Bogotá está dormida en el tratamiento contra el insomnio. A esa conclusión llegó el médico Johann Pérez Perdomo, magíster en Farmacología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), pues tras analizar la historia clínica de 247 pacientes, entre los 18 y 60 años, de hospitales y clínicas de la capital encontró que hasta seis meses puede tardar el proceso de una persona que acude a una cita en busca de ayuda.
Su trabajo lo llevó a evidenciar que Colombia carece de una guía que describa con exactitud cómo es que se debe tratar este trastorno. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el insomnio como la dificultad para conciliar o mantener el sueño y la sensación de no haber dormido bien, lo que provoca malestar o interferencia con las actividades diarias. “Aquí se desconocen protocolos internacionales como el de la Academia Americana del Sueño, aplicado ampliamente en países como Estados Unidos”.
Los médicos dijeron que recetar los medicamentos adecuados para tratar la enfermedad es realmente difícil, pues hay problemas istrativos, costos elevados, o no hay ninguna caja en las droguerías
Pérez explicó que los casos de los pacientes analizados corresponden a los hospitales y clínicas de El Tunal, Meissen, Vista hermosa, Lucero Alto, entre otros, que componen la llamada Subred Integrada de Servicios de Salud en el Sur de la capital, con alrededor 1,3 millones de pacientes afiliados. “Mi interés era saber qué clase de ruta se les había brindado a los pacientes durante sus citas médicas o incluso en el servicio de urgencias a los ciudadanos que habían llegado por insomnio”.
Lo que encontró lo dejó perplejo. De todos los casos que analizó, solo el 14, 47 por ciento de los angustiados pacientes había sido atendidos de manera adecuada, el resto seguía transitando por este problema que muchos definen como una ‘pesadilla’, si no fuera porque las pesadillas transcurren durmiendo.
¿Se está omitiendo un paso?
Pérez identificó en su investigación que cuando se comienza a tratar un paciente con insomnio es fundamental lo que él llama el paso a paso, pues en muchas ocasiones se concluye que este requiere de los servicios de un psicólogo o un psiquiatra. “Esto es muy importante para que realicen una terapia especializada, cognitivo-conductual”.
El experto explicó que de esta manera se le puede ayudar a la persona a conciliar el sueño. El problema grave es que esto no está ocurriendo, pues la demora en las citas es tal que no hay una atención oportuna. “Y ahí lo que pasa es que el paciente debe volver a hacer todos los trámites de una cita para encontrar una solución”.
Existen investigaciones internacionales de la ciencia forense o las ciencias del comportamiento que sugieren que el insomnio y una mala calidad del sueño puede derivar en respuestas violentas en las personas, particularmente en adultos mayores o con otras predisposiciones como consumo de sustancias o personas recluidas
Añade que saltarse los pasos es contraproducente, pues se termina recetando y en las guías internacionales los fármacos son el último paso, y se deben prescribir cuando no hay otra opción. Pérez encontró además que tres medicamentos que se suelen formular no están aprobados por instituciones especializadas. “Estos carecen o tienen poco sustento científico para el tratamiento del insomnio. Incluso se ha encontrado que tienen efectos secundarios importantes a nivel cardíaco y cognitivo, que a largo plazo agravarían el problema y perjudicarían la vida de las personas que padecen esta condición”, explicó.
En el transcurso de la investigación, Pérez logró ubicar a siete médicos de los centros de salud objeto del estudio y solo uno de estos profesionales conocía la guía internacional para el tratamiento de este trastorno, y dijo no haberla leído. “Dijeron que recetar los medicamentos adecuados para tratar la enfermedad es realmente difícil, pues hay problemas istrativos, costos elevados, o no hay ninguna caja en las droguerías”.
EL TIEMPO le preguntó a Pérez si la no atención a este trastorno podía terminar en actos violentos o de intolerancia. Explicó que aunque el propósito de su estudio no era evaluar ese tipo de comportamientos “sí existen investigaciones internacionales de la ciencia forense o las ciencias del comportamiento que sugieren que el insomnio y una mala calidad del sueño puede derivar en respuestas violentas en las personas, particularmente en adultos mayores o con otras predisposiciones como consumo de sustancias o personas recluidas”.
¿Cuál es la causa fisiológica del insomnio?
“Llevo meses sin dormir. Me levanto siempre a las 3 de la mañana y me es imposible descansar. Trabajo todo el día como si fuera un zombi. Lo peor es que me pongo irascible con mi familia. No me aguanto nada. Manejando en los trancones he estado a punto de estrellarme porque todo me desespera. He probado toda clase de medicamentos, he ido a varios médicos, pero nada me funciona”. Este es el caso de Ferney, un empleado público cuya vida se trasformó cuando la ansiedad devenida de las extenuantes jornadas laborales en su empresa comenzó a afectarle el sueño.
Según la Asociación Colombiana de Medicina del Sueño (ACMES), en Colombia el 59 por ciento de la población padece algún trastorno de este tipo y más del 40 por ciento necesita tomar alguna pastilla para poder tener un descanso reparador. Además, el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Estados Unidos, estima que entre 50 y 70 millones de personas en el mundo tienen trastornos del sueño continuos. Los más comunes son el insomnio, la apnea, la parálisis del sueño, el sonambulismo, el síndrome de las piernas inquietas, y la narcolepsia o el hipersomnio, un trastorno que genera somnolencia durante el día.
El profesor Franklin Escobar, de la Facultad de Medicina de la UNAL explicó que enfermedades mentales como la depresión o la ansiedad pueden incidir en el insomnio, pero que aún no se conoce su causa fisiológica. Otras enfermedades como las gástricas o prostáticas también provocan que una persona deje de tener un descanso pleno.
Otra de las más comunes habla de un desequilibrio en los neurotransmisores llamados GABA (ácido gamma-aminobutírico) y glutamato, que reducen la actividad neuronal y promueven el sueño. El experto reseñado por el medio de la UNAL dice que cuando el funcionamiento de ambos no está en el punto adecuado, el cerebro se mantiene alerta y es más difícil conciliar el sueño. “En los casos más graves, las personas pueden llegar a suicidarse por no poder dormir, o a episodios de depresión, ansiedad y psicosis graves, acompañados de accidentalidad laboral, por ejemplo, en el tráfico de vehículos”, asegura el profesor Escobar.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
Escríbanos a carmal@eltiempo.com
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