Revelan que en Bogotá ya van 42 muertos por intoxicación con alcohol metílico que costó entre 2.700 y 3.000 pesos

En 2022, un caso de una pareja de esposos que se pasó en la ingesta de alcohol en una fiesta familiar impactó a Bogotá. Ellos habían tomado un licor que llevaba el nombre de Cabañita y no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a manifestar los primeros síntomas de intoxicación. “Él estaba cumpliendo años y, lastimosamente, se pasaron”, dijo una de sus familiares.

De 53 y 50 años, respectivamente, ingresaron al hospital Santa Clara con horas de diferencia, pero ambos tuvieron el mismo final. “Ellos estaban muy, muy mal. Aún no nos reponemos de la tragedia”, agregó.

Otra de las tragedias fue la de Yesid Bermúdez, de 44 años, residente del barrio San Agustín de la localidad de Rafael Uribe Uribe pues fue otra víctima de este flagelo. Sus amigos los trasladaron hacia un hospital en un taxi cuando presentó graves signos de intoxicación. “Estaba ciego y le faltaba la respiración, por eso acudimos a ayudarlo”, contó en esa época uno de sus amigos. “El examen arrojó que tenía metanol y por eso le dio un paro cardiorrespiratorio y falleció”.

Por casos como estos, la médica Jennifer Cárdenas Romero, especialista en Medicina Forense de la Universidad Nacional, lideró una minuciosa investigación en la que determinó que en Bogotá ya hay 42 víctimas fatales de intoxicación por alcohol metílico.

La experta se puso la meta de seguirle el rastro a los casos que ingresaron entre noviembre de 2022 y enero de 2023 a la sede central del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en Bogotá y sus hallazgos fueron gravísimos.

Uno de sus descubrimientos es que la mayoría de las víctimas comparten características comunes como que son personas en condiciones de vulnerabilidad socioeconómica, trabajan en empleos informales y que habían quedado con graves daños en su salud como lesiones cerebrales severas y afectaciones en los riñones.

Explicó una importante diferencia entre el alcohol etílico y el metílico. El primero de ellos, dijo, está en las bebidas alcohólicas como el vino y la cerveza y aunque su ingesta desproporcionada es perjudicial para la salud el cuerpo humano lo puede procesar, el segundo, por su parte, es altamente tóxico. “Por eso su uso se reduce a productos industriales como anticongelantes o disolventes, pero nunca debe ser consumido”.

Romero añadió que mientras el etanol produce embriaguez y la mayoría de las veces su consumo no lleva a la muerte, el metanol, incluso en pequeñas cantidades, puede causar ceguera, daño cerebral permanente o la muerte.

El meollo del asunto está en que ambos comparten un sabor y un olor muy similares y eso les facilita a las bandas dedicadas a este ilícito el proceso de adulteración sin que quienes los compran y lo consumen, lo noten. “Aunque en Colombia está prohibida la venta de metanol para consumo humano, hay quienes se las ingenian para meter gato por liebre”, dijo la experta.

La investigación duró más de un año e incluyó una exhaustiva revisión de 42 expedientes de necropsia que contenían información sobre los antecedentes toxicológicos, los síntomas, los signos y la atención médica.

La edad promedio de las víctimas fue de 54 años, con una escolaridad que en ningún caso superó el bachillerato, y la mayoría eran trabajadores informales, vendedores ambulantes, comerciantes o personas dedicadas al cuidado del hogar.

Todas las personas que murieron intoxicadas por metanol eran de estratos 1 y 2, ubicados en el centro y sur de la ciudad. “Los mapas elaborados mostraron una clara concentración en las localidades de Santa Fe y San Cristóbal; además, la mayoría había comprado el licor adulterado en algún sitio y se lo había llevado a beber a su casa”.

Según el estudio, todo parece indicar que las víctimas fatales del alcohol metílico no tuvieron en cuenta o no se dieron cuenta la precariedad de los envases del líquido que consumieron.

La mayoría, según la investigadora, eran botellas de plástico con tapas sencillas, comercializadas a precios muy bajos, entre 2.700 y 3.000 pesos. Y ahí en donde la experta hace hincapié en la urgente necesidad de más programas de prevención.

Además, añadió que persisten las fallas en el sistema de salud para detectar estos casos. “Algunas personas llegaron inconscientes a los hospitales y los médicos no sospecharon de intoxicación por metanol, y si no se sospecha, no se diagnostica, por es importante que el personal de salud esté entrenado para detectar la intoxicación y darle un manejo oportuno”, explicó la doctora Cárdenas.

Según Romero, en el análisis se encontró que 15 de los 42 casos contaban con reporte de metanol positivo del hospital, mientras que en 27 casos el Laboratorio de Toxicología del Instituto de Medicina Legal confirmó la presencia del metanol en la sangre o en el humor vítreo que es una sustancia transparente y gelatinosa que llena el espacio interior del ojo, ubicado entre el cristalino y la retina.

Igualmente, se encontraron 32 casos con alteración del estado de conciencia, que explica la investigadora en su estudio: es síntoma comúnmente asociado con el estado de embriaguez, por lo que muchos lo consideraron como algo “normal” y lo pasaron por alto.

Otros de los síntomas reportados fueron pérdida de la agudeza visual o baja visión, convulsiones, dificultad para respirar, vómito, dolor de cabeza y dolor torácico.

“Algunas familias pensaron que era un guayabo prolongado. La gente no sabe que, si alguien tiene disminución de la visión tras beber, es una señal clara de intoxicación por metanol”, explicó la doctora.

Insistió además en que esta falta de conocimiento por parte de las víctimas y sus familias resultó en retrasos fatales para buscar atención médica. “A estas afectaciones se suman los daños en los riñones y las lesiones cerebrales severas, particularmente en una estructura llamada putamen, que es clave en el control motor, el aprendizaje, la motivación y la cognición”.

Según cifras de la Policía Metropolitana de Bogotá este año han sido incautadas 302 unidades de licor adulterado, pero explican que el consolidado lo maneja la Gobernación de Cundinamarca.

La semana pasada, en un operativo realizado en Bosa por la Secretaría de Seguridad, la Policía Metropolitana de Bogotá, el grupo de Fiscalización de la Gobernación de Cundinamarca y la Fábrica de Licores de Antioquía, se hallaron en un cuarto escondido en una cocineta, 85 botellas de licor adulterado, un arma de fuego tipo revólver y una pistola traumática en un bar, en el sector de Bosa Piamonte.

Uno de los policías que ingresó al tercer piso notó un movimiento sospechoso de algunas personas en un cuarto de cocina. Al revisar con detalle descubrió una caleta con las botellas de licor adulterado. “Al parecer este licor lo tenían listo para vender durante la final de la Copa América entre Colombia y Argentina, pero afortunadamente se logró incautar y proteger la salud e integridad de muchos ciudadanos” advirtió el comandante de la Estación de Policía de Bosa, mayor Carlos Eduardo Hurtado Villamil.

El establecimiento fue sellado y se impuso una multa de $9.400.000 al propietario del negocio, Además deberá afrontar cargos por porte ilegal de armas y corrupción de alimentos.

Otro gran golpe  por parte de las autoridades de la región Cundinamarqués fue el decomiso de más de 2.000 unidades de licor falsificadas, que representaban un grave riesgo para la salud pública. Todo ocurrió en un allanamiento, realizado en una bodega de un centro comercial de la calle 13, ubicado en la localidad de Los Mártires de Bogotá, en el que no se presentaron capturas.

Gracias a este operativo conjunto, adelantado por funcionarios de la Subdirección de Fiscalización de la Secretaría de Hacienda de Cundinamarca, la Policía Fiscal y Aduanera (POLFA), la seccional de inteligencia SIPOL y aliados protectores de marca, se frenó la distribución de: 914 botellas de whisky, 251 de ron, 1.045 de aguardiente, 74 de vodka, 29 de tequila, dos de crema de whisky y dos sin etiqueta. Además de 120 cajas recicladas de whisky y 185 pliegos de estampillas que serían utilizados para la distribución de licor falsificado. 

CAROL MALAVER

SUBEDITORA BOGOTÁ

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