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Noticia
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Las 20 mujeres que transforman sus vidas luego de pagar una condena en la cárcel: una planta de confecciones es su segunda oportunidad
La planta de alta costura se encuentra en el barrio Lucero y fue montada gracias al apoyo de una fundación y la Diócesis de Barranquilla.
La vida de Liliana Patricia Reales Cabrales, cambió drásticamente hace dos años cuando cruzó las puertas del Centro de Rehabilitación El Buen Pastor de Barranquilla después de cumplir una condena.
Para Liliana, de 42 años, esa fecha era el inicio una nueva oportunidad, una promesa de reinserción social. Sin embargo, lo que encontró fuera de la cárcel fue muy diferente a lo que había imaginado.
"Al salir de la cárcel el infierno empieza afuera, no adentro", comenta ella con una mezcla de frustración y resignación. Durante su reclusión, sabía que al menos tenía garantizadas tres comidas al día y un trabajo dentro del penal.
El tiempo que estuvo privada de la libertad se dedicó a capacitarse en tema relacionados con la confección, gracias a la oportunidad que les brindó la Fundación Tejiendo Hilos de Fe-Esperanza, que mantenía talleres de costura para las insternas.
La Fundación Tejiendo Hilos de Fe by Esperanza, con el apoyo de la Arquidiócesis de Barranquilla y el Fondo ORIRI para la Transformación Social, inauguró hoy la primera planta de confección con sentido social ‘Esperanza siembra Esperanza’. Este proyecto fortalece el proceso de resocialización a mujeres pospenadas del Centro de Rehabilitación El Buen Pastor de Barranquilla al ofrecerles oportunidades laborales con todos los beneficios de ley. En la imagen, Muricio Rey, Director de Pastoral Social, Claudia Quintero, directora Fundación y Monseñor Pablo Salas. Foto Vanexa Romero/El Tiempo. Foto:Vanexa Romero/ET
“La mejor terapia es tener la mente ocupada en cosas productivas, uno sale con un emprendimiento en la cabeza”, dice la mujer, madre de cuatro hijos y natural de Cereté (Córdoba).
Pero afuera, la realidad la golpeó con fuerza. “Las personas te discriminan por ser expresidiaria, no puedes conseguir un trabajo digno”. Para muchas de ellas, la vida después de la cárcel parecía una cadena perpetua de exclusión y precariedad.
Los trabajos informales, a los que recurrieron en un intento por sostener a sus familias, solo les ofrecían más inestabilidad. El retorno al rol de ama de casa, sin posibilidad de empleo formal, se convirtió en un callejón sin salida.
Liliana recuerda que de las ocho mujeres que habían cumplido con sus condenas y que fueron recomendadas para trabajar en un taller de confección, solo una pudo continuar, las otras desistieron debido al trato discriminatorio que recibían.
Una nueva oportunidad
Pero la historia de Liliana y otras 19 mujeres que compartieron su destino comenzó a cambiar este martes, cuando pusieron en marcha una planta de confección en Barranquilla, especialmente destinada a pospenadas.
Esta iniciativa, impulsada por la Fundación Esperanza ha brindado a estas mujeres una nueva oportunidad, una puerta hacia una vida digna y un empleo estable.
Aspecto de la inauguración de la planta de confección con sentido social ‘Esperanza siembra Esperanza’. Foto:Vanexa Romero/ET
Esta planta se encuentra ubicada en el barrio Lucero, en la sede del Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Barranquilla, la planta es un símbolo de superación y resiliencia.
“Por fin un trabajo digno después de salir de la cárcel”, dice Liliana, quien es una de las líderes del grupo, y que se ha convertido en una experta en alta costura, una habilidad que le permite contribuir a la maquila que ahora sostiene a ella y a su familia.
Lista para entrar a producir
La planta de confección ‘Esperanza siembra Esperanza’, funciona en un espacio entregado y adecuado por la Arquidiócesis de Barranquilla. Tiene 160 metros cuadrados, con departamentos de diseño, patronaje, corte, confección, control de calidad y istrativo, en los que se ofrece la maquila para marcas de ropa y diseñadores. Las instalaciones tienen una capacidad para que operen hasta 100 mujeres.
Monseñor Pablo Salas, Arzobispo de Barranquilla, se unió a esta gran labor de trabajar por las pospenadas desde 2022 cuando entregó unas donaciones representadas en herramientas de trabajo para garantizar su productividad en emprendimientos.
Monseñor Pablo Salas, Arzobispo de Barranquilla durante el acto de inauguración de la planta de confección. Foto:Vanexa Romero/ET
“Es importante este proyecto para acompañarlas a ellas y sus familias y presentarlas al sector industrial para que la sociedad siga creyendo en estas mujeres después de haber intervenido todos los componentes de integralidad para su resocialización”, dijo monseñor Salas.
Una nueva oportunidad para muchas mujeres
La directora de la Hilos de Fe by Esperanza, Claudia Quintero, explica que la apertura de la planta es el resultado de un trabajo que empezó hace más de seis años en el taller al interior del centro de rehabilitación, en el que han descubierto y fortalecido las destrezas con las manos de estas mujeres.
La planta de confección ‘Esperanza siembra Esperanza’ busca fortalecer el proceso de resocialización a mujeres pospenadas del Centro de Rehabilitación El Buen Pastor de Barranquilla. Foto:Vanexa Romero/ET
“Estas 20 mujeres que hoy hacen parte de la fuerza operativa de la planta realizaron un proceso integral, se capacitaron y se certificaron en programas de confecciones, artes, bordados y acabados necesarios para su nueva vida productiva. Es así como aportamos a la reconstrucción del tejido social con el objetivo de reducir índices de pobreza en nuestro territorio al ofrecerles empleo y una segunda oportunidad a esta población”, manifestó.
La Fundación recibió el apoyo del Fondo para la Transformación Social, al ser una de las 17 organizaciones seleccionadas a nivel nacional entre más de 796 postulaciones.
Gracias a los recursos y mentorías brindados, pudo fortalecer su estructura y poner en marcha esta primera planta de confección, logrando equipar el 30% de su capacidad instalada con máquinas y herramientas de trabajo.
El trabajo de este equipo de pospenadas ha sido reconocido a nivel nacional por participar en eventos de ciudad y entregar vestidos y polleras a las reinas de Carnaval de Barranquilla. Además, han estado presentes en ferias como Colombiamoda, Farex y Artesanías de Colombia.
Personal de la planta de confección ‘Esperanza siembra Esperanza’. Foto:Vanexa Romero/ET
Desde el taller de Esperanza han surgido una variedad de productos, que incluyen artículos de su línea religiosa, manillas, tocados, rios, así como vestidos de fantasía y bodas.
“Hicimos un vestido de novia que llevaba 500 flores que se hicieron a mano”, cuenta Liliana con orgullo al señalar que la novia se llevó el vestido para Italia, donde se celebró la boda.
Hoy, en esta pequeña planta de confección, estas 20 mujeres han encontrado una luz al final del túnel. Sus manos, que alguna vez cargaron con el peso de la condena, ahora confeccionan un nuevo destino, hilvanando con cada puntada la esperanza de un futuro más justo.