Desde hace cinco años es integrante de la tuna estelar de Gachetá, donde aprendió a tocar la pandereta, pero desde que tenía uso de razón cogía las tapas de las ollas de su casa y las hacía sonar como si fueran platillos, cuenta su mamá.
Un ritmo con herencia
Su inclinación por la música ha venido de generación en generación. Su mamá, en sus años mozos como ella dice, fue integrante de la misma tuna durante tres años y también tocaba la pandereta. No tan bien como lo hace Andrés, pero hacía el intento , recuerda.
Además, su abuelo Leoncio Velandia, fue fundador de una tuna en el municipio hace muchos años y era la primera bandola. Para mi la música de tuna me inspira y quiero estar siempre tocando la pandereta, pero sé que no puedo descuidar el estudio , dice Andrés Felipe.
Por eso, entre las matemáticas, el lenguaje y las ciencias sociales, y las demás materias que cursa en el cuarto año de primaria, en la concentración escolar La Pola, del municipio, saca un tiempo, todos los días, de 7 a 9 de la noche, para ensayar con su tuna de Gachetá.
Su maestro tiene 12 años
Andrés Felipe, no aprendió solo a tocar la pandereta. Su show, que incluye tirada al piso, saltos, arrodillada y hasta toques con la cabeza los aprendió de sus instructores Miguel Angel Beltrán, director de la tuna, y de su hermano Humberto. Pero según Andrés Felipe, el que más le ha enseñado es su amigo y compañero Geovany Acosta Beltrán, otro as de la pandereta, que tiene 12 años. (Ver nota anexa).
Andrés Felipe ha asistido en tres oportunidades al festival de tunas en La Vega. El año pasado se llevaron el premio a la simpatía. Pero este año, fue el ganador por ser considerado la pandereta revelación del evento.
Este pequeñín es muy entusiasta, trabaja con nosotros desde los cuatro años y tiene un gran futuro como músico , dice Miguel Beltrán, director de la tuna.
Andrés es el mayor de dos hermanos, a quienes ya les está inculcando para que toquen la pandereta y lleven el alma de tuno, que él ha llevado desde pequeño.
Manuel Lugo, integrante de la tuna de la universidad Javeriana, que estaba fuera de concurso, y es considerado uno de los mejores panderetista de Sur América, se le quitaba el sombrero, cada vez que Andrés Felipe salía a la tarima.
De lo que el jurado se perdió
Geovany Acosta Beltrán lloró porque no le dejaron interpretar ante el jurado una canción colombiana para demostrar sus dotes artísticas con la bandola. Las reglas decían que debía ser un pasodoble.
Pero Geovany levantó su ánimo y decidió echar mano de la pandereta, que también toca con destreza. Mientras en la tarima hacía la presentación la tuna femenina de la Universidad Javeriana, en el parque principal Geovany llamaba la atención de cerca de dos mil espectadores.
Geovany es tuno desde hace cinco años y pertenece también a la tuna estelar de Gachetá en donde él mismo, dice, ha aprendido a amar la música, aunque fue su abuelito, Miguel Beltrán, quien le ha enseñado todos los trucos con la pandereta.
Geovany tiene 12 años y está estudiando en La Normal Departamental de Gachetá en séptimo grado. Es considerado uno de los mayores talentos gachetunos.
Este pequeño ha participado en varios concursos de bandola a nivel municipal y departamental, pero según él lo que más lo hace soñar es cuando tiene la oportunidad de tener una pandereta en sus manos.
El cree que antes de decir mamá, aprendió a tocar estos dos instrumentos, que a ritmo de canciones como Estudiante deja los libros, el beso, la tuna con postelana, Granada, y el besito mordelón han hecho que sus dedos hagan sonar la pandereta y lo hagan sentir como un tuno profesional, pues quiere seguir los pasos de sus tíos, director y subdirector de la tuna, para que el talento musical en Gachetá no muera y al contrario se dé a conocer más desde la tuna estelar de Gachetá.