En entrevista con EL TIEMPO, la alcaldesa de Bogotá,
Claudia López, insiste en que vienen días difíciles con el
aumento de contagios y de la capacidad de ocupación de las UCI en la ciudad. Por ello, ha pedido mayor autocuidado a la ciudadanía, tratar de no realizar las marchas convocadas para el 28 de abril y llama al
Gobierno Nacional a mantener subsidios y renta básica para ayudar al difícil momento económico que viven los comercios y familias en la ciudad.
¿Por qué nos estamos contagiando tanto los bogotanos?
Por dos razones: la primera, y más importante, porque no hemos logrado avanzar en la vacunación. La segunda razón es porque avanzaron más las nuevas cepas que las vacunas, y aquí estamos viendo las consecuencias. Tenemos plena circulación de la cepa brasilera desde enero en Bogotá, circulación de la cepa británica, ya comprobado por secuenciación genómica y evaluación de los laboratorios de salud pública desde febrero.
No se podría asegurar que tenemos dominancia de esas cepas, pero lo que sí sabemos es cuántos pacientes se nos están agravando. A juzgar por lo que estamos viendo en urgencias y cuidados intensivos, tenemos esa ‘tormenta’ desafortunada de poca vacunación, cansancio, cada vez con razón de que a la gente le cuesta más asumir restricciones a su salud emocional y su bolsillo.
¿Qué significa que vienen dos semanas difíciles?
Que nos puede pasar lo que pasó en Medellín: que lleva tres semanas sin poder atender a la gente. Se nos puede colapsar el sistema hospitalario.
Si se llegara a ese escenario, ¿Bogotá está preparada?
Estamos preparados para la peor desgracia, pero la mejor preparación es la prevención a esa desgracia. Por eso quedarnos en casa tres días a la semana, llegar temprano a la casa –máximo hasta las 7 p. m.–, evitar cualquier riesgo de accidente, aglomeraciones, es lo mejor que podemos hacer en estas dos semanas para seguir salvando vidas.
Tenemos en este momento todo en alerta máxima: al personal médico, los intensivistas, las compras de oxígeno, las compras anticipadas de medicamentos que hicimos. Llevamos tres semanas de restricciones, trabajando solo cuatro días y cuidándonos tres. Acabamos de endurecer esas medidas: tenemos toque de queda desde las 8:00 p. m., y para que sea efectivo tenemos salida del trabajo desde las 5:00 p. m., cierre de todo establecimiento desde las 7:00 p. m.
Estamos poniendo
ley seca, restricciones los fines de semana, porque cada persona que se nos accidenta, que se nos lesiona por cada riña, nos ocupa urgencias y salas de cirugía. Entonces necesitamos bajar al máximo todo lo que se pueda allí para poder cuidar a todo el mundo.
Ha habido plantones de comerciantes en zonas de Bogotá. ¿Qué alternativas tienen ellos para seguir soportando estas medidas?
A todos nos duele cada sacrificio económico como nos duele la vida. Quiero recordar que Bogotá es la única ciudad que les congeló el predial a todos, redujo hasta el 25 por ciento el ICA y que se lo cobra a cero y les permite pagarlo a plazos a los sectores más afectados como los del entretenimiento. Somos la única ciudad que le da renta básica a más de medio millón de hogares, estemos o no en cuarentena.
Pequeños tenderos, empresarios y comerciantes tienen un Paef local, complementario al nacional que subsidia nómina. Tenemos el programa de empleo local que ha subsidiado la nómina de 35.000 microempresarios locales y tiene Bogotá Responde en asocio con Bancóldex para crédito subsidiado a quien lo necesite.
Algunos expertos dicen que en este esquema 4 x 3 la gente hace más actividades y eso la expone más a un contagio…
El ‘de pronto’ lo podemos medir, ver qué tanto más se está moviendo la gente. Si la gente se estuviera moviendo más para hacer más interacciones, eso lo podríamos ver gracias a las vistas que nos concede Google y Amazon. Pero el resultado es nulo, la gente hace un gran esfuerzo por cumplir las medidas, se está moviendo mucho menos.
Por ejemplo, un indicador de transporte masivo, que es un segundo indicador que tenemos, de por sí TransMilenio tiene hoy solo el 55 por ciento de la ocupación que tenía antes de pandemia. Pero ese porcentaje, en los días que estamos en cuarentena, se baja a 45 por ciento adicional, llegamos casi a un 25 por ciento de ocupación, porque la gente hace realmente un esfuerzo por quedarse en casa. Y también tenemos cosas mínimas, como las fiestas clandestinas, que son nuestro dolor de cabeza; muchachos y gente adulta que no entiende, metidas en galleras, zonas de tejo. No son mayoritarias, pero que ocurran una vez es francamente increíble.
¿Cómo están las finanzas de la ciudad?
Están muy bien, porque Bogotá tiene un manejo financiero extraordinario. Doy una proporción: mientras que Bogotá debe 3 de cada 100 pesos de su PIB, el Gobierno debe 65 de cada 100. Obviamente las tasas que le prestan al Gobierno Nacional son mucho mayores, el riesgo de que pierda el grado de inversión es mayor.
El 2020 y 2021 fueron años muy difíciles de pérdida económica, pero a partir del segundo semestre de este año nos vamos a recuperar. Pero tenemos riesgos muy grandes. Solo el
sistema de transporte público tiene 2,4 billones de déficit, y si no confluimos en recursos con el Gobierno Nacional para solucionarlo, TransMilenio estaría en riesgo de quiebra o de subir su tarifa para poder complementar el desafío.
A mí me alarma cuando el Gobierno Nacional dice ‘qué pena, pero yo después de marzo no tengo subsidio a la nómina, y después de junio no tengo Ingreso Solidario’. Si no hay subsidio de nómina, se van a quebrar otro 15 % de las empresas de Bogotá que generan empleo, porque no alcanzan a recuperarse este año. Si después de junio no hay Ingreso Solidario, no somos capaces de cubrir 800.000 familias con renta básica solo de Bogotá, la mitad de las familias pobres se nos van a quedar sin renta básica, sin comer.
¿Cuál es la evidencia que ustedes tienen para haber suspendido el retorno gradual a clases?
Está claro que los colegios tienen menos riesgo de contagio que casi cualquier otra actividad, porque tienen estándares de protocolos muy altos, buena ventilación y el retorno ha sido seguro, gradual y progresivo. Lo que pasa es que estamos en alerta roja general. Hemos hecho todo para tratar de darles el privilegio a los niños, pero cuando estás al 91 % de ocupación UCI, y nos faltan por lo menos dos semanas para llegar al pico, hay que hacer sacrificios.
¿Ante las protestas que hay programadas qué va a hacer la ciudad?
Todos hemos hecho un sacrificio. No puede ser que los dirigentes sociales y políticos que están en campaña se crean más importantes que el resto.
Todo el sector productivo está parando tres días a la semana. Los niños y niñas van a perder dos semanas de clase presencial esenciales para su formación. El comercio entero está sacrificado tres semanas. ¿Y algunos profesores que no han querido ir a clases van a ir a marchas? ¡Por favor! Un mínimo de sensatez, son dos semanas.
Nadie les está diciendo que no protesten, lo pueden hacer, les hemos ofrecido Canal Capital y otros medios de comunicación. Si quieren, pueden hacer el cacerolazo más grande de Colombia. Lo único que les estamos pidiendo es que no hagan aglomeraciones, eso es todo.
¿Y si ellos persisten y hay aglomeraciones, plantones, qué puede hacer la autoridad?
Realmente poco, porque ¿qué podemos hacer? Podemos entrar con fuerza a disolver, pero eso no va a reducir el riesgo de contagio que nos produjo la aglomeración. Eso lo único que va a hacer es incrementar más tensión. Es un recurso para disolver una manifestación, pero no es el que debemos usar.
Los sindicatos de maestros están pidiendo que los niños mayores de 10 años tengan vacuna como condición para que vuelvan a clases, según han dicho. ¿Qué opina de esa propuesta?
No sé si sea una posición general del sindicato, pero francamente no tiene ningún sentido. No hay vacuna para niños en el mundo.
Estas manifestaciones o cuando se aglomeran hinchas de fútbol, la gente la critica en redes sociales. Por ejemplo, con las aglomeraciones que se armaron en la Vuelta a Colombia este fin de semana. ¿Hay aglomeraciones que definitivamente no hay cómo controlarlas?
Pues las fiestas clandestinas son cosas que uno puede decidir si hace o no. Aquí todos acordamos que trabajamos cuatro días a la semana con medidas de bioseguridad y tres nos quedamos en casa. Pero programar una fiesta clandestina es un atentado contra la vida. Programar deliberadamente una aglomeración no tiene sentido.
Hay cosas que ocurren circunstancialmente, se forman tumultos que en 10 minutos se pueden disolver con organización y logística. Nos pasa en estaciones de TransMilenio, por ejemplo. El primer día de toque de queda, mientras la gente ajustaba sus horarios, la gente en vez de salir a las 5 salió a las 8 de la noche. Sin embargo, a los dos días se había organizado.
Por ejemplo, el Gobierno Nacional acaba de aplazar el Día de la Madre en todo el país, porque es una cosa comercial y puede esperar. Lo mismo las marchas, pueden ser la última semana de mayo o la primera de junio, cuando seguramente estaremos en condiciones epidemiológicas para hacerlas y yo seré la primera en garantizar la libre expresión de las marchas.
Es solo ahora, Bogotá no está todo el tiempo en alerta roja, justo es esta semana y no es caprichoso. Bogotá tiene unos indicadores públicos que miden semanalmente, y coincidió con que el domingo entramos en la alerta roja general.
Cambiando de tema, ¿usted ya hizo cuentas de cómo le iría a la clase media de Bogotá con la reforma tributaria?
La verdad no, por tanta discusión de si va a ser algo o no. Pero lo que sí puedo decir con certeza es que sin cofinanciación al transporte público, a la renta básica para pobreza, al subsidio a las nóminas para las microempresas no salimos del hueco este año. Corremos el riesgo de quedarnos este año con gente con hambre, mujeres sin empleo, jóvenes sin educación y sin transporte masivo.
ERNESTO CORTÉS
EDITOR JEFE EL TIEMPO
Twitter: @ernestocortes28
Más artículos de Bogotá