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La diputada de centro derecha que votó por el aborto en Argentina

Revista BOCAS habló con Adriana Cáceres del aborto, de su país y de su embarazo.

Adriana Cáceres, diputada argentina.

Adriana Cáceres, diputada argentina. Foto: Revista BOCAS

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Es 10 de diciembre de 2020 y en Argentina la Cámara de Diputados de la Nación lleva ya varias horas sesionando. Es un día histórico. Se está debatiendo un proyecto de ley enviado por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, para legalizar y despenalizar el aborto.
Según registró el portal feminista LatFem, en Argentina se realizan aproximadamente 54 abortos clandestinos por hora, es decir, 1.300 por día; una zona de riesgo que dejó como consecuencia más extrema la muerte de 3.040 mujeres en los últimos 40 años. Además, desde 1921, el aborto está penalizado en Argentina. Según datos del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), más de 800 mujeres están presas en cárceles de todo el país por haber abortado.
Es 10 de diciembre de 2020 y hay 254 diputados y diputadas sentados en el recinto. Nadie se quiere perder la oportunidad de hablar a favor o en contra de un tema que mantiene polarizada a la sociedad argentina desde el 2018, cuando se trató por primera vez el proyecto en el Congreso, con un resultado desfavorable. En aquella ocasión, los diputados lograron aprobar el proyecto, pero el Senado lo rechazó.
Después de aquel sabor amargo, los feminismos viven este nuevo round como una revancha. En dos años el debate por el aborto se instaló en la agenda pública, y sobre todo en el plano social y cultural.
De hecho, durante la campaña presidencial del 2019, este tema fue uno de los ejes que partieron aguas. El candidato que resultó ganador, Alberto Fernández, de una coalición de centro-izquierda, prometió en su campaña mandar un proyecto para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo. Y cumplió.
En este segundo round hay diputados y diputadas que ya llevan varios mandatos sentados en esas bancas. Para otros, es la primera experiencia. La diputada Adriana Cáceres está en este segundo grupo. Asumió su banca en febrero de este mismo año por Juntos por el Cambio —el partido de oposición que encabeza el expresidente de centro-derecha Mauricio Macri, que gobernó entre 2015 y 2019, y cuya posición es abiertamente en contra del aborto— y su cara es, para la mayoría de los argentinos, absolutamente desconocida. Pero en unas horas dejará de serlo.
Es 10 de diciembre de 2020. Cuando el reloj marca las 15:40, el presidente de la Cámara de Diputados le concede la palabra. La cámara la enfoca. Adriana tiene 38 años, es rubia, lleva unos llamativos anteojos color violeta, un saco color azul. En su mano derecha y en su micrófono cuelga un pañuelo verde, el estandarte que, desde el 2003, el colectivo feminista utiliza para simbolizar la lucha por el aborto legal, y que a partir del 2018 comenzó a formar parte del paisaje cotidiano. Miles de mujeres lo llevan colgado en sus mochilas y carteras. Es una toma de posición ante la sociedad.
En los cinco minutos que tiene para dar su discurso, Adriana habla de la clandestinidad de la práctica, remarca la histórica lucha de miles de mujeres, menciona la importancia de que diputados y diputadas de distintos partidos trabajen en conjunto y lo más importante: deja en evidencia que si hubiera estado en esa misma banca dos años atrás, no hubiera estado a favor de votar por la legalización.
Cuando el reloj marca los últimos segundos para hacer uso de la palabra, su voz inmediatamente cambia. Se quiebra: “Y para terminar, señor presidente, quiero contarle que estoy embarazada, que es un embarazo sumamente deseado, buscado, por años, y donde con mi marido tuvimos que transitar por momentos difíciles, incluido abortos naturales. Pero hoy, la verdad, debo destacar y agradecer que estamos acompañados por el amor y el cariño de la familia, de los amigos, de las compañeras, de los compañeros, de los colegas. Y eso tiene que ser el común denominador de los embarazos para que sean deseados, sean queridos, sean acompañados… Y por eso, señor presidente, ¡la maternidad será deseada o no será! ¡Que sea Ley!”.
Y por eso, señor presidente, ¡la maternidad será deseada o no será! ¡Que sea Ley!
La ovación es unánime y también lo son las lágrimas. Las redes sociales y los portales de noticias resaltan el emotivo discurso de esta diputada que, hasta hacía poco, pasaba totalmente inadvertida.
(Además: la entrevista BOCAS con Anitta, la bomba musical de Brasil)
Es 6 de febrero del 2021. La panza de Adriana delata sus 27 semanas de gestación. Ya está en la cuenta regresiva para que nazca su hijo, al que deseó por tantos años. Pero no nacerá en cualquier país. Lo hará en uno en el que el aborto ya es ‘Legal, Seguro y Gratuito’.
Aquella jornada del 10 de diciembre dejó un saldo positivo. Adriana estuvo entre los 131 diputados que votaron a favor, ante los 117 que votaron en contra. Veinte días después, el Senado de la Nación votó a favor (38 contra 29), convirtiendo al país en el segundo de Latinoamérica y el Caribe, después de Uruguay, en legalizar esta práctica.
Dos meses después de aquella jornada, Adriana, que cumplió 38 años, se siente parte del colectivo feminista. Oriunda del partido de Pilar, una localidad de la Provincia de Buenos Aires, a 60 kilómetros de Capital Federal, en la familia de Adriana no se hablaba demasiado de política.
Su padre, pintor de colectivos y su madre, ama de casa, conformaban una típica familia que se ubica en una clase media baja, los “laburantes”. Adriana fue a un colegio religioso local, y desde chica la interpelaron las cuestiones vinculadas a lo “social”, aunque todavía no sabía cómo llenar esa palabra o qué forma tenía.
Cuando cursaba quinto año, el último del colegio secundario, durante un taller de “orientación vocacional”, encontró su camino. Una de las actividades consistía en tomar tarjetas de papel que llevaban inscriptos nombres de carreras. Cada alumno pasaba y descubría una. Adriana leyó la suya en voz alta frente a sus compañeros: “Ciencias Políticas”.
Nunca había escuchado el nombre de esa carrera. No tenía idea de que existía algo así y de que, además, se podía cursar en la Universidad de Buenos Aires, una de las más prestigiosas del país y del mundo. Pero lo más importante, era gratuita, la única forma en la que Adriana podía acceder. Se anotó y pasó. Su primer año en Ciencias Políticas fue el 2001.
El 20 de diciembre de aquel año, el presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, renunció y huyó de la Casa de Gobierno en un helicóptero generando la crisis social, económica y política más feroz desde el regreso de la democracia, en 1983. El 2001 fue el año en que los niveles de hambre, miseria y desocupación llegaron a cifras inéditas. Y en este último grupo se encontró el padre de Adriana. Sin trabajo y rebuscándoselas en labores precarias para llevar algo de sustento a la casa, Adriana tenía que trabajar si quería seguir estudiando.
Las opciones para una joven de 18 años eran muy pocas y lo único que consiguió fue un puesto como cajera en un supermercado. No importaba el monótono trabajo frente a la caja registradora, ni las dos horas de ida y dos horas de vuelta que tenía para ir a la universidad. Adriana quería estudiar.

Realmente tenía muchas ganas de estudiar Ciencias Políticas. ¿Un esfuerzo enorme?

Sí. Aunque los primeros cuatro años de la carrera no estaba muy conectada ni con el estudio, ni con los profesores, ni con los compañeros. Tenía muchas horas de viaje, sumado al trabajo, la verdad que sí, era un esfuerzo enorme que mantuve, pero sin involucrarme demasiado ni con la vida universitaria ni con la política.

¿Y cuándo cambió eso?

Cuando la cosa se puso un poco mejor económicamente pude renunciar al supermercado y el último año de la carrera dedicarme cien por cien al estudio.

¿Y ahí se conectó?

Ahí fue realmente todo disfrute de la vida universitaria plena que yo no había tenido. Encuentros con compañeros, con profesores. Es como que por primera vez pude disfrutar, antes no podía. Y la verdad es que fue muy liberador.
Leonardo Villar es la portada de la Revista BOCAS, que circula en febrero de 2021.

Leonardo Villar es la portada de la Revista BOCAS, que circula en febrero de 2021. Foto:Revista BOCAS

No era consciente de que en mi país había más de 800 mujeres presas por abortar

Estudiaba Ciencias Políticas, pero ¿se identificaba con algún partido? ¿Militaba?

Hasta ese momento no militaba, pero en ese último año empecé a hacer mi experiencia. En Pilar, mi ciudad, y en la Provincia de Buenos Aires no me sentía representada con absolutamente ningún partido político, ningún partido vecinal, ni nada. Pero sí veía que en la Ciudad de Buenos Aires se estaba formando un partido y, por curiosidad, me interesó saber de qué se trataba. Era el 2007 y este partido se llamaba Compromiso para el Cambio y lo encabezaba Mauricio Macri, que se postulaba para ser jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Así que yo ingresé a la juventud de ese partido y milité para su candidatura.

Finalmente, ganó en octubre del 2007.

Sí, ahí entré a trabajar en el gobierno de la Ciudad, en la parte de juventud, después en la parte de comunicación y ya en los últimos años de su segundo mandato, en el 2013, lideré el equipo de juventud de la Fundación Pensar, el think tank que pensaba las políticas y los ejes de lo que finalmente fue su gobierno, como presidente, en el 2015. Y ahí empezó otro camino ya en el Gobierno nacional.

En el 2018, cuando el proyecto de Legalización del Aborto llegó por primera vez en la historia al Congreso de la Nación, usted todavía no era diputada. ¿Dónde estaba?

En ese momento yo era directora del Instituto Nacional de Juventud, un área del Gobierno nacional que se encarga de diseñar y ejecutar las políticas públicas para los y las jóvenes de todo el país.

El debate comenzó en abril de ese año y durante dos meses, más de 700 especialistas —a favor y en contra— vertieron sus argumentos. ¿Cuál era su posición en ese momento con respecto a la legalización?

No tenía una posición tomada. Yo había dicho públicamente que, en lo personal, no abortaría, y eso se tomó como que yo estaba en contra. De hecho, me sumaron a grupos de Whatsapp de militantes en contra, pero yo pedí que me sacaran. Aunque es verdad que yo nunca había dicho públicamente “estoy a favor” o “estoy en contra”. Directamente, negué la situación y eludí cualquier tipo de definición.

Difícil ser neutral en un tema que polarizó a la sociedad, y más siendo usted, en el 2018, representante de la juventud. Las jóvenes, sobre todo, eran quienes más movilizadas estaban...

Como en ese momento no tenía ninguna responsabilidad directa en este asunto, decidí correrme a un costado. Puse la mente en blanco. Pero se interpretó, por mi silencio, que yo estaba en contra. Vengo de un colegio secundario católico, de una familia muy católica y creo que no tenía las herramientas suficientes para meterme en ese debate. No quería hacerme cargo. No escuché a los más de 700 expositores que participaron, no estuve en ninguna movilización, no publicaba nada en las redes sociales. Hoy, dos años después, puedo reconocer que tenía una negación.
La maternidad es realmente un proceso de deseo. Entonces, ¿cómo se puede obligar a una mujer a maternar si no tiene ese deseo?

¿Y a qué le atribuye esa negación?

Claramente no tomaba conciencia de la magnitud del debate que se estaba llevando adelante. La sociedad estaba muy polarizada: se estaba de un lado o del otro, y yo soy muy de los grises, no me gustan los extremos. Pero fue muy difícil.

¿Cómo y cuándo empezó a entender la dimensión de este debate?

Tuve una cachetada importante de realidad por dos cuestiones: una política y una personal.

Empecemos por la política.

Fue el 29 de octubre del 2019, exactamente el día después de que perdimos las elecciones a nivel nacional. En esas elecciones yo había integrado la lista de diputados nacionales, pero con los números que habíamos obtenido, entraba hasta el diputado anterior a mí en la lista. Sin embargo, un diputado que había ingresado en el 2017 renunció a su banca porque iba a ser intendente de su ciudad; entonces me correspondía a mí entrar como diputada. Pero acá apareció un problema: no querían que yo asumiera la banca. Se la querían ceder a un varón, argumentando que si se iba un diputado varón, debía entrar un diputado varón.

¿Puede detallar más este episodio?

Claro. En Argentina, en el 2017, se votó la Ley de Paridad de Género, por la cual las listas deben estar conformadas en un 50 por ciento por mujeres y por varones. Este fue un avance enorme en materia de género en nuestro país. Pero los varones de mi propio partido empezaron a hacerme una jugada en mi contra para que yo no asumiera mi banca. Una estrategia claramente machista. Esa fue entonces mi primera cachetada de realidad. Ahí me dije a mí misma: “Si no hago algo, me roban el lugar”. Y era doloroso porque eran los compañeros de mi propio partido los que me estaban haciendo esto.
(¿Le gustaría otra entrevista BOCAS?: Édgar Rentería, un verdadero fuera de serie)
Cáceres estudió en un colegio religioso, trabajó en un supermercado mientras estudiaba Ciencias Políticas y fue militante de las juventudes del partido llevó a Macri a la presidencia.

Cáceres estudió en un colegio religioso, trabajó en un supermercado mientras estudiaba Ciencias Políticas y fue militante de las juventudes del partido llevó a Macri a la presidencia. Foto:Sol Avena

¿Y qué hizo usted?

Me asesoré con abogadas feministas y comencé a conectarme con mujeres políticas feministas de mi espacio. Y ahí es cuando digo que tuve una cachetada de realidad, porque por primera vez yo estaba viviendo una situación explícita de machismo; y gracias a la alianza con mis compañeras, e incluso con compañeras de otros partidos, decidimos judicializar esta situación. Después de dos meses, el juez electoral resolvió que me correspondía a mí la banca como diputada. Ahí siento que abrí realmente los ojos.

¿Qué sintió en ese momento?

Es como que me cambió el mundo de un día para el otro y, claro, empecé a ver todo con anteojos diferentes. Y me empecé a dar cuenta de que en todos los ámbitos, no solo en la política, las mujeres sufríamos situaciones de vulnerabilidad. Y fue a partir de ese momento que empecé a sentarme con mujeres y a entender la importancia de lo colectivo. Porque la victoria judicial fue gracias a las alianzas que tejimos las mujeres de varios partidos políticos y con algunas periodistas que visibilizaron esto en los medios de comunicación. Yo asumí mi banca en febrero del 2020 y juré públicamente agradeciendo a las mujeres. Ahí sellé mi compromiso con el colectivo feminista.

¿Y la experiencia personal?

En el 2017 y el 2018, yo empecé una búsqueda para ser mamá. No quedaba embarazada, entonces empezamos con mi marido muchísimos tratamientos de fertilización. Fueron años muy, muy duros. Pastillas, inyecciones. El cuerpo cambia, la cabeza cambia. Y en ese proceso tuve varios abortos naturales que fueron realmente muy duros.

¿Sabía en ese momento que si alguien eventualmente la denunciaba usted podía ir presa por abortar, aunque hubiera sido natural?

No era consciente de que en mi país había más de 800 mujeres presas por abortar. Pero sí empezó un proceso de darme cuenta, de tomar conciencia de lo que significa transitar un aborto, como lo fue en mi caso, muy duro, doloroso. Y, sobre todo, darme cuenta de que la maternidad es realmente un proceso de deseo. Entonces, ¿cómo se puede obligar a una mujer a maternar si no tiene ese deseo?
Cuando me pasó lo de mis propios abortos, sumado a la pelea por conseguir mi banca, fue realmente un despertar. Literalmente, el feminismo me pasó por el cuerpo

Ahí entendió la famosa frase de la escritora estadounidense y referente del feminismo Kate Millet, “lo personal es político”, ¿no?

Totalmente. Cuando me pasó lo de mis propios abortos, sumado a la pelea por conseguir mi banca, fue realmente un despertar. Literalmente, el feminismo me pasó por el cuerpo, y ahí es donde creo que eso que tenía dormido se encendió.

Entonces, en el 2020, ya como diputada, cuando el presidente anunció que mandaría el proyecto de Ley al Congreso, usted ya tenía su decisión tomada para votar a favor. Sin embargo, ¿se sentía preparada para ese debate?

Yo tenía la decisión tomada, pero claro, empecé ahí mismo un proceso de aprendizaje. Leí muchos libros, vi documentales, aprendí la historia de la lucha del aborto que venía desde la década del 80, conocí a las principales referencias y, por primera vez, obtuve mi pañuelo verde. Yo venía de un proceso de negación absoluta y se estaba abriendo un nuevo capítulo en mi vida. Y cada vez que leía, escuchaba, se reafirmaba más mi postura a favor.

Y en el medio quedó embarazada...

Sí. En el 2019 habíamos hecho un tratamiento que fracasó. Después llegó la pandemia y ahí frenamos por la incertidumbre, porque no sabíamos qué era este virus. Y cuando en junio del 2020 decidimos volver a reconectarnos con el médico para empezar a pensar en un nuevo tratamiento, quedé embarazada de manera natural. El 17 de noviembre ingresó el proyecto y empezó el debate en las comisiones de manera virtual. La verdad, no me perdí de ninguna exposición. Escuchando absolutamente a todos y anotaba todo. Era como una primera vez para mí. Y fue muy emocionante. Yo estaba feliz.

Sin embargo, la mayoría de los integrantes de su partido no estaban a favor de legalizar el aborto.

No solo la mayoría de mi partido estaba en contra, sino que nuestro electorado también. Además, como este proyecto de Ley lo envió el presidente de la Nación, del que nosotros somos oposición, también nos acusaban internamente de que estábamos acompañando a un gobierno. Y la verdad es que no era para nada así. No acompañamos el proyecto de un gobierno en particular, acompañamos el proyecto del colectivo de mujeres. Teníamos que comprometernos por las miles que murieron en la clandestinidad, por sacar este debate de abajo de la alfombra. Yo, igualmente, me sentía acompañada por mujeres de mi partido, e incluso de los otros partidos. Esta fue una ley transversal.
En 2020, Cáceres estuvo dentro de los 131 diputados que votaron a favor del aborto, ante los 117 que votaron en contra, en un debate histórico para los derechos de las mujeres en Argentina.

En 2020, Cáceres estuvo dentro de los 131 diputados que votaron a favor del aborto, ante los 117 que votaron en contra, en un debate histórico para los derechos de las mujeres en Argentina. Foto:Sol Avena

¿Qué significa que fue una ley transversal?

El debate por el aborto no empezó en el 2018. Fue un proceso de décadas, en donde mujeres de distintos partidos políticos e ideologías entendían que si querían conquistar este derecho, había que pelearlo, cueste lo que cueste. En ese camino nació, en el 2004, la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, un colectivo de mujeres que militaron durante años e hicieron un trabajo minucioso de lobby, en el buen sentido de la palabra. También conocí qué eran los Encuentros Nacionales de Mujeres: una experiencia inédita en el mundo que reúne mujeres de todo el país desde 1986, en donde, una vez por año, se juntan miles a debatir, charlar, compartir experiencias. Además, desde el 2015 en Argentina nació el colectivo “Ni una Menos” y puso en la agenda el tema del aborto como bandera. En ese camino nos encontramos muchos y muchas diputadas y diputados que no pensamos igual, incluso pensamos de manera opuesta, pero que, en este caso, y en otros casos con temáticas de políticas de género, nos unimos para ampliar derechos. Y por eso hablamos de que se trata de una ley transversal. Ahora, esto por supuesto que implica para muchas pagar costos.

¿Qué costos tuvo que pagar, por ejemplo?

Los grupos antiderechos son muy violentos. Salieron a decir que yo traicioné a mi electorado, que me pagaron 150.000 dólares para que votara a favor…

¿La amenazaron?

Me mandaron muchísimos mails violentos contra mí, contra mi embarazo. Mails que para preservarme no leí, porque era muy angustiante, muy fuerte. Mi equipo de trabajo y mi marido me decían que no los leyera porque eran realmente terribles.

¿Cómo se preparó para la sesión?

Había anotado unas líneas en función de lo que quería decir y tenía en claro que quería contar mi experiencia personal, sobre todo, para dejar en evidencia cómo fue mi proceso. Quería que mis compañeros escucharan de mi propia boca cómo había sido mi camino, porque no es que yo era una feminista de toda la vida. Y la verdad es que en el momento fue muy movilizante para mí.

Su discurso fue emocionante. Terminó con el puño levantado diciendo “la maternidad será deseada o no será”; era una abanderada del aborto legal. Si veía para atrás no se reconocía a usted misma, ¿no?

Totalmente. Siento que fue un discurso liberador. Me sentí como parte del colectivo de mujeres que da la pelea por este tipo de ampliación de derechos. En segundo lugar, me sentí con la responsabilidad de tener que poner mi voz en esta pelea. Unos días antes una diputada me dijo, “Adriana, nosotros estamos para ampliar derechos, no para ser conservadores. Nuestra labor es conquistar derechos”. Ahí entendí que no podíamos seguir en este statu quo de clandestinidad. Y, por último, necesitaba retribuir y poner en valor a todas las mujeres que me acompañaron en ese lugar, que sé que era sumamente importante.
Teníamos que comprometernos por las miles que murieron en la clandestinidad, por sacar este debate de abajo de la alfombra

Finalmente, la Cámara de Diputados aprobó esa madrugada del 11 de diciembre, con 131 votos a favor y 117 en contra; y un mes después, en la pelea más difícil porque dos años atrás había fracasado, la Cámara de Senadores también aprobó el proyecto por 38 contra 29. ¿Cómo lo vivió?

Fue realmente muy emocionante porque literalmente ampliamos derechos en nuestro país y creo que marcamos agenda para todo el continente latinomericano. Antes de que se aprobara, yo hablaba con militantes y compañeras, y decíamos que si no se aprobaba la ley en Argentina, íbamos a tener un retroceso de años, no solamente en nuestro país, sino en toda la región.

Sentían una responsabilidad no solo a nivel local, sino también de marcar agenda en Latinoamérica...

Absolutamente. De hecho, después de que legalizamos en Argentina comenzó a tratarse en Chile la despenalización. Es un gran paso. Claramente, siendo vanguardia, abriendo las puertas, ayudamos a otros a hacer lo mismo. Yo creo que esto va a ayudar y a dar impulso a la región. Así como creo que si no lográbamos aprobarlo, hubiese sido un retroceso para todos.

Es interesante que usted estuvo del otro lado. Usted es un ejemplo de lo que, parafraseando lo que decía la pensadora Simone de Beauvoir, “no se nace mujer, sino que se llega a serlo”. Podríamos decir que “no se nace feminista, sino que se llega a serlo”. Y usted lo hizo en este último año.

Sí, la verdad es que fue increíble. Por eso quise dejarlo muy en claro en mi discurso, porque por supuesto que estuve del otro lado, sé cómo piensan porque estuve ahí, porque es como estar ciega. En mi caso, me tuvieron que pasar cosas personales para poder hacer ese ‘clic’ y empezar a entender y a construir esta nueva mujer feminista que hoy soy.

Y de eso ya no se vuelve, ¿no?

¡Nooooo! Ya no hay vuelta atrás.
Apertura de la entrevista de Adriana Cáceres en la edición 103 de Revista BOCAS, en febrero de 2021.

Apertura de la entrevista de Adriana Cáceres en la edición 103 de Revista BOCAS, en febrero de 2021. Foto:Revista BOCAS

* * *

Gracias por leernos.
Nos gustaría recomendarle otra entrevista BOCAS: Luz Marina Bernal, una madre de Soacha)
POR: TALI GOLDMAN
FOTOS: SOL AVENA
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 103. ENERO - FEBRERO 2021

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