una raíz natural, por lo que tomarlo también le aportará nutrientes añadidos”.
El sitio web también afirma que consumir agua puede ayudar a las personas con hígado graso: “El consumo de agua tiene múltiples beneficios y uno de ellos es el de depurar el organismo. Se recomienda beber, como mínimo, entre 1.5 y 2 litros de agua al día”.
Cabe destacar que, el tratamiento de las enfermedades hepáticas depende del tipo específico de enfermedad y su gravedad. Algunas estrategias generales incluyen cambios en la dieta y el estilo de vida, medicamentos para controlar los síntomas y la progresión de la enfermedad, y en casos severos, un trasplante de hígado.
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