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El campesino de 23 años que triunfa con su emprendimiento desde el Guaviare
Édison pasó de vivir inundado dos veces al año por el invierno en el Guaviare a ser un empresario.
Édison Romero fundó Del Campo RP durante la pandemia del covid-19. Foto: Édison Romero
“Las cosas hay que hacerlas en caliente; si uno deja pasar el tiempo, todo se queda en el aire”. Ese es el primer consejo que Édison Romero les da a todos los que quieran emprender.
Édison, de 23 años, es fundador y director de la empresa de chocolate artesanal Del Campo RP, una marca que nació en la finca donde vive con sus papás en zona rural de San José del Guaviare y que ya envía sus productos, una receta tradicional de su abuela, a Latinoamérica, Estados Unidos y Europa.
Con un millón de pesos que le reembolsaron del pago de la matrícula de la universidad por su excelente rendimiento académico fundó, en plena pandemia, el negocio con el que saca adelante a su familia y ayuda a muchos de sus vecinos, a quienes les compra toda su producción de cacao.
Dos veces al año, desde que tiene memoria, el predio donde vive Édison permanece anegado varias semanas, por las crecientes del río Guaviare que pasa cerca del terreno donde vive con sus padres.
Eliécer Romero y Clara Peralta, los padres de Édison, fueron la inspiración para crear Del Campo RP. Sus apellidos son la imagen de los empaques, la ‘R’ de Romero y la ‘P’ de Peralta. Foto:Édison Romero
En ese lapso, la yuca, el plátano, el arroz y los demás productos que sus padres cultivan en la parcela perecen bajo el agua y los sedimentos. Solo se salvan los pocos kilos de alimentos que pueden rescatar el primer día de la inundación, cuando –con el agua hasta el cuello– se agachan para desenterrar algunos o se empinan para alcanzar otros.
Esa es una de tantas situaciones que han hecho de Édison un muchacho trabajador desde que era un niño. Él no tenía tiempo de preocuparse por estar en las redes sociales y de otros temas de actualidad que desvelan a la juventud. Él tenía que repartir su tiempo entre el estudio, en un colegio rural, y el trabajo en casa.
Para ir al colegio, en primaria, recuerda, debía cruzar en canoa el río. Allá, entre el calor y los mosquitos, aprendió matemáticas, ciencia y lenguas. Y al volver a casa ayudaba con las tareas del campo.
La secundaria la estudió en San José del Guaviare. En la Institución Educativa Manuela Beltrán, donde hizo desde noveno grado, también realizó estudios con el Sena, enfocados en negocios y emprendimiento. En undécimo grado también se dividió el tiempo entre estudiar y, para ganar un dinero extra, dar clases de voleibol y trabajar de mesero en un restaurante.
Yo quería entrar a la universidad, por eso ahorré y, además de comprarme mis cositas para la habitación donde vivía en San José, reuní para pagarme la matrícula de la Unillanos y estudiar marketing
“Ya me estaba yendo bien con esos trabajos y me gustaban. Pero igual, yo quería entrar a la universidad, por eso ahorré y, además de comprarme mis cositas para la habitación donde vivía en San José, reuní para pagarme la matrícula de la Unillanos y estudiar marketing”, cuenta.
Cuando se mudó a Villavicencio, comenzaron sus nuevas etapas de emprendedor. Entre clases vendió de todo, desde plátanos hasta harina de yuca hecha artesanalmente.
Se estaba quedando en la casa de un amigo suyo, en zona rural de Villavicencio, en la cual ambos se dividían el pago de los servicios.
Como los gastos eran pocos, le quedaba un poco de dinero para ahorrar y la comida, casi toda, se la mandaban sus papás desde San José, y parte de esa comida era lo mismo que vendía. “Yo le decía a mi amigo: ‘Yo ya puse la yuca, pon la carne tú’ ”, recuerda Édison, entre risas.
Llega la pandemia del covid-19
Édison Romero creó Del Campo RP como proyecto en clase y se consolida como empresa de éxito a nivel nacional y con gran proyección internacional. Foto:Édison Romero
Le fue tan bien en su primer semestre que gracias a eso la universidad, por su excelente rendimiento académico, le devolvió el ciento por ciento del valor de la matrícula que pagó ese periodo de estudios: 1 millón 900.000 pesos.
Pero la pandemia llegó justo cuando comenzaba el segundo semestre. Tuvo que vender todo lo que había comprado para vivir en Villavicencio, debió devolverse a San José y tomar clases virtuales, mientras ayudaba a sus padres de nuevo en la finca. Pero esa situación fue el catalizador de su cambio de vida.
“La primera semana de pandemia estuve todos esos siete días tirado en la cama. Solo comía y veía televisión. Y cuando acabó esa semana me sentí muy mal, fueron tantos días de no hacer nada. Ese no era yo, tenía que recuperar ese tiempo y aprovecharlo para mis cosas”, explica Édison.
Entonces llegó la clase de marketing digital y su trabajo final: tenía que presentar un proyecto autosostenible, novedoso y viable.
“Con mi amigo montamos, primero, un emprendimiento de emprendimientos. La idea era ayudar a emprender a quienes quisieran. Pero a mitad de camino me di cuenta de que eso era una bobada y que realmente tenía que hacer algo que sirviera y con lo que yo pudiese, de verdad, ganar, que no fuese solo algo de clases”, dice.
Edison y su familia viven en la misma finca de siempre en San José del Guaviare. Desde allí es donde se producen todos los chocolates de Del Campo RP. Foto:Édison Romero
Igual teníamos que vender algo, entonces decidí comerciar el chocolate que hacía mi abuela. Ella secaba, molía y cocinaba el cacao para hacer el chocolate
Así fue como nació Del Campo RP. Édison entendió que su marca eran él mismo y sus papás, no un producto en específico para vender, porque ya existían muchos, pero campesinos emprendedores en ese momento, no tantos.
“Igual teníamos que vender algo, entonces decidí comerciar el chocolate que hacía mi abuela. Ella secaba, molía y cocinaba el cacao para hacer el chocolate. Yo no tenía ni idea de eso y nunca había molido cacao, pero me dije que esto sería un homenaje a mi abuelita, y eso íbamos a hacer”, relata.
Su hermana y él pasaban horas secando y moliendo el cacao que les compraban a los vecinos con el capital de cuatro millones que logró recoger de la matrícula del semestre y de los enseres que vendió en Villavicencio.
De quemada en quemada, de ampolla en ampolla en las manos, de tanto moler cacao, hallaron la receta perfecta, la más parecida a la de su abuela. Por fin tenía el producto que quería, ahora sólo le faltaba llevarlo al nivel de marca que deseaba.
Los diseños de los paquetes de Del Campo RP son obra del diseñador Carlos Cifuentes. Foto:Édison Romero
Édison es miembro de la iglesia Adventista del Séptimo Día y es muy dedicado a su religión.
Él está convencido de que el apoyo de Dios es y ha sido fundamental en su vida y en todo lo que ha conseguido. Y como se había comprado un computador para recibir las clases virtuales, solo le quedaba un millón de pesos de capital para comenzar el negocio. Y su autoexigencia era tanta que decidió contratar a un diseñador gráfico para que le ayudara con los empaques donde vendería el chocolate. Era una inversión necesaria.
“é al diseñador Carlos Cifuentes por Facebook, había visto sus diseños y me gustaron. Le conté lo que necesitaba y me dijo que eso costaba 400.000 pesos. Yo lo dejé en visto, la verdad no esperaba que costara tanto”, recuerda.
A la semana le escribió, con mucha pena –dice Édison– de no haberlo hecho antes, para decirle que no podía pagar tanto. Entonces le sorprendió la respuesta del diseñador: “Veámonos y hablamos a ver en qué te puedo ayudar”.
“Me dio más pena todavía, así que lo dejé en visto otra semana más. Pero después le respondí que sí y nos vimos un domingo a las 2 de la tarde”, narra. Estuvieron hablando un buen rato. Édison le contó todo lo que tenía pensado hacer con su proyecto, con algo de prevención, “porque nunca se sabe”, recuerda.
De pronto, en medio de la conversación, Carlos lo interrumpió y le dijo: “Édison, yo te regalo el diseño de los paquetes”.
Casi lloro, y después me dijo que me ayudaba, también, a diseñar la marca. Ahí pensé que era un apoyo divino, que Dios lo había mandado a ayudarme...
“Casi lloro, y después me dijo que me ayudaba, también, a diseñar la marca. Ahí pensé que era un apoyo divino, que Dios lo había mandado a ayudarme y, de verdad, que le agradezco con el alma. Sin él no habría sido posible el éxito de ahora”, recuerda con alegría Édison.
Los diseños le encantaron. Tenían la imagen de sus padres, el nombre de la marca Del Campo RP, donde R es la inicial del apellido de su papá, Romero, y la P, del su mamá, Peralta.
Luego los imprimieron en los paquetes con un cierre hermético y comenzaron las ventas.
“Empezamos en el mercado campesino de San José, los fines de semana. Ahí vendimos mucho y llamamos la atención por el diseño y los empaques. Se veía un producto de mucha calidad y la gente pensaba que era importado, pero quedaban impresionados cuando les mostrábamos que en la parte de atrás del empaque se leía claramente: Hecho en San José del Guaviare. Entonces, lo compraban”, recuerda el emprendedor.
El éxito nacional e internacional de un familia campesina
Con una marca propia, llegó el crecimiento en las redes sociales. Ahí mostraba cómo era su vida y la de sus padres en el campo. Su mamá y su papá cortando hierba, alimentando animales, enseñando recetas ancestrales, o él dando consejos para emprender y trabajar. Así llegaron a más de 600.000 seguidores. Pero eso no desvela a Édison, lo importante para él es el trabajo con sus papás y el éxito de su marca.
Este 2022 que pasó ya la marca Del Campo RP, registrada ante la Cámara de Comercio, está a la venta en almacenes Éxito y Carulla. Foto:Édison Romero
Desde noviembre de 2022, Del Campo RP, registrada ante la Cámara de Comercio, se vende en almacenes Éxito y Carulla en Bogotá, Antioquia, Meta y Atlántico.
Este logro comercial se dio gracias a que la entidad Promotora de Comercio Social se interesó en el producto, asesoró a Édison para mejorar su producción y llegar hasta los grandes almacenes. “Nos tomó casi un año. Comenzamos en diciembre de 2021 y desde noviembre pasado lo logramos, pues pudimos certificar el producto y crear la maquinaria para multiplicar la producción; pasamos de 200 paquetes mensuales a mínimo 2.000”, explica Édison.
También exporta el producto directamente. Del Campo RP envía su chocolate a España, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica, aunque en menor cantidad, y el cliente se encarga del envío.
Asimismo, ya están en trámites para oficializar las exportaciones, pues la marca está en proceso de obtener registro internacional para poder venderla directamente en almacenes de otros países.
Ahora, Del Campo RP está ad portas de lanzar al mercado un nuevo producto para entrar en el mundo del chocolate orgánico en barras y pastillas.
Y mientras crece y triunfa, al mismo tiempo mejora la vida de los campesinos de San José del Guaviare, a quienes Édison y su familia ya les compran cacao al por mayor.