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Opinión

Voy y vuelvo | La mentira como estrategia

En los últimos días, la mentira ha pululado en las redes sociales. Lo cual no es ninguna novedad. Mucho de lo que se dice en ellas es inexacto, exagerado, medias verdades o abiertamente mentiroso.

Carlos Fernando Galán y Gustavo Petro.

Carlos Fernando Galán y Gustavo Petro. Foto: Juan David Cuevas. EL TIEMPO / Sergio Acero. EL TIEMPO

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En los últimos días, la mentira ha pululado en las redes sociales. Lo cual no es ninguna novedad. Mucho de lo que se dice en ellas es inexacto, exagerado, medias verdades o abiertamente mentiroso. Ya no es ningún secreto decir que las redes, así como masificaron la participación ciudadana en el debate público y contribuyeron a generar opinión, también fueron aprovechadas por bodegas pagas, mitómanos, politiqueros de oficio y personas que se venden al mejor postor con tal de mentir.
Darle retuit a un texto, una foto o un video que no sabemos de dónde viene o que, peor aún, a sabiendas de su origen espurio decidimos compartirlo porque así hago daño o contribuyo con la mentira o me pongo del lado del mentiroso con quien me unen fines y métodos, estamos contribuyendo a edificar más cadenas de odio, desesperanza y falta de confianza en nuestras instituciones.
Esta no es una columna para defender a nadie.
Es para hacer un llamado a no caer en las redes del populismo que quiere acomodar la verdad a sus intereses, que desprecia la ciencia y la evidencia, lo mismo que a la justicia.
Le pasó al Presidente de la República, que en pocos días compartió videos con leyendas falsas, otros abiertamente mentirosos y desmentidos por las propias autoridades, como sucedió con el famoso helicóptero al que Daniel Quintero señaló de estarlo espiando. O bombardeos que ocurrieron en otras guerras distintas a las que se pregonaban.
De esta cadena de mentiras no se salvó el alcalde Carlos Fernando Galán. Desde el propio Congreso salió una parlamentaria con el argumento de que Coca-Cola captaba agua ilegalmente de Chingaza. Lo cual no es cierto. Y que el alcalde lo permitía. Lo cual tampoco es cierto. Y que el mandatario de los bogotanos hacía parte de la junta directiva de la susodicha empresa. Falso. Y que eso era lo que tenía a los bogotanos con racionamiento de agua, falso.
Toda una sarta de mentiras, imprecisiones, señalamientos y falta de rigurosidad que no se compadecen con nada. Una mínima corroboración de datos, que es lo que solemos hacer los periodistas, les hubiera advertido a la parlamentaria y a todos los que le hicieron coro que se trataba de una información errada. Y pese a que muchos así se lo hicieron saber y que el propio Galán salió a aclararlo en reiteradas ocasiones, la mentira se siguió propagando.
Una mínima corroboración de datos, que es lo que solemos hacer los periodistas, les hubiera advertido a la parlamentaria y a todos los que le hicieron coro que se trataba de una información errada
No fue sino hasta que el alcalde amenazó con demandas a los autores de los trinos que estos decidieron salir con el rabo entre las piernas a reconocer la metida de pata y a decir que se habían equivocado. Pero muy seguramente siempre lo supieron, solo que les resultaba más cómodo y oportunista colgarse de la cadena de falsedades porque la estrategia es golpear al alcalde, desprestigiarlo a él y a su gobierno, pescar en río revuelto de cara a la contienda electoral que arranca. O simplemente porque les molesta que Bogotá esté haciendo lo posible por salir adelante mientras el Gobierno Nacional se empantana en infinidad de temas.
En su más reciente libro, Nexus, Harari aproxima una explicación para esta forma de actuar. Y tiene que ver con el populismo y su idea de que es a través de la manipulación de la información como se adquiere poder. Desconociendo la verdad, manipulándola o generando una realidad alterna, el populista consigue un arma que usa a sus anchas en una autopista sin límites, comoquiera que las redes funcionan sin mayores controles ni contrastes. Para los populistas solo existe su propia verdad, no los conmueven lo hechos, ni las evidencias ni las fuentes serias que nutren la realidad. Por la misma vía, tampoco reconocerán sus errores. “Los populistas (...) instan a la gente a desconfiar de toda institución y figura de autoridad...”, añade Harari.
Esta no es una columna para defender a nadie. Es para hacer un llamado a no caer en las redes del populismo que quiere acomodar la verdad a sus intereses, que desprecia la ciencia y la evidencia, lo mismo que la justicia, pues todo lo que interesa es conseguir el poder a toda costa.
No podemos caer en estas trampas. Hay cómo evitarlo, simplemente no comparta lo que no sabe de dónde viene o quién lo dice o por qué lo dice. Son preguntas básicas que debemos hacernos cada vez que nuestra red social es invadida por discursos malintencionados, prepagos, elaborados con el único fin de construir una narrativa que lleve a una mentira a tener visos de verdad, con el único propósito de hacer daño, confundir a la gente y propiciar el caos.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor General
EL TIEMPO
@ernestocortes28

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