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Ajustes de cuentas del microtráfico tienen encerrados a los bugueños
La ciudad del centro del Valle del Cauca vive un inusitado incremento de los crímenes.
Parque principal de Buga, Valle del Cauca. Foto: Juan Pablo Rueda EL TIEMPO
Aunque es miércoles, los peregrinos llegan en buen número a Buga a visitar la Basílica de Nuestro Señor de los Milagros. Antes de visitar al ‘Milagroso’, compran imágenes religiosas en las docenas de almacenes que rodean el templo. Luego, recorren las calles llenas de historia de esta ciudad del centro del Valle del Cauca y hacen fotografías de las casonas y edificaciones de arquitectura colonial.
El turismo religioso -la principal actividad económica de la ‘Ciudad Señora’- conserva su ritmo habitual. Cualquier peregrino diría: “En Buga está todo normal”. Pero la procesión va por dentro. Desde hace varios meses, los habitantes de Buga viven una oleada de crímenes nunca antes vista, que literalmente los tiene encerrados en las noches.
“A la gente le da miedo estar en la calle después de las 10 de la noche. Mi hija estudia de noche y los están dejando salir más temprano”, contó la a de uno de los almacenes de artículos religiosos, que solicitó la reserva de su identidad.
Buga tiene una vibrante actividad nocturna. La calle primera, la carrera 16 por la Basílica hacia abajo y El Albergue son zonas de restaurantes, bares y discotecas. En la última de estas, hace unas semanas, una pareja que estaba cenando en restaurante fue víctima de un atentado sicarial.
“Cómo todo, a veces se pone ‘caliente’, pero en este barrio vivimos tranquilos. Yo soy ‘motorratón (motociclista que presta el servicio informal de transporte)’ y lo que dicen de Alto Bonito no es cierto, acá siempre hemos vivido bien”, afirmó un hombre sentado en un andén del parque de ese sector periférico de Buga, donde el 23 de agosto pasado aparecieron partes de un cuerpo humano envueltas en bolsas plásticas negras.
En la otra acera, en un supermercado, una de sus trabajadoras fijó su mirada en un punto situado más arriba del parque, guardó silencio unos segundos y susurró: “Eso fue en la Loma de la Cruz, allá encontraron las piernas y los brazos”.
El cuerpo desmembrado era de un hombre que respondía al nombre de Andrés Mauricio Soto Díaz, de 19 años. El cadáver fue identificado posteriormente por Medicina Legal.
Recientemente, la Fiscalía informó que de la captura de tres hombres que, según el ente investigador, fueron quienes asesinaron y desmembraron a Soto Díaz. Un juez profirió en contra de esas personas medida de aseguramiento intramural y el Inpec los envió a uno de sus centros de reclusión.
Los bugueños se estremecieron por ese hecho, pero apenas una semana después se despertaron con uno más macabro: en el barrio Divino Niño fue hallada una cabeza humana, también envuelta en una bolsa plástica negra. Horas más tarde se hallaron más partes del mismo cuerpo desmembrado. “¡Eso nunca había pasado en Buga!”, exclamaron varios habitantes en conversaciones con este medio en las calles coloniales de esta ciudad fundada en 1573, una de las más antiguas de Colombia.
¿Qué está pasando en Guadalajara de Buga, una ciudad de unos 150 mil habitantes, reconocida en el país y en el exterior por la devoción al Señor de los Milagros? ¿A qué se debe la oleada de violencia que la azota desde hace varios meses y que también incluye casos de sicariato y masacres, como la de cinco jóvenes en la vereda Cerro Rico el 27 de enero de 2021?
Que aparezcan dos personas descuartizadas en una ciudad como Buga genera intranquilidad, sobre todo en una ciudad turística.
Julián Rojas, alcalde de Buga, sostiene que ajustes de cuentas entre organizaciones delincuenciales dedicadas al microtráfico explican los homicidios. Sin embargo, aseveró que las muertas violentas se han reducido durante su mandato. “Que aparezcan dos personas descuartizadas en una ciudad como Buga genera intranquilidad, sobre todo en una ciudad turística”, subrayó el gobernante.
Buga tiene una historia ligada al narcotráfico. Ramón Quintero fue un capo que se asentó en esta ciudad hasta que fue condenado hace cerca de 12 años en los Estados Unidos. Hoy, no hay un capo visible en la ciudad sino la disputa entre varios grupos por las rutas de la venta de estupefacientes, lo cual genera vendettas.
En las calles de Buga se menciona con insistencia de que desde la cárcel alias 'Waltercito' y 'Monacho' continúan manejando el microtráfico y ordenando asesinatos a sus sicarios.
Aunque defiende las cifras de su gestión en la lucha contra los delitos de mayor impacto, el Alcalde de Buga es partidario de que el presidente Gustavo Petro instale en esta ciudad un Puesto de Mando Unificado por la vida para el centro del Valle del Cauca, “porque esto que está sucediendo amerita una visión regional e, incluso, nacional, porque desmembrados están apareciendo en Cali y Bogotá”.
Parque del barrio Alto Bonito, en Buga. Foto:Juan Pablo Rueda EL TIEMPO
'Se bajó la guardia en seguridad'
John Harold Suárez fue alcalde de Buga en dos periodos, del 2004 al 2007 y del 2012 al 2015. Él también consideró que las disputas entre microtraficantes son el origen del incremento de los homicidios y se han exacerbado porque el Clan del Golfo llegó para disputarse a sangre y fuego la venta de estupefacientes con las bandas locales. Eso sucede en Buga y otros municipios del Valle del Cauca, como Tuluá y Andalucia.
Suárez está seguro de que en el Valle del Cauca hay una ‘casa de pique’ móvil, y que en su recorrido incluye a Buga.
Para el también exrepresentante a la Cámara la disputa entre microtraficantes se salió de control porque sus sucesores han bajado la guardia, según él, en temas de seguridad. "Se subestimó la situación. En Buga teníamos un proyecto de seguridad que lo construimos a través de los años, el cual incluía un Observatorio de Seguridad que media diariamente el ‘modus operandi’, la génesis del delito y no importaba si estaba el alcalde, el Secretario de Gobierno, el comandante de la Policía o del Ejército o un director de la Sijín o de la Fiscalía. Lastimosamente, en esta Alcaldía lo quitaron”, señaló Suárez.