Obtener un vehículo familiar en el que pudieran transportarse con seguridad era un sueño pendiente para la familia barranquillera Stevenson Vallejo, que se hizo realidad en diciembre de 2019. Sin embargo, seis meses después se convirtió en una pesadilla de la que aún no despiertan.
“Uno compra un carro con una ilusión de algo mejor para la familia, pero hemos pasado ocho meses con un sinsabor que no sabemos qué hacer y no queremos que más gente pase por este caso”, expresa Steffi Vallejo en medio de la desesperación.
Sensaciones que la hicieron compartir esta historia a EL TIEMPO y que se originó en el preludio de una celebración de Navidad y Año Nuevo, cuando decidieron reemplazar su auto antiguo por uno de avanzada.
Después de un periodo de búsqueda, comparaciones y averiguaciones en línea desde
Barranquilla, concretaron la compra de un carro Suzuki modelo 2018 en
Manizales, hasta donde viajaron para realizar el debido proceso.
“Fuimos a hacer todas las comprobaciones de ley; el perito, al vehículo; su estado mecánico y legal. Contratamos una compañía privada, la cual nos hizo el avalúo y nos dijeron que estaba libre, que se podía comprar”, recordó Luis Stevenson, pareja de Vallejo.
Tras ese proceso, continuó el trámite en notaría, el traspaso en la Secretaría de Tránsito de la capital de Caldas y finalmente el vehículo quedó a nombre de la señora Vallejo. Toda esa ruta quedó documentada y con la misma se respaldan ahora.
¡Hecho! Luis, Steffi y sus dos hijos, una menor de 12 años y un menor de 9, recibieron el carro como un regalo de Navidad. Y no hubo espera para estrenarlo, pues montados en él se aventuraron a viajar desde Manizales hasta la Arenosa.
El inicio de la pesadilla
Todo era felicidad. El automotor fue socializado con el resto de una familia orgullosa y lo empezaron a usar en la cotidianidad, para llevar a los niños a la escuela, para ir al trabajo y para pasear los fines de semana.
En esas estuvieron seis meses hasta que un día, en un retén montado en una de las vías de la ciudad, el viaje fue interrumpido sin saber que era el inicio de esta pesadilla.
Verificaron antecedentes del vehículo y apareció que estaba requerido por la Fiscalía 55 de Ibagué por el delito de presunta estafa. Nos inmovilizaron el vehículo, lo llevaron a la estación San José
“Verificaron antecedentes del vehículo y apareció que estaba requerido por la Fiscalía 55 de Ibagué por el delito de presunta estafa. Nos inmovilizaron el vehículo, lo llevaron a la estación San José. El caso pernocta ahí y han transcurrido ocho meses de eso”, sostiene Stevenson.
La incautación del carro desembocó en un proceso legal que puso a contratar abogado a la familia Stevenson Vallejo. En esas indagaciones, conocieron que el denunciante había comprado una camioneta, pero supuestamente el vendedor no se la entregó, pese a haberla pagado.
La respuesta que recibió el denunciante, según agrega Luis, fue que el responsable le habría entregado en forma de pago una camioneta y el vehículo Suzuki modelo 2018, en disputa. En las audiencias sostiene que recibió la camioneta, pero el carro, que ahora está a nombre de Vallejo, no lo recibió.
El carro se deteriora en patios
Se conoció que la denuncia fue interpuesta en junio de 2018, la orden de incautación se expidió en junio de 2020 y la misma se cumplió tres meses después.
“Cuando compramos el vehículo, en las plataformas no aparecen las denuncias. Tengo el documento donde dice que el vehículo no tiene prendas, ni embargos ni compromisos legales que impidan la compra. La persona que nos vendió el carro ha estado muy dispuesta”, aseguró Luis.
Los afectados lamentan que el proceso legal haya entrado en aplazamientos de audiencias. La última fue hace un par de meses y desde entonces esperan que el juzgado programe una nueva.
“Porque ellos solicitaron ante las secretarías de Tránsito donde el vehículo ha estado matriculado su historial y esto aún no ha sido posible”, dice Vallejo, quien pide que le restituyan el vehículo y cuestiona “la negligencia de las autoridades en estos casos”.
Mientras tanto, el carro se deteriora en los patios con el pasar del tiempo. Incluso, presenta hundimiento en la cubierta, rayones y quiebres, según la verificación que hizo la pareja, al encontrarse en un espacio abierto.
“Todo esto nos ha generado zozobra, discusiones familiares, tristeza. Lo peor de todo es que nos ha dejado muchos gastos económicos. A través de mi historia, quiero crear conciencia en los ciudadanos de Colombia”, concluyó la mujer.
(Esta historia fue publicada originalmente el 21 de junio del 2021)
Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla
En Twitter: @DeJhoLopez
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