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'Me quemaron el cabello, me recuperé y creé empresa de productos capilares'
Es la historia de Marcela Aristizábal, dueña de ‘Fruto Salvaje’, que emplea a madres cabeza de hogar
La compañía no solo les brinda un empleo digno, sino también apoyo sicológico y social. Foto: Esneyder Gutiérrez
“La vida es un aprendizaje, no es solo disfrute. También nos tenemos que comer la mierdita que nos toque”. Con esta frase, Marcela Aristizábal define lo que ha vivido a lo largo de su camino y que ha sido inspirador, no solo por la creación de su exitosa marca Fruto Salvaje, sino por la forma en que ha enfrentado y superado los retos que la vida le ha puesto.
Aristizábal nació en Caicedonia, Valle del Cauca. De allí salió obligada por la violencia, violencia que cobró la vida de su primera pareja, el padre de su hijo, Juan Alexander.
Pero, además de los enfrentamientos armados que se vivían en esa región, otro factor determinante en su decisión de escapar fueron los abusos que empezó a padecer por parte de su nueva pareja.
Ella se acercó a este hombre con la intención de que le ayudara en el proceso que estaba viviendo. Sin embargo, cuando las cosas no iban bien y decidió terminar la relación, comenzaron los problemas.
No contento con su desenfreno irracional, el hombre planeó un atentado. Le mandó a hacer el ‘champú’. Un desconocido puso sobre su cabeza un gorro lleno de pegamento corrosivo que comenzó a quemar su cabello y cuero cabelludo. Tuvieron que raparla para curar sus heridas.
Escondida en la maleta de un carro, aún sin sanar la lesión sufrida en su cuerpo y abatida y traumatizada en su alma, abandonó para siempre Caicedonia. Todo, porque personas allegadas a quien se quitó la vida querían vengarse.
Llegué con mi cabello muerto y con un olor a gasolina que no se me quitaba
Después de ocultarse en distintos lugares, llegó a Medellín.
“Llegué con mi cabello muerto y con un olor a gasolina que no se me quitaba”, recuerda.
Se puso a estudiar derecho y comunicación audiovisual para tratar de olvidar sus problemas. Además, empezó a pensar en que tenía que haber algo que le quitara el incómodo olor.
Así inició una maratónica investigación de la composición química de las frutas. Lo primero que estudió fue la penca de sábila, con la que su cabello quedaba muy seco, pero se disminuía el olor. Posteriormente, analizó la composición química de las frutas para saber qué principios activos podrían recuperar su cabello y eliminar el molesto olor.
En la búsqueda, descubrió que el banano, la papaya, la penca, la miel, la leche de cabra, entre otras frutas y productos, tenían una composición química que iban de acuerdo con lo que ella buscaba para su tratamiento. Mezcló los componentes en diferentes medidas para lograr un balance y comenzó aplicárselo ella misma hasta que recuperó su vital y exuberante cabello.
“Después de un tiempo de usar el tratamiento que había creado, las amigas me preguntaban que cómo hacía para tener ese cabello tan lindo. A mí me daba pena contar cómo lo había hecho porque eso estaba relacionado con el porqué”, cuenta Aristizábal, nombre que también alteró, porque su verdadero nombre era Ángela Marcela Arias Aristizábal.
Marcela es mamá de: Juan Alexander, el mayor; luego, Colibrí; Inti Nawal, niño con síndrome de Down y Alondra Manantial, la menor. Foto:Esneyder Gutiérrez
Al llegar a Medellín se dio a conocer con su segundo nombre y el apellido de su madre, como mecanismo de protección.
Al principio, el producto logrado lo llamó ‘Tratamiento de Frutas’, y como se lo pedían tanto su familia como amigas, Aristizábal siguió investigando para que su este funcionara en otras mujeres que tenía un cabello diferente al de ella.
Entonces, comenzó a fabricar el producto y a regalárselo a sus conocidas con las variaciones que necesitaban, hasta que se volvió muy reconocido.
Pero otra tragedia, que la inspiraría, tocó a su puerta. En efecto, cuando todo iba de maravilla con su nueva vida y naciente empresa, le detectaron principios de cáncer de cuello uterino.
La aflicción que, indudablemente, la embargó fue también el aliciente para emprender una nueva etapa en su vida. Arrancó por investigar sobre la alimentación saludable y natural.
“Así como ya lo había hecho con mi cabello, comencé un drástico cambio en mi vida. Me retiré las prótesis de senos que tenía e inicié de nuevo una etapa de crecimiento personal en pro de una vida sana y, principalmente, tranquila”, dice Aristizábal.
Hoy, luego de varios cambios de domicilio, la empresa que comenzó con un presupuesto de 120.000 pesos está funcionando en el corregimiento Santa Elena. Ya cumplió nueve años de operación.
“‘Fruto Salvaje’ tiene un enfoque inclusivo y de superación. Es, sobre todo, para mujeres empoderadas y cabezas de hogar, sin dejar de lado el rol de madres y de atender a sus familias, cocinando, cuidando de los hijos y disfrutando de las labores de madre, algo que yo hago también con todo el amor. Esto, yo se los inculco a quienes trabajan conmigo”, explica.
Apoyar a las mujeres de Santa Elena también fue clave debido a que cuando llegó al territorio, cuna de los silleteros, se dio cuenta de que muchas mujeres vivían en medio del machismo y la violencia intrafamiliar.
Así como ya lo había hecho con mi cabello, comencé un drástico cambio en mi vida. Me retiré las prótesis de senos que tenía e inicié de nuevo una etapa de crecimiento personal en pro de una vida sana
En la actualidad, la compañía no solo les brinda un empleo digno, sino que también las empleadas cuentan con apoyo sicológico y social de manera permanente.
En Medellín, Marcela conoció su nuevo amor: el paisa Jonnathan Calle. Él le despertó las ganas de trabajar, de superarse y me quitó el miedo de contar su historia.
Un día, recuerda, despertó empoderada y contó su historia en Instagram. Después, distintas personas empezaron a pedirle el tratamiento para el cabello.
El primer día vendió 30 unidades, el segundo 100 y a los tres días decidió renunciar a la universidad y se enfocó de lleno en estudiar sobre los tratamientos capilares y a desarrollarlos.
De esta forma, ‘Fruto salvaje’ inició la tarea de darse a conocer y llegó a mujeres muy famosas del país que a su vez avalaron los productos por su calidad y resultados.
La compañía cuenta con más de 500 empleadas directas y más de 1.500 cosechadoras, indirectamente. En la actualidad están vinculando personas en situación de discapacidad o habilidades diferentes.
La primera que se inició como vendedora de los productos, que hoy se denominan ‘Cosechadoras’, fue su hermana. Esto, despertó en Aristizábal la idea de que los productos los vendieran mujeres cabeza de hogar.
Gracias al Plan Cosechadoras de Flores, hoy los productos de tratamiento capilar ‘Fruto Salvaje’, champú, acondicionador, tónicos, jabones para el cuerpo, entre otros productos, están en todo Colombia, en almacenes de cadena con sus tiendas Miel de Colibrí, y en países como Australia, Estados Unidos y Canadá.
Los avatares de Marcela, sin embargo, no terminan. En noviembre del año pasado le diagnosticaron de nuevo cáncer, esta vez de tiroides.
Tuvo una cirugía compleja. Mientras se recuperaba, y como si fuera poco, una de sus gatas se mató al caer de una ventana en su casa. Estos meses que pasó los dedicó a concentrarse en su recuperación. Hoy está totalmente sana. Es por esto que la campaña de este año se llama ‘Renacer’, como su vida en la que ha tenido que renacer muchas veces.