Se multiplicaron los peces en Semana Santa, así crían bocachico en el Atlántico

En los patios de dos casas del municipio de Santa Lucía crece un proyecto que podría ser parte de la solución alimenticia para muchas familias pobres del Caribe colombiano.

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Santa Lucía se encuentra en un recodo del departamento del Atlántico, y es un municipio que en el 2010 sufrió una de las catástrofes naturales más violentas de la historia del país, cuando el Canal del Dique se desbordó y dejó bajo una lámina de agua al pueblo. Allí se perdió todo.

Es un territorio sumido en el abandono y el olvido. Históricamente ha sido golpeado por la pobreza y agobiado por la corrupción de sus mandatarios. Por lo menos cuatro exalcaldes se encuentran presos por despilfarrar el erario público.

Es en esta tierra calurosa de pescadores, agricultores y bailadores del Son de Negros, danza callejera popular en los pueblos del Canal del Dique, donde en los patios germinan cultivos de tomate, lechuga, cilantro, ají y cebollín, al tiempo que crecen alevines de tilapia.

La producción de verduras, hortalizas y proteína, en este caso mojarra, hace parte de un plan impulsado por la Corporación Regional del Atlántico (CRA), que busca luchar contra el hambre en esta zona del departamento.

Pero también tiene un componente medio ambiental, ya que se trata de un proyecto que busca optimizar y aprovechar el recurso del agua y la producción de comida para el autoconsumo en pequeños espacios, como son los patios de la casas.

Para ellos, explica el director de la CRA, Jesús León Insignares, se está implementando un proyecto piloto de dos sistemas acuapónicos con capacidad para producir 60 kilos de pescado y tres libras de vegetales de hoja ancha, hoja corta y ciclo corto.

La acuaponía es un sistema de producción de alimentos que combina la cría de animales acuáticos (acuicultura) con el cultivo de plantas en agua (hidroponía), mediante la recirculación continua del agua a través de los subsistemas. Los desechos producidos por los peces son convertidos por medio de la acción de bacterias en nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas.

El sistema consta de dos tanques con capacidad para mil litros de agua, en que crecen 250 alevinos de tilapia.

También tiene unos tubos, por los que recircula el agua impulsada por motores, para alimentar los cultivos de verduras y hortalizas.

“Con esto se logra garantizar la seguridad alimentaria de la comunidad, y también dinamizar la economía de sus hogares, combatiendo la pobreza a través de negocios verdes y de la economía circular”, precisa León.

El director de la CRA estima que en junio ya tengan peces entre los 350 y 400 gramos de peso. “Con este proyecto las familias beneficiadas, las que van a tener producción animal y vegetal para consumo y próximamente para formar sus propios negocios”, sostiene.

A medida que pasan los días, crece la expectativa en este proyecto, que es liderado por dos cooperativas de campesinos de Santa Lucia, y que se estima beneficiará a unas 30 familias.

Eduardo Pérez, un agricultor encargado del manejo de los cultivos, dice que este proyecto les enseñó aprovechar sus casas, sus patios. “No sabíamos que en espacios tan pequeños se podía producir”, dijo.

Lo mismo piensa José Ramón Torres, quien toda la vida ha vivido de la pesca. Él confesó que desconocía este tipo de técnica que le permite tener pescado fresco y listo en el mismo patio de su casa.

La intención es que cuando los peces tengan su talla y peso puedan ser consumidos por estas familias, lo mismo que las verduras, y si es posible les alcance para la comercialización en el mismo pueblo.

El proyecto, que busca ser replicado en el departamento, es supervisado por expertos como el ingeniero pesquero Martín Atencio, quien de manera permanente visita las casas donde se encuentran los tanques con los cultivos de tilapia y verduras.

Asegura que lo importante de este tipo de iniciativas es que sean los mismos beneficiarios los que se apropien de la tecnología que aquí se aplique, para que ellos se extiendan.

“Les digo que esto es un piloto, que ellos tienen un capital semilla, pero que ellos ya pueden ir visualizando como algo que más adelante se pueda convertir en un negocio. Donde no solo ellos tengan seguridad alimentaria, sino que también tengan un recurso económico”.

Otra iniciativa que busca la adaptación de los campesinos del Atlántico al cambio climático es la implementada en las zonas rurales de los municipios de Manatí y Ponedera.

Aquí la CRA impulsa la implementación de seis biodigestores, haciendo aprovechamiento de las heces fecales que produce la ganadería y, a través de un proceso anaeróbico, realizado en fincas piloto, es transformada en gas metano apto para cocinar.

Según el director de la CRA, esta es una estrategia de adaptación al cambio climático, que permite a las familias suspender el uso de la leña, con todos sus impactos negativos para el medio ambiente, para la salud de la comunidad y para su economía.

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“Una de las tareas que venimos desarrollando como autoridad ambiental en nuestra jurisdicción es evitar la deforestación. Nuestro departamento vive en un 70 % de la actividad agropecuaria de la ganadería, por ello, buscamos erradicar en bloques la deforestación, pero, alternamente, este proceso anaeróbico produce un gel fertilizante que nos sirve como abono orgánico para nuestros suelos”, explicó el funcionario.

El proceso también permite obtener un fertilizante líquido orgánico, que es de lo mejor para fortalecer la productividad de la tierra.

Estas dos iniciativas hacen parte de la apuesta de la CRA, campesinos y pescadores, que buscan producir comida y combustible de manera sostenible y bajar el impacto ambiental en los municipios del Atlántico.

Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla

En Twitter:@leoher69

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