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El buen aterrizaje del emprendimiento de los hermanos Olier
Con sus drones ofrecen servicios a importantes empresas. Desde 2016 crearon Reilo.
Gustavo y Gabriel Olier están al frente de Reilo, empresa con la que se abren paso en el interior del país. Foto: Carlos Capella / EL TIEMPO
El barranquillero Gabriel Olier tenía solo 15 años cuando le anunció a sus padres que al finalizar su bachillerato comenzaría a estudiar Ingeniería Aeroespacial, una carrera cuyo costo anual sobrepasa los 180 millones de pesos, únicamente en el valor de la matrícula.
Era el año 2009, cuando el adolescente, cursando noveno de bachillerato, entendió de boca de sus padres que, aunque querían apoyarlo, lo más factible, como era de esperarse en una familia de clase media trabajadora, solo ganándose una beca en el extranjero iba a poder cumplir el sueño de estudiar una carrera cuyo costo anual sobrepasa los 180 millones de pesos, únicamente en el valor de la matrícula.
Entonces Gabriel optó por dejar a un lado la diversión propia de los muchachos de su edad y puso en marcha un robusto plan de estudios a nivel particular para ampliar sus conocimientos en física y matemáticas con el fin de tener un mejor perfil académico y convertirse en una persona atractiva para ser captado por alguna de las universidades en Estados Unidos que ofrecieran la anhelada ingeniería aeroespacial.
“Me visualizaba involucrado con todo lo que tuviera que ver con cohetes, motores de aeronaves, control de satélites en órbita y afines. Así que me puse a estudiar en forma para ir a buscar mi sueño”, explicó Olier.
Esa determinación fue una de las principales cualidades en las que se apoyó para construir, en compañía de hermano Gustavo, el éxitoso emprendimiento Reilo.
El camino no fue fácil, pero poco a poco Gabriel fue subiendo hacia la cima del Everest. Primero se convirtió en uno de los mejores cinco de las olimpiadas de Astronomía, Astrofísica y Astronáutica de Colombia y ha sido galardonado como uno de lo tres mejores de Latinoamérica en esa disciplina.
Reilo, es una empresa barranquillera que desde que fue fundada por los hermanos Olier comenzó a mostrar que iba a dar excelentes resultados. Foto:Carlos Capella/EL TIEMPO
“Ya tenía un currículo atractivo para muchas de las mejores universidades, solo me faltaba ganar el SAT, que son las pruebas estatales de Estados Unidos, pero luego de dos intentos el puntaje solo me permitía acceder a una beca del 50 por ciento, lo que hizo inviable que pudiera costear el resto”, recordó Gabriel.
La frustración llegó, se matriculó en la Universidad del Norte a estudiar Ingeniería Mecánica y durante tres años no quiso saber de nada que tuviera que ver con objetos voladores.
En esos ires y venires los hermanos Olier se lanzaron al vacío e iniciaron Hookah To Go, el primer de dos emprendimientos con el que incursionaron en el negocio de alquiler de Pipas Árabes en Barranquilla.
En su afán de emprender, también le apostaron a Domicilios Go, su segundo emprendimiento, del que aseguran, aprendieron por montones, pero sin conseguir mantenerlo y monetizarlo como debía ser.
En el 2015, cuando tenía 21 años, Gabriel regresó a casa de sus padre, esta vez les anunció que quería suspender sus estudios universitarios para ponerse a trabajar en un libro sobre las pautas para construir un drone. Desde hace varios años esas tecnologías habían acaparado toda la atención del joven barranquillero.
“Me dediqué seis meses a investigar y a escribir hasta que lo tuve listo y lo presenté en la oficina de emprendimientos de la Uninorte, donde quería que me dieran pautas y asesorías para convertir esa idea que yo tenía, inicialmente de fabricación, en un modelo de negocio o emprendimiento viable”, explicó Gabriel.
Entonces, los hermanos Olier se unieron y se pusieron manos a la obra para participar en Citytec, una feria de emprendimientos tecnológicos en la que ganaron el primer puesto tras presentar al Prometeus, su primer drone que, aunque no voló, sí les sirvió para encontrar el camino en el que querían enrumbar a su futura empresa.
Tras ganar un viaje a Massachusetts, en Estados Unidos, donde recibirían asesoramiento de primera mano sobre emprendimiento, los hermanos Olier llegaron a Colombia con la idea de ofrecer servicios con drones en cuatro líneas específicas: infraestructura y urbanismo; agricultura; aceite y gas; y minería.
“Creamos Reilo y de inmediato presentamos nuestro portafolio que comenzó a ser acogido por los más importantes contratistas de Colombia. Ofrecemos estudios de cartografía y topografía, en el área de agricultura, los palmicultores, por ejemplo, pueden conocer cómo están sus cultivos”, destacaron los hermanos.
Reilo, que cuenta con el certificado de la Areonáutica Civil para poder volar drones, pasó de facturar 16 millones de pesos, en 2016, a 210, en 2017 y 380, en 2018. La empresa ya cuenta con cinco empleados de planta y con permanente rotación de más personal de acuerdo a los proyectos que van llegando. Actualmente cuentan con cuatro drones, entre ellos uno fabricado por Reilo. La siguiente meta será llegar con sus servicios a varios países de América Latina.
“Hemos ganado un sinnúmero de certificaciones de nuestros procesos y seguimos buscando la manera de diversificar nuestros productos. Para emprender hay que perder el miedo, tener paciencia, y dejarse guiar, delegar, sin perder el rumbo de lo que se quiere”, concluyó Gustavo Olier.
Por lo pronto, con la certeza de que apenas se está empezando a recorrer el camino del éxito, Gabriel y Gustavo se la pasan en reuniones de trabajo y operaciones con sus drones que cada vez vuelan más alto en el cielo colombiano.