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Tragedia en glamping: ‘Mi hermana era muy alegre y amaba a los animales’
Esta es la historia de Deysy Yamilé Riaño, la mujer de 42 años que murió intoxicada.
Deysy Yamilé Riaño, la mujer de 42 años que murió por respirar monóxido de carbono. Foto: Archivo Particular
Deysy Yamilé Riaño hacía parte de una familia de ocho hermanos, seis mujeres y dos hombres, oriundos del municipio de Ubaté, en el departamento de Cundinamarca. Ella era a de empresas y especialista en Talento Humano y por eso dirigía los negocios de su padre.
Su amor era su hija Sofía, de 18 años, por quien se desvivía y trabajaba día tras día. Era una madre amorosa, comprometida con su familia y con los animales, a quienes les dedicaba gran parte de su tiempo. “Tenía tres perros adoptados en su casa, hacía campañas para alimentar a los animales callejeros y buscaba recursos para esterilizarlos”, contó su hermana Claudia Riaño, con quien tenía una relación muy estrecha y compartían sueños en común.
“Tenía tres perros adoptados en su casa, hacía campañas para alimentar a los animales callejeros y buscaba recursos para esterilizarlos”
El día de la tragedia, el sábado 9 de abril, ella acompañaba a su novio, Fabián Guillermo Sarmiento, a un partido de fútbol. Él es arbitro y profesor. “Sabemos que su pareja pitó el partido y que luego se fueron a descansar al glamping Bella Vista que queda muy cerca del municipio de Manta (Cundinamarca), a cinco minutos en tiempo de desplazamiento. Por eso lo escogieron”, contó Claudia.
Confiados, se dispusieron a descansar, pero con lo que no contaban era con que el calentador del gas estaba conectado con tuberías de PVC muy improvisadas. “Eso fue evidente desde el primer momento. La llave giraba y se abría el conducto. Estaba mal instalado, había un escape y eso mató a mi hermana. El monóxido la envenenó”, agregó su hermana.
Toda la noche estuvieron respirando el gas, pero solo hasta el día siguiente, domingo 10 de abril, a las 2 de la tarde, el dueño de la empresa decidió ir a revisar lo ocurrido con la pareja que no había salido de la infraestructura. “Él golpeó a su puerta y al ver que no respondían rompió el vidrio y se encontró con la escena. Mi hermana fallecida y su pareja en estado crítico”, recordó Claudia.
Cuando la familia se enteró de la tragedia todos sus quedaron devastados. “Lo más triste es que la empresa Bella Vista no nos ha dado la cara. Cuando fuimos nos atendió una encargada y lo peor es que habían retirado la instalación de gas. Escondieron las pruebas. Con lo que no contaban era con que cuando hicieron el levantamiento del cuerpo le tomaron fotos a todo. No van a poder evadir su responsabilidad”.
Otro episodio sumió a la familia en el dolor. “Fueron inhumanos. Tanto los dueños del lugar como las autoridades nos dijeron que mi hermana había consumido sustancias psicoactivas, que estaban borrachos, y que por eso había fallecido. Nos revictimizaron de una forma terrible”, relató la familia de la mujer.
Deysy Yamilé Riaño amaba a los animales. Foto:Archivo particular
Luego, cuando la familia de la víctima habló con el médico forense que atiende el caso, les dijo que ella no tenía rastros de drogas en su cuerpo, pero sí de monóxido. “Este gas deja unas líneas blancas en la piel que comienzan a aparecer con el tiempo. El cuerpo de mi hermana las tenía. Eso sí, solo hasta dentro de 90 días el Instituto Nacional de Medicina Legal nos entrega el dictamen final”, aseguró Claudia.
El novio de Deysy, de 44 años, profesor de natación y árbitro de fútbol, aún se encuentra en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), en la clínica Nuevo Lago. “Él está muy mal. Tuvo un infarto cerebral. Estamos esperando con fe a que su cuerpo responda. Él fue la última persona que estuvo con mi hermana y rogamos por su recuperación”, le dijo la familia a EL TIEMPO.
Luego de semejante tragedia la familia de la víctima interpondrá una demanda no solo en contra de la empresa de glamping sino contra las autoridades por el trato que recibieron y por los graves daños psicológicos que, dicen, le causaron a la hija de Deysy. “La niña entró en una crisis terrible pensando que a su mamá alguien la había drogado. Escuchar todas esas cosas fue muy duro. Para salvar responsabilidades fueron capaces de inventar sin siquiera tener en sus manos los resultados de los exámenes. Gracias a Dios está la ciencia”, dijo Claudia.
La familia, incluso, estuvo pendiente de los exámenes del laboratorio de Fabián. Ahí tampoco salieron rastros de sustancias psicoactivas ni de alcohol. “Si mi hermana hubiera consumido, él también lo hubiera hecho”.
Los sueños truncados
El duelo de la familia de Deysy está más vivo que nunca. Claudia le contó a EL TIEMPO que tenían muchas proyecciones con su hermana. Eran muy unidas. “Fue siempre mi amiga, mi parcera. Queríamos montar un Tostado porque en Ubaté no hay, hablábamos de irnos a Europa a montar cafeterías ya que sabíamos del negocio. Todo se vino abajo con su muerte”.
Sus allegados la recuerdan como una mujer alegre, que siempre alegraba el ambiente con una sonrisa, y que cuando transitó por momentos difíciles mantuvo la compostura. “Era una mamá y una tía maravillosa. Todos sus sobrinos la amaban y no han parado de llorar”.
La mamá de Deysy no se recupera, no ha querido levantarse de la cama. La tragedia la tiene sumida en una profunda depresión. “Esto es una pesadilla. La gente escribe muchas cosas en redes sociales sin del dolor por el que estamos pasando”.
La familia va a emprender una causa, y es que la Gobernación de Cundinamarca y el Gobierno Nacional y local empiecen a regular estos sitios que ahora pululan en varios departamentos en el país. “Ahora todo el mundo monta un sitio de estos y quién los controla. Que lo hagan, pero garantizándoles la seguridad a los clientes. Con toda la responsabilidad del caso, con buena ventilación, con estructuras fuertes y seguras, con todo el papeleo al día”.
Claudia golpeó muchas puertas para pedir ayuda con su caso, pero ante la negativa de varias autoridades decidió ar a los medios de comunicación. “Es necesario evitar más muertes por esta causa”.
Deysy murió sumida en un profundo sueño, pero su hija, sus familiares, sus amigos viven una completa desdicha. “Cada recuerdo duele. Nosotras teníamos una reunión el lunes de la Semana Santa y yo le insistía en programarnos. Ella me respondió: ¡Paciencia! Se reía de mis afanes. Me voy a quedar con eso, con su sonrisa, con su ayuda en los momentos más difíciles. Vamos a ayudar a sus animalitos porque hoy también sufren con su ausencia”.
Hace muy poco se habían ido a bailar, habían reído a carcajadas. Tardarán en superar la ausencia de Deysy, pero los reconforta saber que lucharán para que el caso no quede impune.