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Getsemaní, baluarte de libertad, independencia y transformación
En 2018, la Revista Forbes incluyó a Getsemaní en la lista de los 12 barrios más 'Cool' del mundo.
La intención de recorrer Getsemaní era clara y puntual: vivir su magia, encanto, historia y su carácter, y, a pesar de la lluvia, del agua en las calles, del tráfico y otros inconvenientes, no defraudó.
Un prolongado aguacero había caído sobre Cartagena durante el fin de semana, la visita estaba programada con tiempo, pero una onda tropical envío un diluvio eterno sobre 'La heroica' anegándola hasta sus cimientos.
Ir al legendario sector al final de la tarde, pensando que, debido al clima, sería difícil hacer lo pretendído, pero fue equivocación. Al llegar a la Plaza de la Trinidad se pudo palpar como la vida nocturna despertaba y a pesar de la lluvia cientos de personas deambulaban por las callejuelas disfrutando la esencia del barrio.
De la Iglesia salió una multitud, secundando a una pareja de recién casados. Los negocios aledaños a la plaza empezaban a recibir clientes; tiendas, cafés, restaurantes y ventas callejeras eran abordados por una multiétnica concurrencia y las voces en diferentes idiomas retumbaban altisonantes en el ambiente.
El recorrido empezó en la Plaza de la Proclamación por su valor histórico, pues fue allí cuando hace 211 años, el herrero Pedro Romero y los lanceros del Getsemaní incitaron al pueblo a la sublevación, impulsando la caída del gobernador Francisco Montes y la firma del acta que proclamó la Independencia absoluta de Cartagena de la Corona Española, toda una proeza.
(El 11 de noviembre de 1811 se firmó el acta de Independencia de Cartagena y los próceres de Getsemaní fueron artífices de ese triunfo, lo que impulsó el espíritu rebelde en toda Colombia).
Hoy, frente a la iglesia que terminó de construirse en 1643, se distinguen dos esculturas, una de ellas imita al héroe Romero con su puño en alto, exclamando a todo pulmón su gesta, acompañado de la estatua del padre Umaña, trabajos de la artista Nora Quintana.
Getsemaní Foto:Agencia Kronos
Cambió cara, no el carácter
A partir de ahí la plaza se bifurca en ramales con características propias, callejones que cobran vida, invitando a recorrerlos, encantando a los turistas con su luz amarillenta y un tufo bohemio que genera un sinfín de sensaciones.
Por un lado, incitan al descubrimiento de la historia atrapada en sus rincones y, por otro, al disfrute de su vida nocturna, su decoración particular y el arte en muros y paredes.
El cambio en el barrio empezó en 2013, cuando se llevó a cabo el primer Festival de Cultura Urbana con el fin de desarrollar el turismo, integrando a sus moradores con el arte. Participaron 25 artistas que plasmaron en los muros obras que retratan la identidad cultural y social de la ciudad.
Se buscaba cambiar la cara a todo un sector estigmatizado, usando el arte como herramienta de expresión y tolerancia.
La estrategia resultó, pues hoy la atmósfera tranquila del barrio contagia con música, manifestaciones culturales, gastronómicas y artísticas de calidad y variedad.
A cada paso, saltan a al encuentro sorprendentes testimonios de lo convulsionada que ha sido la vida no solo en Getsemaní, sino en la misma Cartagena.
Ofrenda Floral en Getsemaní por Fiestas de la Independencia. Foto:Alcaldía de Cartagena
Getsemaní huele a leyenda, a expresiones alternativas de protesta y revolución; en el icónico lugar se mezclan la arquitectura colonial, jardines de enramadas y trinitarias, con la modernidad de discotecas, restaurantes y hostales.
La noche aprieta al igual que la lluvia. Refugio: un pequeño local de cocteles. Desde allí se ve pasar una pareja de españoles y un grupo de jovencitas asiáticas, tomándose fotos en el callejón decorado con banderas, y se reflexiona sobre la importancia universal de la ciudad y el heroísmo de los que dieron su vida por la libertad.
Visitar Getsemaní, que en 2018 fue incluido por la Revista Forbes en la lista de los 12 barrios más 'Cool' del mundo, es toda una experiencia. Conocer su historia, interactuar con sus personajes, raizales y forasteros. En el día es una explosión de color y vivacidad y de noche el embrujo de su magia se acentúa y atrapa, invitando a vivirlo.