La mamá del patrullero de 41 años
Humberto Soto Sabogal no pudo volver a ver a su hijo con vida, el 24 de agosto cumplía años. Eso y la celebración de su familia y amigos acabaron por la mano criminal de dos hombres el pasado jueves 12 de agosto, en medio de una requisa. Vilmente le propinaron varios disparos que lo llevaron a la muerte en las calles del
barrio Ciudad Berna.El uniformado, del Espinal, Tolima, era casado, padre de dos hijos y en su carrera profesional se había destacado por sus servicios en la estación de policía de Villeta, Cundinamarca; el Escuadrón Móvil Antidisturbios, la Dirección de Tránsito y Transporte y la Policía Metropolitana de Bogotá, donde prestó la mayor parte de su servicio a la ciudadanía, desde el CAI Ciudad Berna.
El policía no solo era querido en su familia, también en su trabajo. Desde el 2005 formaba parte de la institución. Entre sus méritos académicos, se destacó por sus capacitaciones constantes en el Sistema Penal Acusatorio, relaciones públicas, seguridad vial, servicio al ciudadano, derechos humanos, entre otros. Fue merecedor de 55 felicitaciones que reposan en su hoja de vida.
Su compañero de trabajo, que lo vio con vida por última vez, también lamenta su muerte. Jesús David Pineda Mercado, de 24 años, quien resultó lesionado durante la acción policial, no sale del asombro y la tristeza.
Desenfundó un arma de fuego y nos amenazó, nos dijo que soltáramos nuestras armas. Al querer reaccionar, la moto de nosotros se nos vino encima, y ambos caímos al suelo
Tiene vivos los últimos recuerdos con su amigo. Habían acabado de recibir un reporte sobre un vehículo sospechoso en ese punto de la ciudad y ambos partieron; al no encontrar el automotor, procedieron a solicitarles una requisa a cuatro hombres que estaban cerca del lugar. Entonces uno de ellos “desenfundó un arma de fuego y nos amenazó, nos dijo que soltáramos nuestras armas. Al querer reaccionar, la moto de nosotros se nos vino encima, y ambos caímos al suelo”, comentó el patrullero.
Hoy reconoce la valentía de su compañero. Sabogal se levantó de inmediato y se abalanzó sobre el hombre armado y forcejeó con él. “Yo seguí en el suelo, pues la moto estaba sobre mi pierna; pedí refuerzos por el radio, pero enseguida escuché dos disparos y alcancé a divisar que los delincuentes se escaparon”.
La sobrina de Sabogal fue vocera de la tristeza de la familia. “Esperamos que se haga justicia y que no quede impune su muerte porque es mucha la pérdida y el dolor”, dijo. Ella lo recuerda como una persona carismática, preocupada por su hogar y sus hijos, querido por los comerciantes del sector donde vivía. “Era muy compañerista. Era como un papá para mí, he vivido con él siempre”, contó la mujer.
REDACCIÓN BOGOTÁ