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Las desgarradoras historias que deja la escasez de medicamentos en Colombia

Los padres de un bebé de 20 meses llevan, desde diciembre, luchando para conseguir un medicamento. 

El estudió realizó pruebas a seis medicamentos y tres no causaban el efecto en el paciente. Foto: Jaime Moreno. EL TIEMPO

Periodista de medioambiente y saludActualizado:
Desde hace ya meses Colombia atraviesa una inquietante crisis de escasez de medicamentos, que responde a distintos factores de los que los actores del sector se culpan mutuamente y que en medio de las polémicas parecen olvidar el elemento central: los pacientes afectados.
Mientras el Invima (meses después sin un director nombrado en propiedad) señala que ha tomado acciones para frenar la problemática, organizaciones como el gremio de las EPS (Acemi), y el de droguistas (Asocoldro), han respaldado que tanto en el canal institucional como en el comercial siguen las falencias que dificultan a los pacientes obtener los fármacos.  
Pero mientras surten efecto las distintas acciones que tanto sector público como privados realizan para atender el problema, un sinnúmero de pacientes se han visto afectados. Una lista que incluye a quienes padecen trastornos mentales, patologías cardiovasculares, cáncer, diabetes, VIH, enfermedades huérfanas, entre otras. Y que se traduce en dificultad par acceder a fármacos tan comunes como un acetaminfén, o a otros tan complejos como un biológico específico conocido como Symdeko.

Symdeko es uno de los cuatro medicamentos contra la fibrosis quística que produce la farmacéutica Vertez y que desde el año pasado están escasos apra pacientes del país. Foto:Symdeco.com

Fibrosis quística: Sin opciones

El primer hijo de Julián Rodríguez tiene 20 meses y padece fibrosis quística, una enfermedad huérfana que afecta a los pulmones y que implica que tendrá que ser tratado médicamente durante toda su vida. No tomar el medicamento puede significar la muerte del bebé.
Por eso, desde diciembre del año pasado, cuando empezó a no recibir Creon, unas enzimas pacreáticas que debate tomar diariamente, Rodríguez no dudó un segundo en usar como loco su tarjeta de crédito. Llamó a amigos y familiares en Chile, Estados Unidos y Ecuador. Buscó por todo el país las cajas del medicamento.
“Mis finanzas no permiten que yo asuma la compra del Creon, tres cajas pueden costar más de un millón de pesos. Mi hijo toma 6 cápsulas de Creon al día, y las cajas estándar le duran días. ¿Qué hemos hecho nosotros? Recurrir a las tarjetas de crédito y reventarme en el mes en el que no se entregaron las enzimas con los problemas financieros que implica eso para mi hogar”, dice, con la voz quebrada, el padre primerizo.
Mis finanzas no permiten que yo asuma la compra del Creon, tres cajas pueden costar más de un millón de pesos
Desde diciembre la situación ha variado: a veces su EPS le da unas cuantas cajas, otra veces unos familiares se las consiguen, en otros casos él logra comprarlas en una farmacia. Gracias a sus esfuerzos, su hijo ha podido cumplir sin falta la medicación, pero los recursos se acaban, ya que el Creon es solo uno de los seis medicamentos que le garantizan una mejoría indudable en su calidad de vida. 
Mientras tanto, señala, el único acompañamiento que ha recibido es el de la Fundación Colombiana para Fibrosis Quística, donde los padres y pacientes literalmente se pasan entre ellos los medicamentos que tengan disponibles y se apoyan los unos a los otros. 

El Invima reporta déficit en más de 50 fármacos. Foto:Diego Caucayo. EL TIEMPO.

El Creon, según les han dicho, ha tenido problemas de abastecimiento por temas como sobredemanda y la guerra en Ucrania, y aunque en el mundo es producido por varias farmacéuticas, en Colombia solo es comercializado por Abbot.
“Si mi hijo no toma antes de cada comida enzimas pancreáticas su cuerpo no se nutre, es decir estaría en una UCI en más o menos día y medio por desnutrición. A mí en marzo la EPS me entregó una parte, pero los destiempos y que jueguen con las fechas de entrega también pone en riesgo a los pacientes. Porque estos son tratamientos muy rigurosos, un día sin el medicamento es fatídico”, señala Rodríguez. 
Si mi hijo no toma antes de cada comida enzimas pancreáticas su cuerpo no se nutre, es decir estaría en una UCI en más o menos día y medio por desnutrición
Mientras tanto, hay otros que no han contado con tanta suerte y que su única opción ha sido esperar. Es el caso del hijo de Andrea*. El pequeño de 9 años enfermo de fibrosis quística requiere de un fármaco llamado Symdeko que solo produce una farmacéutica en el mundo, y que no ha podido entrar el país desde el año pasado por una disputa istrativa entre empresas que reveló EL TIEMPO en marzo. Hace apenas algunos días Andrea fue informada de que esta semana, por fin, llegaría el medicamento.
No tomar Symdeko frenó por completo la vida del hijo de Andrea. No puede salir, no puede ir a la escuela y tiene que estar conectado casi que en todo momento a un tanque de oxígeno. “Con él toca tener todos los cuidados posibles, porque por la falta del medicamentos los síntomas le aumentan. Las secreciones se le aumentan. Todavía sigue con oxígeno. No se lo he quitado para que su sistema inmunológico no se afecte y pueda esperar a que llegue el medicamento”, señala Andrea, quien ya perdió a dos de sus hijos por culpa de esta enfermedad.

Crisis psiquiátricas

Para quienes han tenido a otras opciones ante la escasez la solución ha sido peor que la enfermedad. Es el caso de Felipe Redondo, de 37 años, que padece de transtorno afectivo bipolar desde los 18 y que, dice, nunca había tenido una crisis tan fuerte como la que le dio cuando le cambiaron su fórmula por la dificultad de acceder a su medicamento psiquiátrico de costumbre.
Redondo, quien vive en un pequeño pueblo del sur de La Guajira llamado Distracción, tuvo que ser internado durante cerca de un mes cuando pasó de tomar Risperidona a tomar Quetiapina.
Según su EPS, Cajacopi, el medicamento que estaba acostumbrado a tomar estaba escaso, y aunque durante algunos meses su madre pudo comprárselos a través de farmacias, finalmente terminó aceptando el cambio. Apenas unos días después su presión arterial subió a niveles que no había visto, sus ideas no tenían sentido, y estaba tan ansioso que sus padres terminaron llevándolo a la Clínica de Salud Mental Medicar, en Riohacha, a dos horas de donde vive. 
Hoy, se arrepiente. Tras haber estado internado le cambiaron la fórmula y aunque no ha podido volver a tomar Risperidona, ahora tiene un nuevo medicamento llamado Olanzapina que aunque lo mantiene tranquilo lo ha llevado a olvidar cosas con facilidad.
Como Felipe y los hijos de Andrea y Julián son cientos de historias de personas que hoy, en Colombia, no pueden acceder a un medicamento. 
*Nombre cambiado por solicitud de la fuente.
EDWIN CAICEDO | REDACTOR UNIDAD DE SALUD 

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