En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
La vida del niño 'milagro' de Mocoa, tras seis meses de la avalancha
Sebastián Córdoba Guerrero vive ahora con su hermano Wilson en la capital de Putumayo.
El pequeño Sebastián (izq.), junto a su hermano Wilson. Foto: Cortesía familia Córdoba Guerrero
Hasta ahora va a cumplir 10 años (el próximo 4 de octubre) y Sebastián Córdoba Guerrero ya ha vivido momentos muy difíciles y ha perdido a personas indispensables en su existencia.
Hace casi una década, el día que nació, tuvo que despedirse de Nancy Mariela Guerrero, su madre, quien murió tras darlo a luz. Además, el pasado 1.° de abril, hace seis meses, le dijo adiós a Jesús Florencio Córdoba, su padre, quien falleció mientras intentaba ponerlo a salvo durante la avalancha que dejó 336 muertos, alrededor de 100 desaparecidos y que arrasó con varios sectores de Mocoa.
Sebastián quedó huérfano, pero no abandonado. El destino le quitó a sus padres, pero lo dejó al cuidado de sus hermanos. Wilson Norbey vive y comparte todo el tiempo con el pequeño en la capital del Putumayo, y Diego Albeiro, a pesar de residir lejos por su trabajo como soldado profesional, está siempre pendiente de sus familiares y los ayuda con aportes económicos.
Sebastián, durante el tiempo que estuvo en recuperación hospitalaria. Foto:Cortesía familia Córdoba Guerrero
“Estar a cargo de mi hermanito es un honor, yo me siento privilegiado por eso. Es una tarea muy grande la que nos dejó nuestro padre. Él nos enseñó siempre a ser responsables y trabajadores”, aseguró Wilson Norbey, de apenas 20 años y quien cumple servicio militar en la Policía Nacional.
Los últimos 180 días, Sebastián los ha pasado de cirugía en cirugía y de terapia en terapia. La noche de la tragedia sufrió una fractura en su pierna derecha y una laceración en el brazo izquierdo.
De la pierna se ha ido recuperando muy bien: ya puede caminar sin necesidad de muletas. La recuperación del brazo también avanza con resultados positivos: el jueves pasado, en Pasto, tuvo una cirugía plástica, pues la herida fue muy profunda.
Estar a cargo de mi hermanito es un honor, yo me siento privilegiado por eso. Es una tarea muy grande la que nos dejó nuestro padre
Todos los gastos médicos del niño los cubre un seguro y Wilson reconoció que han contado con mucha ayuda de su tío, Jaime Córdoba, quien les cedió un apartamento en el barrio Pinañaco, de Mocoa, para que lo habitarán. Además, resalto la colaboración de la Policía, con la cual está profundamente agradecido.
“La Policía nos ha ayudado mucho y yo debo agradecerles al señor general Herman Alejandro Bustamante, comandante de la región 2 de la Policía, y a su esposa, la señora Liliana. También al coronel Omar Bonilla Sepúlveda y su esposa, Joyce Smith; al teniente coronel Arnoldo Martínez y su esposa, la señora Emilse; al teniente Wilson Campos y su grupo de talento humano, y al señor Jairo Cadena, así como a la Asociación de Obras Sociales de la Policía Nacional”, dijo Wilson.
De a poco, Sebastián ha vuelto a disfrutar del fútbol: ya puede patear los balones que le han regalado y alentar a los dos equipos de los cuales es hincha: Atlético Nacional y Real Madrid. También ha recuperado el gusto por jugar a ser maestro de obra, como su padre, a quien solía cogerle las herramientas de trabajo para divertirse por horas.
De lunes a viernes, en las tardes, el pequeño cursa grado tercero en el Colegio Pío XII. Las mañanas las utiliza para hacer tareas. Los fines de semana los pasa junto a Wilson: salen a pasear en moto, comen helado, ensalada de frutas o malteada y hacen parada obligada en las maquinitas. Su relación cada vez es más fuerte.
Wilson (izq.) y Sebastián disfrutan de su tiempo juntos yendo a diferentes juegos. Foto:Cortesía familia Córdoba Guerrero
Quienes están cerca de Sebastián dicen que el menor no ha perdido la alegría. Cada situación la afronta con una sonrisa. Siempre tiene un semblante tranquilo y sus abrazos reconfortan a todos, sean grandes o chicos. Aseguran que su historia anima a muchos, los motiva, ¡y eso que solo tiene 9 años de vida!
Es fuerte. Así a veces recuerde los hechos del 1.° de abril y se deprima un poco, solito se recompone. Dice Wilson que la fortaleza del niño fue la que les ayudó a los dos hermanos mayores a sobrellevar la perdida de don Jesús. “Lo de mi hermanito es irable. Nos ha enseñado a ser mejores. Es un niño con estrella”, añadió.
La tragedia
Sebastián fue el único que se salvó en una casa de cinco personas. Vivía en la parte alta del barrio Los Pinos con su papá, su madrastra y dos hermanastras.
Salió de la vivienda de la mano de su progenitor, cuando el agua le llegaba a las rodillas. Corrieron hasta una loma que estaba cerca para intentar resguardarse, pero ya el río Mocoa y sus afluentes –Sangoyaco y Mulatos– se habían desbordado y los alcanzaron. Ese fue el último momento en el que vio a su padre.
Como pudo, el niño se aferró a unos palos en una orilla y escapó de las aguas turbias, pero su pierna estaba muy mal. No sabe cuánto tiempo pasó hasta que escuchó, a lo lejos, voces. Se arrastró varios metros, luchando contra el lodo, las piedras y los palos dejados por la tragedia natural, y fue avistado por algunas personas que vivían cerca de su desaparecido hogar.
Don Luis y Sebastián, en una de las últimas celebraciones de cumpleaños que pasaron juntos. Foto:Cortesía familia Córdoba Guerrero
Lo trasladaron al Hospital de Mocoa y de ahí, a Neiva, donde se reencontró con la única familia que le quedó: primero con su hermano mayor, Diego, y luego con Wilson, quien al momento de la avalancha se encontraba cumpliendo un turno de centinela en La Dorada, cabecera municipal de San Miguel (Putumayo).
Fue el propio Wilson, antes de reunirse con sus hermanos, quien se dedicó a buscar el cuerpo de don Jesús y lo enterró en la tarde del lunes 3 de abril.
"Cuando Sebastián se enteró de la muerte de nuestro padre, solo se le salieron algunas lágrimas, no lloró. Es un niño muy fuerte", comentó.
El presente de los hermanos
Después de un tiempo de recuperación en Neiva, Sebastián regresó a Mocoa y se instaló con Wilson en el apartamento de su tío Jaime, quien no les cobra arriendo y junto con su esposa cuidan al niño cuando está solo y les colabora con la alimentación.
Los hermanos Córdoba Guerrero reciben un sudsidio de arriendo por parte del Estado de $ 250.000, pero dicen que que no es suficiente.
"Gracias a Dios, mi tío nos ayuda con el apartamento y eso, porque nada se consigue con $ 250.000. Aquí los arriendos están costando $ 380.000 o $ 400.000. Ese dinero del Estado lo invertimos para cumplir otras necesidades", manifestó Wilson.
Wilson y Sebastián acostumbran a salir de paseo los fines de semana. Foto:Cortesía familia Córdoba Guerrero
El joven, además, se muestra muy escéptico con la reconstrucción de su natal Mocoa. Espera más, pues quiere que su hermanito crezca en un buen lugar.
"Hasta ahora la reconstrucción va muy lenta. Todo parece como tranquilo, pero hay gente que perdió todo y en este momento no se han recuperado. Yo miró lo que prometieron los políticos y el Estado, y no ha pasado nada", concluyó Wilson.