Firman un pacto para salvar los páramos de Cundinamarca amenazados por el cambio climático

Los páramos de Colombia, considerados uno de los ecosistemas más únicos y biodiversos del planeta, enfrentan una serie de amenazas que ponen en riesgo su supervivencia. La expansión agrícola y la minería los han devastado , mientras que el cambio climático agrava la situación.

Por eso es imperativo que se tomen medidas urgentes para protegerlos y conservarlos. La creación de áreas protegidas, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles y la educación y conciencia sobre la importancia de estos ecosistemas son solo algunos de los pasos que se deben dar para garantizar la supervivencia de estos frágiles ecosistemas.

Debido a todo lo anterior y en un esfuerzo por comprometer a las autoridades de la región, la Corporación Autónoma Regional (CAR) y los representantes de 43 municipios con jurisdicción en ecosistemas de páramo firmaron el ‘Pacto por la Conservación de los Páramos’.

Alfred Ballesteros, director de la CAR, aseguró que partir de este pacto, se estructurarán convenios específicos y acciones concretas, como la compra de predios, acciones de restauración y esquemas de pago por servicios ambientales. “En fin, toda una serie de estrategias que nos permitan restaurar las condiciones ecosistémicas de nuestros páramos”. El propósito es proteger y gestionar de forma sostenible estos ecosistemas que han sido reconocidos como fuentes de agua, reservas de biodiversidad y reguladores climáticos.

Los seis complejos de páramos en la jurisdicción de la CAR incluyen Cruz Verde-Sumapaz, Chingaza, Rabanal-Río Bogotá, Altiplano Cundiboyacense, Iguaque-Merchán y Guerrero, el único complejo de páramo que pertenece exclusivamente a la jurisdicción de la CAR en Cundinamarca. Uno de los objetivos más claros es la delimitación de estos ecosistemas para su protección y gestión.

El pacto establece implementar seis acciones en páramos en el marco del PAC, iniciando con intervenciones en dos complejos de páramos con WWF en 2025. Esto tendrá una inversión de $1.442 millones.

También la generación de una línea base para recopilar información biofísica y definir zonificación para planes de manejo, así como adoptar planes en Rabanal y Chingaza.

De igual manera, se apoyarán 11 organizaciones comunitarias en la conservación y restauración gracias a una inversión: $1.300 millones y se establecerán convenios para conservar el oso andino y el cóndor, además de restaurar ecosistemas en Chingaza, Guerrero y Cuchillas. La inversión será de $2.664 millones.

Ballesteros dijo que adaptarnos a esta nueva realidad del cambio climático obliga a cuidar el recurso hídrico. Para lograrlo, es fundamental conservar las áreas protegidas. “Recordemos que de los páramos obtenemos el 70% del agua que consumen los habitantes de Colombia. Es necesario evitar la ampliación de la frontera agrícola y las afectaciones a los páramos, y que todos trabajemos por la conservación y el cuidado de este paraíso natural: los páramos del territorio CAR”.

Según expertos, la deforestación y la degradación de los suelos han alterado la capacidad de los páramos para regular el ciclo del agua, lo que puede tener graves consecuencias para la biodiversidad y la resiliencia de estos ecosistemas.

Los efectos de las altas temperaturas, que cada año encienden las alarmas de gobiernos en el mundo, se suman a los impactos de la mano del hombre, como las quemas para apoderarse de terrenos en la alta montaña, para agricultura, ganadería y tráfico de drogas, la minería ilegal y legal que altera los suelos, y la contaminación.

Jesús Tobón Marín, profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), ha dicho en medios del plantel que “en el país se ha perdido el 57 por ciento de los ecosistemas de páramo; el restante va en detrimento, donde los suelos se han perdido, la vegetación ha desaparecido y algunos están con baja degradación. Esta realidad impacta en la capacidad de almacenar agua y en la prestación de servicios ecosistémicos, como la captura de carbono”.

CAROL MALAVER

SUBEDITORA BOGOTÁ

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