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El hombre que se ha pedaleado el país por amor a la danta de montaña
Paulo Andrés Quintero lleva seis años transmitiendo un mensaje de conservación por este mamífero.
A la izquierda, Paulo Quintero en una de sus visitas a Bogotá. A la derecha, sus 'alumnos del camino'. Foto: Paulo Quintero
Por la danta de montaña, ese enorme mamífero que se pasea apacible por los paisajes de Colombia y el continente, Paulo Quintero hace lo que sea. Ha pedaleado por ella, corrido por ella y gastado, de su bolsillo, para que los colombianos aprendan que hay que protegerla.
Todo lo hace a través de su propio proyecto Conservación sobre Ruedas, del que sale la línea ‘Ruta de la biodiversidad’, una campaña que Paulo hace sobre una bicicleta de ruta, llevando su mensaje de amor por la danta a todas las personas que se encuentra en el camino. En esa locura, como él mismo dice, lleva más de seis años.
Paulo Quintero, en las distintas disciplinas del triatlón, pero siempre con la danta. Foto:Paulo Quintero
Este pereirano de 41 años es ingeniero ambiental y deportista entregado al triatlón: monta bicicleta, corre y nada. Pero lo suyo es hablar de dantas: explica que en Colombia hay tres especies y una subespecie nativa, que es un mamífero grande pero tranquilo que puede pesar 250 kilogramos y que es, en pocas palabras, la ‘jardinera del bosque’.
“Aporta una función ecológica muy importante para el ecosistema. Regula el crecimiento de las plantas, facilita la regeneración del bosque y el reciclaje de nutrientes, reforesta al ingerir y defecar semillas”, cuenta Paulo, y toma aliento para hablar de este animal y de su historia.
En 2013 tuvo un primer encuentro con la danta: el que marcaría su vida. “Iba en una travesía hacia el parque de los Nevados, por la cuenca del río Otún, y entonces la vi, estaba a unos 200 metros. Me acerqué, me oculté tras una piedra y quedé a 20 metros de ella. La miré un largo tiempo, saqué mi cámara, le hice fotos. Un encuentro de esos te marca”, dice Paulo.
Danta de Montaña Foto:Paulo Quintero
Pero ese buen recuerdo quedó archivado entre su vida, el trabajo y las salidas en carretera como ciclista amateur. Hasta que, en 2014, ‘le metió cambios’ a su futuro. “Me contrataron para un proyecto como ingeniero ambiental y vi la corrupción. Me pregunté si por un buen sueldo iba a dejar de lado mi ética... y renuncié. Volví a lo mío, a la pasión por la conservación, y recordé ese encuentro con la danta”, relata.
Esa decisión coincidió con la proximidad de la Media Maratón de Bogotá (MMB), en la que él ya había participado. En 2014, Paulo volvería, pero a todo pedal y con la danta en el corazón.
“Decidí venirme en bicicleta desde Pereira hasta Bogotá. Y, como ya sabía de la situación de amenaza de la danta, de la cacería indiscriminada, de la destrucción de su hábitat –el bosque alto andino y los páramos–, del crecimiento de la frontera agrícola, de la introducción de ganadería a su territorio, decidí hacer una campaña de educación”, explica. Y, entonces, sacó de la SD de la cámaras las fotos que le había tomado a la danta en ese primer encuentro. Como si fueran cosas del destino, el animal había posado para él y esa, su imagen, fue replicada en una casa fotográfica 200 veces y empacadas en las alforjas de la bici de Paulo para, en esa primera travesía, quedar en manos de las personas que su defensor se encontró en el camino.
Paulo echó pedal por Pereira, Armenia, Calarcá, el alto de la Línea, Ibagué, Melgar, Silvania, Fusagasugá y entró a Bogotá por el sur. “Me tomó dos días y medio y, en ese recorrido, les entregaba las fotos a la gente, a los niños que veía, a los campesinos y les contaba la historia de la danta”, recuerda Paulo. Y ya en la MMB puso sobre su camiseta una foto de la danta y le escribió una frase que sentenciaba una promesa: ‘Pedaleando y corriendo por la danta de montaña’.
“Así surge la ‘Ruta de la biodiversidad’”, dice. La Ruta tiene variantes, pero esta, la icónica, la ruta de la MMB, ya la ha hecho cinco veces.
“He ido mejorando. En 2015 hice 1.000 postales, luego le sumé afiches, folletos, rompecabezas, crucigramas, stickers...”, detalla Paulo. Este año, por la pandemia, repartió tapabocas con la imagen de la danta. Todo lo saca de su bolsillo, que se sostiene entre su casa arrendada en Pereira, los trabajos ocasionales que le salen como ingeniero ambiental y unos giros que le hace una tía que vive en el exterior. Le han resultado un par de alianzas para ‘engallar’ la campaña y llegar a más personas. Pero Paulo sigue tocando puertas.
"Está un poco limitado por el tema de la financiación. Como es un proyecto mio no tiene financiación de nadie, es un ejercicio propio, económico, logístico y se queda corto para lo que yo quisiera hacer", dice Paulo.
Un marco pintado con dantas
Pero en esta 'quijotada ambiental' flaquean os bolsillos, pero no las piernas. Paulo no se detiene y, cada que puede, prepara su bicicleta de ruta le acomoda cuatro alforjas, donde lleva sus elementos personales, sus herramientas para la bici y todo lo necesario para su aula ambiental.
Pesa, sí. Pero cuando mira hacia abajo, ve en el marco azul una fila de dantas blancas y y rojas: y entonces toma ánimos.
“Lo hago en bicicleta porque es un medio consecuente con el discurso ambiental”, dice.
Ruta de la Biodiversidad Foto:Paulo Quintero
Y en bici ha tomado nuevos rumbos. También ha hecho la Ruta de la Biodiversidad Festiver, que implicó ir desde Pereira hasta Barichara en bicicleta.
"Conocí a los directores del Festival de Cine Verde en Barichara. Y me invitaron a participar. Fui en bicicleta, en una travesía de seis días", cuenta Paulo. Esa ruta hasta Barichara ya la ha hecho dos veces. También ha ido al sur, hacia San Agustín.
2020: un 'frenazo' súbito
Como a todos, 2020 también le sacudió los planes a Paulo. Y no solo por la pandemia.
"El 18 de marzo me atropelló una moto cuando venía de hacer educación ambiental en la bicicleta. Ese accidente me fracturó un codo. El 2 de abril me hicieron la cirugía y esos primeros meses estuve en recuperación, en terapias y apenas pude retomar la actividad", lamenta.
Pero apenas pudo, se levantó y agarró carretera otra vez. Hizo la Ruta de la Biodiversidad Risaralda, en la que recorrió los 14 municipios del departamento con un apoyo financiero del Biparque Ukumarí, que conoció su proyecto.
Y para ponerse en sintonía con la pandemia, mandó a diseñar cerca de 200 tapabocas con la imagen de la danta. Algunos los regaló en el camino, otros los vendió. Pero 'el cuento' de la danta lo echó gratis, como siempre lo ha hecho.
Justo ahora, está entrando para hacer la ruta de la biodiversidad ‘Vuelta a los Nevados’.
Ruta de la Biodiversidad Foto:Paulo Quintero
Asegura que sus mejores alumnos son los niños, esos que viven en la alta montaña y en las zonas de páramo y que, como él, podrían toparse con la noble jardinera del bosque.
"Quiero sembrar en ellos la semilla de la protección ambiental, que se comprometan con sus ecosistemas", dice y agrega, "hay mucho conservacionismo de escritorio. Yo me la jugué por la acción, por visitar los lugares donde la educación ambiental no llega. Todo este tema suele estar en simposios, donde están los mismos de siempre, pero no llega a la gente del común, a los chicos de las escuelas campesinas".
Ruta de la Biodiversidad Foto:Paulo Quintero
Volver al comienzo
A principios de enero de este año, Paulo volvió a toparse con la danta. Iba en una de sus rutas por Risaralda y, en medio de un paso por la montaña, vio una huella. De tanto estudiarla, supo de qué se trataba.
Ya entrada la noche, la vio:
place
En la tarde una huella, en la noche lo encontramos a el. Un macho de Danta o Tapir de montaña.
"Nunca había estado tan cerca. Ella se aproximó..¡me lamió las piernas! Y pude tocarla", fue tremendo", relata.
Con ese recuerdo en mente, Paulo explica que quiere que 'Conservación Sobre Ruedas' sea algo más que el aula ambiental sobre su bicicleta. Le gustaría tener "una línea de investigación para aportar información sobre la densidad y la población de dantas en Risaralda. Eso requiere mucha financiación".
El gran sueño es llegar a crear la Fundación Conservación sobre Ruedas.