Bicitaxis: ya no hay excusa para su control y regulación / Opinión

Finalmente, después de más de 20 años de experimentar el fenómeno del bicitaxismo en la ciudad, el Ministerio de Transporte publicó la resolución por medio del cual reglamenta cómo deben ser estos vehículos en términos de chasis, medidas y equipamiento para la seguridad del pasajero.

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Para asegurar que se cumplan dichos estándares, los obliga a agruparse en cooperativas para certificar que su triciclo sea reconocido en el Registro Único Nacional de Tránsito —Runt. De esa manera, se garantiza que cumplan con los mínimos de seguridad, y que aquellos que funcionan con pedaleo asistido, por medio de motor, no se conviertan en tricimotos, como sucede hoy en día, donde muchos de esos vehículos han tenido modificaciones a lo largo de estos años.

Ante la falta de legislación, el crecimiento de los bicitaxis ha sido desordenado y escasamente controlado. Son alrededor de 4.600 vehículos localizados cerca de los s y salidas de Transmilenio; en andenes, pasos peatonales, ciclorrutas o al costado de la vía. Su tamaño y versatilidad para moverse en medio del trancón los ha convertido en un medio demandado para trayectos cortos entre barrios, ante la baja oferta de transporte público hacia determinados lugares, o en otros casos, por la saturación de las vías qué desincentiva el uso de buses.

Es indudable que prestan un servicio, pero hay muchos inconvenientes que hasta la fecha, han sido difíciles de resolver. Ninguno cumple con los mínimos requisitos de seguridad: sistemas de frenado y suspensión, luces y elementos reflectivos, ayudas sonoras y cinturones de seguridad. Muchas veces sobrepasan su capacidad de pasajeros y ajustan, en medio de un cabina minúscula, hasta 6 personas.

La velocidad es otro aspecto que preocupa, pues, gracias a los motores de gasolina, se mueven rápidamente en medio de los andenes o las ciclorrutas, sin temor alguno a cometer algún siniestro vial. Y en caso de que ocurra no hay posibilidad de reclamar, pues las autoridades no contaban con herramientas legales para sancionarlos.

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La reglamentación de los bicitaxis es positiva, pero tardía. Además, se queda corta y le traslada a las istraciones municipales su regulación y control, quienes tendrán que exigir que cumplan con lo establecido por el Ministerio y, seguramente, la respuesta, como suele pasar en estos casos, vendrá acompañada de acciones violentas como toma de vías por parte del gremio de bicitaxistas, que no querrán asumir los costos que implica cumplir con la reglamentación.

Queda pendiente la regulación de tarifas, el cumplimiento de pólizas de seguridad civil en caso de accidentes y la definición de áreas de operación. Estos son aspectos difíciles de cumplir, dado que implica formalizar una actividad comercial que siempre se ha mantenido en el mundo de la economía informal, y de cuyos ingresos dependen muchas familias para subsistir. Sin embargo, es una gran oportunidad para darle orden a un servicio de transporte caótico y riesgoso para muchos s.

ÓMAR ORÓSTEGUI

Director del Laboratorio de Gobierno de la Universidad de La Sabana