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El barrio Lucero se vistió de Carnaval para despedir a Joselito
Este desfile lleva unos 40 años saliendo por las calles del Centro de Barranquilla.
La abogada Mildred Salas se disfraza de Monja todos los años para despedir a Joselito Carnaval. Foto: Vanexa Romero / EL TIEMPO
A las 10:00 a.m. en la esquina de la calle 54 con carrera 37 del barrio Lucero, Álvaro Sanjuan estaba instalado esperando uno de los eventos que más disfruta del Carnaval de Barranquilla: el desfile de Joselito Carnaval.
El hombre de 71 años de edad, pensionado de una caja de compensación familiar, se sentó en una silla de la tienda con una mochila terciada en la que llevaba un concentrador de oxigeno portátil, que le permite respirar con tranquilidad debido a la fibrosis pulmonar que padece desde hace dos años.
Allí con su sombrero y gafas oscuras saludaba a los vecinos y amigos que se comenzaron a congregar en este punto del Centro de la ciudad, como lo han hecho durante 40 años, para despedir los carnavales.
Sanjuan vive a en un conjunto residencia a unos metros de donde se encuentra esperando que pase el desfile, el mismo que por más de 20 años salió se gozó todos los martes de carnaval.
“Ya no puedo salir, pero van mi compadre y mis amigos. Los espero que lleguen del recorrido y gozo viéndolos a ellos disfrutar”, dice el hombre que no pierde su estado de ánimo y que aplaude a cada disfraz y viuda que se aparece para despedir emblemático personaje de los carnavales de Barranquilla.
En las calles del barrio Lucero, la emoción y el bullicio inundan el ambiente los martes de Carnaval. Esta tradición, que lleva más de 40 años deleitando a locales y visitantes por igual, es un verdadero símbolo de la cultura y la identidad barranquillera.
Allí vecinos y comerciantes reúnen para comprar una caja mortuoria que la colocan en la mitad de la calle para llamar al resto de la comunidad a que salga a despedir a Joselito Carnaval.
Los habitantes del barrio Lucero salen a recibir el desfile de Joselito Carnaval. Todos quieren conservar fotos. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Es la señal para que desde tempranas horas de la mañana, los habitantes del barrio Lucero se congregan en la calle 54 con carrera 37, ansiosos por presenciar y participar en esta festividad tan esperada.
Joselito Carnaval es un personaje emblemático en la cultura del carnaval de Barranquilla. Representa la figura de un hombre común que, durante el carnaval, disfruta al máximo de la fiesta y la alegría que caracterizan a esta celebración.
Si bien no es una figura histórica concreta, su nombre se ha convertido en un símbolo de la diversión y la espontaneidad para despedir cada año el carnaval barranquillero.
Las viudas llorando la partida de Joselito Carnaval. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Por eso en el barrio Lucero, lo que comenzó como una celebración improvisada entre los mismos habitantes del barrio se ha convertido en un evento emblemático que atrae a personas de todas las edades y clases sociales.
Rafael Solano, de 68 años de edad, llegó con sus dos nietos a las 10:30 a.m. “Esto es tradición, es el desfile de la gente”, dice el hombre que tiene listo su disfraz de Monocuco. Como en los últimos 30 años llegó al desfile, él vive en el sector de Riomar, norte de Barranquilla, atraviesa la ciudad para participar en este desfile de barrio.
Lo que hace especial a este desfile del entierro de Joselito es su autenticidad y su arraigo en la comunidad. Aquí, no hay grandes carrozas ni comparsas organizadas por empresas o instituciones. En cambio, son los propios vecinos quienes toman la iniciativa, desde vendedores ambulantes hasta mecánicos, amas de casa, abogados y pensionados, todos unidos por el deseo de mantener viva la tradición de que el carnaval es del pueblo.
Josefina Niebles. De 82 años de edad, llega al punto de encuentro como hace 20 años. “Vivo a media cuadra, vengo todos los años acompañar el desfile”, dice la mujer que en medio del sofocante calor de las 11 a.m. dice que no siente nada. “Así es el carnaval, a pleno sol”, agrega ella quien llega en compañía de su hijo que la acompaña hacer el recorrido de más de dos horas.
A medida que avanzaba el desfile por las estrechas calles de los barrios Lucero, Los Pinos, Los Andes y Recreo la música retumba en cada esquina y los colores vibrantes de los disfraces llenaban el aire de alegría y energía festiva.
Los niños corrían emocionados detrás de los grupos de bailarines, mientras que los adultos se unían al ritmo de la música, contagiados por la atmósfera festiva. Todos querían fotos con las viudas y los disfraces de religiosos que acompañan en féretro.
No se metieron en el cajón
Como detalle del desfile, este año no hubo voluntario para encarna el papel de Joselito Carnaval, cuyo principal trabajo es meterse en el cajón y dejar que las viudas y amigos lo lloren durante todo el cortejo fúnebre.
El tema tiene una explicación, dice Roberto Viesner, quien durante 29 años ha estado en el desfile. “Seis de los que han participado como Joselito se han muerto, me acuerdo de Alfredo, Armando, un trabajador de la funeraria que nos prestaba el cajón, y se me escapan los otros nombres”.
El desfile va acompañado de música de carnaval que suena en todo el recorrido gracias a las potentes máquinas de algunos carros particulares que acompañan el cortejo. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Es decir que ya hay un agüero en el barrio Lucero: El que se mete en el cajón los martes de carnaval para el desfile de Joselito Carnaval, parece que tiene los días contados.
Sin embargo este martes no faltaron las viudas llorando y los amigos del emblemático personaje despidiéndolo en medio de la estruendosa música, cerveza, ron y una nube de maicena.
Un desfile para todos
Pero lo más notable de este desfile es que, una vez que pasa por las calles del barrio Lucero, no se detiene allí. En lugar de eso, la gente se va sumando al desfile a medida que avanza, transformando las calles de Barranquilla en una gran fiesta callejera.
En la intersección de la calle 54 con carrera 37, el desfile alcanza su punto culminante, con multitudes de personas bailando y celebrando juntas, en un espectáculo totalmente gratuito y accesible para todos.
Los disfraces de religosos y viudas son los que le dan colorido al desfile. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
A medida que el sol se ponía sobre Barranquilla, el desfile de Joselito Carnaval llegaba a su fin, dejando atrás recuerdos imborrables y una sensación de comunidad y camaradería entre los habitantes de esta zona del centro de la ciudad.
Por más de tres décadas, esta tradición ha mantenido viva la esencia del Carnaval barranquillero, recordándonos que, en última instancia, la verdadera celebración reside en el corazón del pueblo y que en un año volverán a verse todos para celebrar. ¡ Que viva el Carnaval de Barranquilla...qué viva!!!