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El ‘instagramer’ que vende libros en el Centro de Barranquilla
Alberto Herrera y libreros tradicionales han acudido a estrategias para la reactivación económica.
Alberto Herrera buscó un espacio tecnológico para reforzar sus ventas. Foto: Vanexa Romero /EL TIEMPO
Miles de historias impresas en libros ha vendido el ‘instagramer’ Alberto Herrera, pero la suya la escribe a diario con capítulos que exige la vida. Él, al igual que otras 77 personas, entre comerciantes de libros y libreros del Centro de Barranquilla, no superaban un golpe, cuando les tocó enfrentar otro.
Este oficio se hizo tradicional por su ubicación durante décadas en la Plaza de San Nicolás, uno de los sitios clave para el surgimiento de la ciudad. Hasta allá llegaban padres acompañados por sus hijos para adquirir los textos requeridos en los útiles escolares, cada temporada y generación.
No ha sido fácil este proceso transicional en el cual nos ha tocado navegar a nosotros
Pero debieron ser trasladados al Paseo Bolívar para la restauración de la histórica plaza. Y luego, en 2014, fueron reubicados en la remodelada Casa Vargas, convirtiendo así la edificación en el Centro Cultural del Libro.
Entonces, el avance de las tecnologías empezó a cambiar el hábito de los consumidores de libros. Muchos clientes de Herrera dejaron de ir a comprar el texto de su autor favorito por conseguirlo en línea y leerlo por esa misma vía.
“No ha sido fácil este proceso transicional en el cual nos ha tocado navegar a nosotros. Ahora la gente quiere comprar todo vía virtual y leer un libro por estas plataformas”, manifiesta el también vocero del gremio mientras abre su local 7 a las 8:34 a. m.
Para estos comerciantes, esta situación se afianzó con la pandemia del covid-19: si antes del virus, el consumo digital era un lujo, posteriormente se convirtió en una necesidad por evitar un contagio.
Como consecuencia, registran una disminución del 85 por ciento en las ventas de los textos y el gremio, representado por Herrera, espera que esta situación mejore con factores como la vacunación masiva, en la que tienen puestas sus esperanzas.
Desde las 8:00 a. m., los libreros empiezan a recibir la visita de sus clientes. Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO
Instagram, su aliado
Uso un catálogo virtual con la ayuda de un sobrino que sabe más de eso
Con el fin de ser partícipes de la reactivación económica en la ciudad, sus compañeros y él reabrieron en mayo de 2020 en el espacio reducido, pero resguardados del sol y la lluvia, tras la reubicación.
“Yo me considero un hijo de la calle, comercialmente hablando. Allá afuera había más personalización en el servicio. Aun así, me genera satisfacción esta actividad tan bonita. Si el periodismo era la profesión más bonita del mundo para García Márquez, para mí lo más bonito es vender libros, infundir el conocimiento”, dice Herrera, de 53 años.
El librero recuerda que hace 25 años, cuando empezó este proyecto de emprendimiento con 600 libros al aire libre de la plaza, jamás pensó que una pandemia originada en China le iba a cerrar el negocio por unos meses.
Por ello, con 4.000 libros ahora, este momposino, que llegó a Barranquilla tres décadas atrás, aprendió la lección y se ideó la manera de que la venta de los textos perdure en medio de un aparente caos: convertirse en ‘instagramer’.
“Si no puedo con mi enemigo, me uno a él. Tengo una página en la red social Instagram, donde miro las demandas que hay y programo las visitas. Uso un catálogo virtual con la ayuda de un sobrino que sabe más de eso (risas)”, expresa el comerciante.
En la antigua Casa Vargas se invirtieron unos 3.144 millones de pesos para convertirla en el Centro Cultural del Libro. Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO
No hay libro malo, todos los libros son buenos. A excepción de esos libros de magia negra
Por medio de su cuenta (@librosalbertoherrera), publica y promociona los textos disponibles, crea videos, perfila colecciones, anuncia novedades y brinda atención en línea a los potenciales clientes. Envía el catálogo y finalmente gestiona vía whatsapp el material a domicilio para el lector.
“Me dicen ‘me interesa este libro’ y yo se lo hago llegar. Me pagan en físico o me consignan en línea. Son estrategias que he creado, porque la pandemia nos ha puesto a reinventarnos y no he sido la excepción”.
Bajo esta modalidad, Herrera indica que el promedio de edad de los clientes ha bajado, así como bajó la solicitud de libros clásicos. Ahora son más pedidos los textos juveniles, de emprendimiento y libertad financiera.
“No hay libro malo, todos los libros son buenos. A excepción de esos libros de magia negra que no están en mi catálogo, no los ofrezco, no los concibo, porque el conocimiento que está ahí plasmado es usado para hacerle daño a otro y no estoy de acuerdo”, confiesa.
El apoyo del Distrito
Agrega que, además de tener Instagram, también ha incursionado en otras estrategias como las figuras de canje de libros y del préstamo de estos materiales. Asimismo, asegura que las autoridades del Distrito también han brindado apoyo con capacitaciones.
La Secretaría Distrital de Control Urbano y Espacio Público crea contenidos tipo promocional para que la ciudadanía los visite en el Centro Cultural del Libro, antigua Casa Vargas.
“La invitación es a que se vuelquen a Casa Vargas a comprarnos, a ver nuestro surtido, que el libro todavía está vivo, es un recurso muy bueno, no es fastidioso para la vista. Cuando uno lee un libro, no vuelve a ser el mismo”, concluye el librero ‘instagramer.