A las oraciones de un grupo de monjas, por un lado, y a la atención médica, por otro, les atribuyen en el Centro Bienestar del Anciano San Pedro Claver que cinco abuelitos, de entre 61 y 95 años, la mayoría con prexistencias médicas que hacían más crítica su situación, se hayan recuperado del covid-19 y hoy estén saludables.
Esta es la historia de María, de 92 años y con demencia senil leve e hipertensión; Carlos Julio, de 71, con diabetes e hipertensión; Hernando, de 68; Plinio, de 65, y José Hermilio, de 61 y quien requiere oxígeno de forma continua.
A ellos se unió días después Víctor Julio, de 82 años, con diabetes, hipertensión, hipertiroidismo e hiperlipidemia, y quien en aislamiento pasó la etapa más crítica y hace menos de una semana le confirmaron que había superado el virus. Todos fueron abandonados, no tienen familia identificada o estas no pueden asumir su custodia ni cuidado.
Dados los pésimos pronósticos y las experiencias internacionales, donde estos centros han terminado devastados por el virus, eran pocas las esperanzas de que en este hogar geriátrico de la Beneficencia de Cundinamarca, la única institución de ese tipo que hoy aún existe en el país, no pasara algo similar.
Pero con el caso de estos abuelos se abrió una luz. En el Centro, ubicado en la calle 1.ª sur con Caracas, en el centro de Bogotá, se encuentran 200 adultos mayores, y hasta hoy no hay casos con firmados de fallecidos por covid-19.
La alarma se dio el 3 de abril, cuando se confirmó que María resultó positiva. Ella había estado 4 días en una clínica por una neumonía, y al quinto, cuando ya se encontraba en el hogar, cumpliendo con un aislamiento preventivo, la reportaron como contagiada.
De inmediato, la Secretaría de Salud realizó el cerco epidemiológico y otros cuatro abuelitos terminaron acompañándola en su aislamiento. El personal del centro entró en pánico, por supuesto. Dos enfermeras renunciaron. Solo seis mujeres, entre ellas tres de servicios generales, decidieron quedarse con ellos las 24 horas durante todo el proceso.
Arriba nos apoyan, y abajo hicimos lo que teníamos que hacer
“Estábamos preparados para el peor desenlace con una mortalidad alta. Cuando las personas sobrepasan los 80 años, una de cada dos muere, y entre 70 y 80, de cada cinco se fallece una”, dice el médico Iván Moreno, subgerente de Protección de la Beneficencia, quien hoy asegura que solo ve dos razones por las cuales no se dieron los peores pronósticos: “Arriba nos apoyan, y abajo hicimos lo que teníamos que hacer”.
Cuando se confirmó que los primeros cuatro abuelos lograron vencer el covid-19, estos fueron aplaudidos por el personal médico y paramédico que los atendió durante mes y medio. Y hace seis días pasó lo mismo con el último.
Pero lo más relevante tal vez sea que no fueron llevados a una unidad de cuidados intensivos, sino que recibieron atención en el hogar. Allí tuvieron soporte de oxígeno, asistencia médica, suministro de fármacos, buena alimentación y asepsia.
El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres... Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios
El centro geriátrico es manejado por ocho monjas de la congregación de las Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver, en cabeza de la hermana María de Jesús Alzate, una caldense de 72 años que hoy es considerada una de las responsables de que el virus no haya causado una tragedia.
No solo porque sus oraciones habrían tenido efecto, sino también porque, desde que se declaró la alerta amarilla en la ciudad, estableció medidas estrictas de protección para todo el personal y para los adultos mayores.
“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres... Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”, dice la religiosa citando los Salmos y al apóstol Juan.
Por más increíble que parezca, y contra todos los malos augurios, en el Centro Bienestar del Anciano San Pedro Claver cinco abuelos lograron vencer el covid-19 y otros 196 no han sido contagiados. Cosas de la ciencia, del esfuerzo de los médicos y de enfermeras o de las oraciones diarias de ocho monjas; esa conclusión le queda a cada uno de los lectores.
GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ
Editor de Bogotá