Los pequeños guardianes que protegen y embellecen la Ciénaga de Mallorquín en Barranquilla

En ese sentido, surgió en 2023 el proyecto ‘Egretta’, conformado por seis “poderosas” mujeres atlanticenses, como se denominan, quienes tienen en común el amor por la naturaleza y las ganas de transformar espacios.

Sus nombres son: Nikol Jiménez Monsalve, Tatiana Moreno Rodríguez, María José Betancourt Vivas, Heidy Rincón Algarín, Marianella Tirado Pizarro y Katherine Parrado Méndez, que decidieron juntar sus capacidades y talentos en el contexto de ‘Bootcamps Poderosas: mujeres y ciencia por la justicia climática’, convocado por la Fundación Barranquilla+20.

Esta organización no gubernamental considera que las mujeres con sus diversas luchas, intereses, preocupaciones e iniciativas han desempeñado y desempeñan un papel central en ayudar a las comunidades a enfrentar la deforestación, la contaminación y los problemas climáticos de la mejor manera posible. “Sin embargo, su trabajo y aporte especialmente en ciencias Stem no ha sido reconocido, ni visibilizado”.

“Decidimos plantearnos, desde el aula, la problemática con respecto a todos estos procesos de educación ambiental y empieza a gestarse esta idea de proyecto Egretta. Busca generar material didáctico que pueda incorporarse a las clases de Ciencias Naturales y de Ciencias Sociales”, explica Katherine Parrado.

Estas mujeres se dieron a la tarea de contextualizar a la realidad del territorio todos esos conocimientos que se dan en la escuela, empezando con 102 estudiantes de cuarto grado, de la Institución Educativa Distrital (IED) San Vicente de Paúl, donde Parrado oficia como docente.

Y es que se trata de un colegio ubicado en el corregimiento La Playa, de Barranquilla, a escasos metros de la Ciénaga de Mallorquín, es decir, un lugar con el que estos alumnos se relacionan a diario, cuando van camino a la escuela y a sus respectivas casas.

Sin embargo, al intervenir en este sector, las ciudadanas identificaron la falta de apropiación del territorio y la ausencia de conciencia colectiva sobre las problemáticas ambientales en este ecosistema vital.

De acuerdo con la investigación del proyecto Egretta, la importancia de la Ciénaga de Mallorquín radica en sus conexiones hidrológicas con el mar Caribe y el río Magdalena. Además, gracias a sus cuatro especies de mangles, regula el ciclo del agua y la protección contra inundaciones.

Asimismo, es un punto indispensable para 150 especies de aves que se han registrado en este sector, especialmente las migratorias, como el Chorlo gris (Pluvialis squatarola) o la reinita dorada (Protonotaria citrea).

Aquí viven muchas aves como el Conirrostro manglero o ‘guardián de los mangles’, la Garza rojiza (Egretta rufescens), de donde proviene el nombre de este proyecto; Zarapito americano (Numenius americanus), reinita dorada (Protonotaria citrea) y chorlo gris (Pluvialis squatarola).

“Hay varias preocupaciones de los habitantes: está la contaminación hídrica y todo lo que ha provocado el impacto del arroyo León, y las construcciones que se han venido dando alrededor de la ciénaga. Desde el contexto escolar, vimos que hay gente que vive en la zona, pero muy pocas personas conocen la ciénaga, no conocen el cuerpo de agua, no conocen la biodiversidad, por ejemplo, la gran cantidad de especies y de aves migratorias, que son indispensables para el mantenimiento del ecosistema”, señala Parrado.

La Ciénaga de Mallorquín también alberga 11 especies de mamíferos (mapache, murciélago, ardilla, entre otros) y crustáceos como el cangrejo violinista. Además, hay que tener en cuenta que se ubica en el extremo norte del Distrito de Barranquilla, sobre la margen izquierda de la desembocadura del río Magdalena (Bocas de Ceniza), en el mar Caribe.

“Es muy importante para el desarrollo social y económico de la región, ya que proporciona hábitats de reproducción y crianza (salacunas) para peces y mariscos. Los pescadores obtienen de ella servicios ecoturísticos, lo que contribuye a la seguridad alimentaria y la economía local”, cuenta el proyecto Egretta en la cartilla que se ha difundido a los menores de cuarto grado.

Entonces tomaron la iniciativa de construir una cartilla o un manual de convivencia ambiental para transformar la experiencia educativa en La Playa con un material didáctico y estratégicamente agradable a la vista de los pequeños.

El trabajo está conformado por cuatro módulos, pero, para construirlo, debieron empezar con un ejercicio de exploración, recorriendo la comunidad con el apoyo de Asoplaya, el gremio de pescadores de la zona.

“Ahí surgió una segunda etapa, que fue sentarnos a escribir, pero no solo el componente netamente científico, sino también la idea de rescatar las historias que se entretejen en el territorio”, cuenta la licenciada de Biología.

Esta fase comprendió las entrevistas con pescadores y pescadoras, la cual les sirvió de acercamiento para el contexto social y cultural que confluye en esta comunidad.

“La tercera etapa fue sentarnos y documentar, empiezan a surgir todas las ideas para construir la cartilla, se crea una estructura base para la cartilla, decidimos qué temas iban a entrar, la cartilla está dividida para cuatro módulos académicos y cada módulo cuenta una historia de pescadores y pescadoras”, relata Katherine.

El resultado, tras cuatro meses de trabajo, es un colorido ejemplar dirigido a la clase de Ciencias Naturales, donde los niños no solo se capacitan con el material teórico de la Ciénaga de Mallorquín, sino que también tienen espacio para colorear y jugar con crucigramas y sopas de letras, entre otras actividades.

“Somos un grupo interdisciplinar, entonces tenemos una estudiante de licenciatura en Ciencias Sociales, que es Nikol; una ingeniera ambiental, María José Betancourt; tenemos nuestra diseñadora gráfica, que es Tatiana; Marianela, que es bióloga; Heidy, que es licenciada en Biología. Se han venido tejiendo diferentes experiencias para la construcción de la cartilla”, asegura Katherine Parrado.

De esta manera divertida, los estudiantes de cuarto grado de la IED San Vicente de Paúl desarrollan sus habilidades de análisis y se empapan de la actualidad del ecosistema con el que comparten a diario, y del bosque seco tropical.

Para el proyecto Egretta, esta cartilla escolar Stem (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) proporciona herramientas educativas pertinentes y contextualizadas que fortalecen el conocimiento, la conservación y el empoderamiento de la comunidad estudiantil en relación con la ciénaga y su biodiversidad.

Según explica la ‘profe’ Katherine Parrado, se trata de una prueba piloto que sigue en proceso de construcción y evaluación, pero busca implementarse este año con nuevas ediciones y en otros colegios de la zona más adelante.

“Seguimos trabajando, a pesar de que el Bootcamp terminó, nosotras ya tenemos un plan de trabajo de aquí hasta fin de año para continuar, no solamente con la cartilla de cuarto, sino para seguir con la elaboración del grado quinto”, comentó la licenciada en Biología.

No obstante, las actividades pedagógicas no solo se quedan en el aula de clases. Los estudiantes, bajo la supervisión de Egretta, se desplazan hasta la ciénaga y calles cercanas a realizar ejercicios artísticos, como el diseño de murales.

Los niños también han tenido la oportunidad de hacer reconocimiento de su territorio, además, sembraron mangles y en lo que va del año han participado en encuentros con fundaciones de ambientalistas, así como el disfrute de avistamiento de aves en este ecosistema.

A todas estas actividades asisten con ropa cómoda, protector solar, agua, binoculares y bajo el acompañamiento de los adultos que se dejan contagiar de la alegría con la que los menores participan en cada una de las jornadas, sin importar las altas temperaturas.

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“Le apuntamos a que, independientemente de la decisión que tomen siendo grandes, siempre estén velando por esa conservación de la ciénaga y que reconozcan esa riqueza. Ahora están en una edad donde son bastante receptivos y son muy curiosos. Este tipo de experiencias les ayuda a construir ese conocimiento”, asegura la vocera de Egretta.

Es así como nace en el corregimiento de La Playa una generación de pequeños guardianes dispuestos a preservar la Ciénaga de Mallorquín, el pulmón de Barranquilla.

Deivis López Ortega
​Corresponsal de EL TIEMPO - Barranquilla
​En X: @DeJhoLopez
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