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Chiribiquete, la morada de los dioses que es necesario cuidar
Desde esta semana, Colombia tiene un patrimonio mixto de la humanidad en Chiribiquete.
El presidente Juan Manuel Santos (centro), en la serranía de La Lindosa, en Chiribiquete. Foto: Nelson Cárdenas / Presidencia
José Noé Rojas llegó hace 28 años al departamento del Guaviare, a la zona de La Lindosa (en el conjunto de la serranía de Chiribiquete), dejando su natal San Luis de Gaceno, en Boyacá. Quien lo llevó, cuenta, le dio lo del pasaje y él empezó a buscarse la vida en estos parajes selváticos del suroriente de Colombia, en la Amazonia.
Hoy tiene 52 años y es dueño del terreno donde está uno de los más importantes registros de arte rupestre del mundo, en la serranía de La Lindosa, un lugar al que solo se llega caminando durante unos 20 minutos, loma arriba.
En ese terreno que Rojas compró por 26 millones de pesos está, sobre la roca, un registro del pasado con dibujos que van desde murciélagos hasta colibríes, pasando por tortugas, caminos, diferentes tipos de aves, jaguares, dantas, manos (firma del artista) y otros que no son fáciles de identificar.
Allí llegó este lunes el presidente Juan Manuel Santos, acompañado de sus ministros de Cultura (Mariana Garcés) y de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Luis Gilberto Murillo, entre otros, para recibir una de las declaratorias de patrimonio de la humanidad más importantes para Chiribiquete, la mixta, que determina que es cultural y natural, y también, para informar de la ampliación de 1’486.676 hectáreas de protección para este parque, que llega a 4’300.000 hectáreas.
Rojas hizo parte de ese grupo principal que se paró en el escenario improvisado que es en piedra, con un fondo único: una pintura rupestre que tiene unos 10 metros de ancho y unos 8 de alto, en un tepuy de 200 metros de altura que regala constantemente gotas de agua pura que vienen de su cima llena de musgo.
El espectáculo es imponente. Según Francisco Montejo, coordinador del grupo de Patrimonio del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh), se trata de un conjunto de pinturas de las que se tiene registro desde los años 90 e incluye 50 es. En total son 70.000 pinturas de arte rupestre, algunas hasta con 20.000 años de antigüedad, lo que las hace más importantes para ser estudiadas.
Montejo agregó que se trata, además, de pinturas que han sido renovadas o repintadas en tiempos más recientes, pero sin perder su significado inicial.
Para el presidente Santos, estar en ese lugar es el mejor “significado de la paz. En el 2005, cuando la Unesco quiso mirar estas pinturas no pudo entrar por la guerra. En diciembre pasado volvieron y pudieron ratificar su valor. Así que paz y medioambiente van de la mano”.
En todo momento, el primer mandatario recordó: “Este es un sitio sagrado y el jaguar es la cuna del conocimiento de nuestras culturas y tiene una mandíbula fuerte”.
Agregó que es fundamental tener en cuenta que esta frontera, la de la derecha, así como la del Pacífico, representan la protección de los grandes recursos naturales del país, mientras que la del centro de Colombia, que tiene 40 millones de hectáreas, es la despensa alimenticia, los espacios cultivables.
Rojas, por su parte, dijo que este sector, que queda a unos 15 minutos de San José del Guaviare en helicóptero, no está exento de fenómenos de la naturaleza.
“El pasado 14 de febrero hubo un incendio que alcanzó a llegar a unos 20 metros de la pintura y se pudo controlar gracias a la ayuda de la Gobernación del Guaviare y del Icanh”, dijo. Hoy, Rojas es un guía turístico muy orgulloso que muestra este lugar a los turistas con sus hijos y vive de eso.
Esta joya alberga una de las más grandes muestras pictóricas de América, así como diversidad única. Foto:
Ahora, el país tiene ocho zonas de la serranía La Lindosa para visitar, declaradas área arqueológica protegida. Chiribiquete como tal no está abierto al público, con el fin de conservar su biodiversidad.
Igualmente, informaron Santos y Montejo, se sabe que hay algunas comunidades indígenas en la zona, pues se han encontrado indicios de sus movimientos y existencia, pero no serán adas a menos que ellas quieran, para permitirles seguir viviendo en su hábitat. Debido a que no ha habido o, no se sabe cuántas son.
Al bajar del cerro hay nostalgia. Allá se queda la historia de ese gran mural (se puede suponer que ese lugar es un cruce de caminos, tal vez un sitio ritual), pero también hay preguntas.
Una de ellas es cómo llegaron los artistas hasta puntos tan altos de la roca, si no tenía cómo subir ni ningún elemento para ayudarse del que haya registro. Pero esa es una pregunta que la naturaleza de La Lindosa responderá, si quiere. Por lo pronto, que el jaguar, gran señor de la selva, siga cuidando este tesoro con su fuerte mandíbula.
Un tesoro poco explorado
El área protegida continental más grande de Colombia alberga 708 especies de plantas, 216 especies de peces, 30 de mamíferos, 293 de mariposas, 41 de reptiles y 53 de anfibios.
A partir de las expediciones científicas realizadas hasta el momento, los investigadores estiman que hay 32 posibles nuevas especies para la ciencia (animales y plantas nunca antes vistos) y 29 amenazadas.
El nuevo polígono que fue incluido en el parque natural (1’486.676 hectáreas adicionales) cobija biomas escasamente representados en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap), como las sabanas estacionales tropicales y el bosque de galería tropical. Esto garantiza la conectividad entre la Orinoquia, la Amazonia y el norte de los Andes.