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Exclusivo: rituales indígenas habrían sido clave para encontrar a los niños en la selva
Faustino Siagama explica que las ceremonias hechas en la selva revelaron zonas clave en la búsqueda.
Tras 40 días de incesante búsqueda, este 9 de junio encontraron vivos y a salvo a los 4 niños que sobrevivieron al accidente de una avioneta Cessna 206 de matrículas HK 2803 que cayó en una selva virgen entre el Caquetá y Guaviare.
Los niño rescatados son Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años; Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4 años, y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de 11 meses.
Tras 10 días de búsqueda, el 11 de mayo la operación de rescate se amplió a una zona de 30 kilómetros. Para ese entonces ya en las labores participaban 60 unidades élite de las fuerzas especiales del Ejército Nacional, apoyadas por comunidades indígenas y campesinas de la zona.
Y 16 días después aparecieron los primeros rastros de los niños, ya de la mano de un trabajo conjunto entre indígenas locales y las Fuerzas Militares. Se encontraron teteros, ropa, huellas y fruta comida, lo que elevó la esperanza.
Para este 9 de junio ya había más de 200 personas, entre militares e indígenas, labrando el milagro de la selva.
Así fue la búsqueda implacable de los niños en la selva
Edwin Paky, uno de los líderes indígenas que participó activamente en la búsqueda durante semanas hasta que se accidentó en la selva y luego coordinó a sus compañeros desde un puesto de mando, explicó cómo eran las arduas jornadas de trabajo, que iniciaban desde que los primeros rayos de luz del sol iluminaban la espesa selva.
Las jornadas de búsqueda de los niños en la selva, asegura Villegas, eran extensas y exigentes. Foto:Archivo particular
Es una selva con árboles de 30 metros de altura que cubren casi toda la luz que viene desde arriba y con una vegetación particular que evita que los sonidos lleguen muy lejos
"Es una selva con árboles de 30 metros de altura que cubren casi toda la luz que viene desde arriba y con una vegetación particular que evita que los sonidos lleguen muy lejos. Hicimos la prueba y a diez metros ya no se escuchan los gritos que uno pega para llamar a los niños", dice Paky.
A los gritos de los que buscaban en tierra se unía el de los altavoces del Ejército, que reproducían un audio de la abuela de los menores, Fátima, quien les hablaba en su idioma nativo para que los niños entendieran y se sintieran seguros.
Las jornadas de búsqueda y rescate eran de nueve horas a sol, sombra y lluvia. En el caso de los indígenas solo paraban para comer algún enlatado.
Además, el equipo especializado de búsqueda del Ejército les lanzó juguetes y comida con el objetivo de que los niños se desplazaran a zonas donde pudieran encontrarlos.
Edwin Paki reveló que los niños -además de las frutas del bosque, como el juan soco o avichure- se comieron varios paquetes de fariña, galletas y utlizaron mecheras que estaban en los kits de supervivencia que el Ejército lanzaba a tierra desde los helicópteros. "Lo que nunca se tomaron, porque no era de su gusto, eran las botellas de pedialyte que les tiraban para que se hidrataran", precisó.
Por eso fue que demoramos tanto en encontrarlos, porque ellos seguían caminando y cuando nosotros llegábamos y veíamos los rastros; ellos ya nos llevaban hasta tres días de camino
Edwin explicó que los niños hallaban estos kits, los utilizaban y seguían su camino buscando una salida. "Por eso fue que demoramos tanto en encontrarlos, porque ellos seguían caminando y cuando nosotros llegábamos y veíamos los rastros; ellos ya nos llevaban hasta tres días de camino", dijo.
Como los niños son mucho más pequeños, les costaba menos moverse en medio de tanto monte -relata Edwin-. "Mientras uno se tiraba tres horas para recorrer un kilómetro, o hasta tres si el monte estaba muy alto y había que marcar más los caminos para que ellos los vieran; los niños avanzaban rápido y sin cortar nada, por eso terminamos dando tantas vueltas".
Finalmente, explica el líder indígena, el hecho de que los niños se hayan quedado quietos ya por su estado de salud fue la clave para encontrarlos, pues ya no era perseguirlos, como estaban haciendo antes.
Los rituales indígenas habrían sido clave para encontrarlos
Faustino Siagama Hernández es uno de los abuelos del resguardo indígena donde viven los niños. Él estuvo en la búsqueda, desde el principio, del avión y de los desaparecidos, desde el primero de mayo que se supo que la aeronave se había accidentado.
Avioneta accidentada en la selva de Caquetá y Guaviare Foto:Fuerzas militares
Siagama fue uno de los primeros cuatro del Araracuara que buscaron a los niños por cuenta propia, y utilizó su sabiduría y tradiciones indígenas para apoyar la búsqueda.
Nosotros hicimos un ritual con yagé, pero uno muy especial y sagrado que tenemos en el Caquetá los Huitotos. Gracias a ese viaje que hicimos logramos saber dónde estaba la avioneta
"Nosotros hicimos un ritual con yagé, pero uno muy especial y sagrado que tenemos en el Caquetá los Huitotos. Gracias a ese viaje que hicimos logramos saber dónde estaba la avioneta", explica el abuelo.
Él señala que lo que interpretaron en ese viaje espiritual fue clave para que unos días después encontraran la avioneta, "en esa zona que la madre naturaleza y el dueño de esa tierra les revelaron".
"Después buscamos por nuestra propia cuenta, haciendo caminos y explorando zonas que seguíamos recibiendo como mensajes en nuestros rituales", agrega Siagama.
El abuelo señala que hicieron varios rituales durante las noches en medio de la selva. Esos rituales con yagé fueron presenciados por el padre de los niños, que estaba con su equipo de cuatro del Araracuara, pero ya no estaban siendo tan fuertes como al principio porque los insumos tradicionales ya no eran de la mejor calidad.
Este 9 de junio de 2023 aparecieron los niños perdidos en la selva. Foto:Fuerzas Militares
Fue solo para el último ritual, que realizaron el jueves en la noche, menos de 24 horas antes de que hallaran finalmente a los niños y cuando ya Siagama no estaba en la selva porque sufrió un accidente 6 días antes, que pudieron tener yagé de calidad, enviado desde el Araracuara por su comunidad.
"Nosotros el martes les mandamos los insumos que nos pidió y ellos hicieron el último ritual para comunicarse con la madre tierra el jueves", precisó Edwin Paki, quien desde la comunidad apoyaba con las labores logísticas.
Ese último ritual que realizó el abuelo que quedaba en la selva, indicó Siagama, fue clave para detectar la zona donde finalmente los niños fueron encontrados por una célula indígena y luego el Ejército.