El Distrito prepara un decreto que autorizará la renovación urbana de los barrios Los Alcázares, 7 de Agosto y Patria, en la localidad de Barrios Unidos, de las calles 80 y 90 a la 63F y entre las carreras 24 y 30, con el objetivo principal de construir una alameda financiada con aportes del sector privado, que busca conectar el parque El Virrey con el parque Simón Bolívar.
La Alameda Entreparques tendría una extensión de cerca de 2,1 kilómetros entre el canal Río Negro (calle 90) y el parque Simón Bolívar, y en una primera etapa atravesaría los barrios 7 de Agosto y Los Alcázares. En el futuro se tendría que completar la conexión entre el canal Río Negro y el parque El Virrey, que implica cruzar el barrio El Polo, que no está contemplado en este proyecto de renovación urbana.
Para conseguir los recursos para el parque lineal se impondrán cargas a los privados, a cambio de autorizarles la edificación en altura con promedios de entre 8 y 16 pisos. Estos barrios hacen parte de una zona en la que predominan casas de tres pisos, construidas en los años 30 del siglo XX. Hoy, la norma no permite construir en altura, y el nuevo decreto desataría esa prohibición.
La idea es que quien quiera construir más pisos pueda hacerlo, pero pagando a cambio de esa mayor edificabilidad. En los barrios se permitirá una altura máxima de ocho pisos, pero al borde de las vías arterias y de la futura alameda se podrán implantar hasta 16.
El tema ya genera polémica. Quienes lo cuestionan consideran que la construcción de los nuevos edificios implicará demoler ciudad y expulsar a los residentes de los barrios. El urbanista Mario Noriega dice que proyectos como este “eliminan comunidades para reemplazarlas por torres de vivienda”.
Entre los residentes, quienes más temen son los habitantes de casas ubicadas en la zona por donde irá el trazado del parque lineal, porque sienten que tarde o temprano sus viviendas serán demolidas.
“Quiero aclarar que estamos dando una opción adicional, pero al que quiera quedarse en su casa como está nadie le va a decir que se tiene que ir”, explicó el secretario de Planeación, Andrés Ortiz.
Dijo que lo que busca Entreparques es dar alternativas de edificabilidad como se ha hecho en el pasado en sectores como El Chicó o Santa Bárbara, con la diferencia de que en este caso los privados pagarán cargas por los pisos adicionales, y ese dinero se destinará a generar espacio público en la zona. Los recursos recaudados irán a una fiducia, y a medida que haya para comprar una manzana se irá construyendo.
Quiero aclarar que estamos dando una opción adicional, pero al que quiera quedarse en su casa como está nadie le va a decir que se tiene que ir
Será una fila de manzanas, alrededor de 20 cuadras, que irá entre las carreras 28 y 28A, desde la calle 80 hasta la 63G (vea mapa). En el decreto, esas manzanas quedarán reservadas.
El Distrito explicó que el proyecto es de renovación en la modalidad de reactivación, porque se mantendrá la opción actual de no hacer nada con las viviendas que hay en el sector, de trabajar con los parámetros de tres pisos, que no generan cargas, y al mismo tiempo habrá la posibilidad de edificar en altura.
En cualquier caso, lo que sí cambiará es el manejo del espacio público. El decreto fijará nuevas condiciones: las aceras que hoy son de 1 a 3 metros, en el futuro solo podrán ser de 5 metros en las calles internas y de 12 metros en las vías arterias, como la 24, la NQS o el nuevo parque lineal.
Tres asuntos están entre las justificaciones del Distrito para promover la renovación de esta zona. Primero, el deterioro del espacio público, especialmente en el 7 de Agosto, donde los andenes están ocupados por talleres y todo tipo de actividades económicas.
Segundo, la necesidad de generar espacio público de calidad en la ciudad construida, y esto se busca con la alameda y los nuevos andenes, y tercero, la urgencia de optimizar el uso del suelo en una zona que tiene baja densidad de población, pero cuenta con infraestructura de servicios, transporte y equipamientos para recibir más habitantes.
Es una zona estratégica por la ubicación y el transporte. Está rodeada y conectada por las troncales de TransMilenio de la carrera 30, la calle 80 y la avenida Suba, y recibe la influencia de la troncal de la avenida Caracas.
Úrsula Ablanque Mejía, gerente general de la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano de Bogotá, explicó que, al final, el decreto propondrá una edificabilidad que permita un mejor uso del suelo y la financiación del espacio público y las redes de soporte, para permitir la llegada de nuevos hogares al sector en el futuro.
El 7 de Agosto y Los Alcázares tienen en términos estructurales dimensiones similares. Casi todas las casas son residenciales y no sobrepasan los cuatro pisos, aunque muchas combinan el uso de vivienda con actividades económicas.
Para algunos vecinos, los cambios que han tenido los barrios no han sido trascendentales; al contrario, las casas son muy parecidas y varias fachadas incluso envejecieron, al ritmo de sus residentes, aunque no tan rápido. “Yo creo que los edificios no cambiaron, lo que cambió fue el personal”, dice Víctor Rodríguez, un comerciante de frutas, de 87 años, que nació en el 7 de Agosto.
Con esa frase se refiere a las personas que llegaron a vivir a la zona y los negocios que se organizaron allí, que son mayoritariamente talleres de mecánica y ventas de autopartes.
“Al principio no estaban, había comercio de otro tipo y se veían más personas en la calle, ahora abundan los carros”, dice Víctor, quien más o menos sabe en qué consistiría el proyecto Entreparques. Sin embargo, le es indiferente.
Muy cerca de él trabaja Pedro*, dueño de un taller de mecánica desde hace más de 20 años. Dos empleados intentan ofrecerles buenos precios a los clientes que transitan por el lugar. Para él, construir más pisos en la edificación donde se ubica sería beneficioso. “Podría expandir el negocio o arrendar”, responde.
Aunque él cree que resultaría favorecido, en el barrio Los Alcázares hay personas que no opinan lo mismo. Al contrario, se sienten amenazadas.
Aurora Rodríguez es una de ellas. Vive en una casa que tiene dos pisos, una pequeña terraza y un antejardín con varios árboles y flores. Dice que su vivienda está en riesgo porque la alameda del proyecto Entreparques se ubicaría sobre su casa, lo que implicaría su demolición.
La sola idea de abandonar el lugar donde creció la atormenta. “Irme de aquí significa olvidarme de un buen vivir, además mis padres se esforzaron mucho para tener esta vivienda. La negociaron con la esposa del almirante Piedrahíta de las Fuerzas Militares”, cuenta.
A ella se unieron varios residentes que tampoco desean vender sus casas. A veces se reúnen para discutir el futuro de sus predios y cuestionan el valor que les podrían dar por sus propiedades.
“Es que no nos darán el valor real, sino que se basarán en el predial. No vamos a regalar nuestro patrimonio”, advierte Aurora, mientras su hermana asiente. “Vea, esta casa es el reflejo de este barrio: somos trabajadores independientes. Si nos sacan de aquí, ¿a qué nos vamos a dedicar?”, cuestiona.
Por ahora se organiza junto con sus vecinos y hasta tienen abogado para asesorarse.
YOLANDA GÓMEZ TORRES
Editora sección Bogotá
EL TIEMPO