Buenaventura obliga a la reflexión. No me voy a detener en el análisis de la situación social económica y las brechas que ya todos conocemos. Como lo ha dicho el presidente, Juan Manuel Santos, hay una deuda social e histórica. Las causas son diversas y complejas, pero lo cierto es que después de este paro se genera una situación de salto a un nuevo entendimiento de lo “normal” para el puerto vallecaucano.
La población quiere vivir una vida que les dé causa para valorar y no la que desde afuera, así sea de buena fe, quisiéramos para la población. Esto fue lo que llevó al surgimiento de nuevos actores que interpretaron y movilizaron a la población en torno a este sentimiento.
Estos nuevos actores ganaron suficiente reconocimiento, legitimidad y autenticidad. Ellos reconocen que el gobierno del presidente Santos es el que más inversiones sociales ha hecho en Buenaventura y el Pacífico, que ha visitado más que cualquier otro la región. Cómo no reconocerlo, si solo en seguridad, Buenaventura pasó de las nefastas casas de la muerte y de una tasa de homicidios cercana a los 80 asesinatos por cada cien mil habitantes al año, a solo once.
Pese a estos resultados los líderes querían un diálogo de naturaleza política para cualificar la interlocución con una ciudadanía independiente y empoderada. En el pasado este fue un elemento ausente.
Esta combinación afortunada de actores, sumados a los del Gobierno Nacional, departamental y distrital, ha llevado a definir una agenda de desarrollo social para Buenaventura que acelera la meta del Gobierno de disminuir las brechas.
En la definición de las prioridades fue clave el papel de garantes como Procuraduría, Defensoría del Pueblo, Oficina del Alto Comisionado y obispos de la Iglesia católica. Así como la Gobernación del Valle, istración Distrital y congresistas.
Esta es la oportunidad para hacer una mayor contribución en la región del Pacífico. Ese ha sido el propósito del Gobierno. Me siento tranquilo que, a pesar de las tensiones propias de estos procesos, llegamos a un buen acuerdo. Estamos esperanzados porque se siguen abriendo los caminos hacia un mejor futuro. No tengo la menor duda de que este es un importante dividendo de la paz.
LUIS GILBERTO MURILLO
Ministro de Ambiente