Fabio Rubiano vio el hecho y lo grabó: “En un bus urbano, en un
TransMilenio, viajaba una oveja. Iba, por supuesto, con una persona. Mejor: la llevaba una persona”, cuenta el dramaturgo y director del
Teatro Petra.
“¿Por qué está esa oveja ahí y no en el campo, en una finca?”, se pregunta, espaciando las palabras más de lo habitual. “Simple: forma parte del conjunto de desplazados del país. No es solo el papá, la mamá, los hijos, los tíos, los primos... También, cuando se puede, cuando la carrera por salvar la vida lo permite, va una gallina y hasta una oveja, que entre los animales grandes es pequeño, y se puede trasladar”.
Allí no terminó su mirada. Una foto de
Jesús Abad Colorado le mostró a una joven con una gallina. “Una persona de la Cruz Roja, que está apoyando a este grupo de desplazados, le dice que no puede llevar el ave. ‘La pollita es un regalo’, agrega la muchacha. Ellos no solo cargan con su
vida, sino con la vida de los demás, como en este caso, a través de estos
seres que también sienten: los animales”.
Estas ideas fueron cayendo sobre la mesa de la creación de Petra, uno de los grupos más importantes del país. Fue hace varios años. En esa mesa imaginaria siempre se analizan esas ideas, se voltean, se vuelven arte, se llevan más allá.
Y nació 'Historia de una oveja', la obra que vuelve a llevar al grupo al Teatro Colón de Bogotá, y que se presentará del 22 al 26 de julio y del 29 al 31 del mismo mes.
El Colón ha tenido a Petra en su escenario varias veces, con las propuestas de Rubiano y su equipo, montajes que cuestionan y llevan a encender los sentimientos cuando se apagan las luces para poder percibir los hechos que vivimos en este país desde el arte del grupo.
'Historia de una oveja' es un camino de migraciones y migrantes. Muestra a la gente que tiene que salir de sus casas, corriendo, sin otra opción, porque es perseguida, y debe volver a empezar en un lugar ajeno. No importa si tiene el mismo clima y si ve montañas o valles: es otro espacio que no es el suyo.
Marcela Valencia, Julián Román y Juanita Cetina, les dan vida a los personajes centrales: Berenée, una oveja inocente e ingenua; Alí, el eterno migrante, y la niña Tránsito, que es la guía de esta ‘familia’ que se creó en el viaje, respectivamente.
La aliada principal de Rubiano en Petra, Marcela Valencia, interpreta a Berenée, que no deja de resaltar la bondad de los animales y cómo ven todo desde la inocencia. “Ellos también sufren. Ellos vieron lo que pasó en esos desplazamientos. Casi todos se quedaron perdidos, sin comida, sin los seres que los apoyaban. Su destino, seguro, fue deambular”, dice.
Su Berenée es de algún modo como los niños que asumen el dolor de una forma diferente, que pueden pensar que ese desplazamiento es una especie de viaje para conocer un nuevo lugar.
Ellos también sufren. Ellos vieron lo que pasó en esos desplazamientos. Casi todos se quedaron perdidos, sin comida, sin los seres que los apoyaban. Su destino, seguro, fue deambular
Enfrentar el personaje no fue fácil. “No se trata de una obra infantil”, y la oveja no aparecía para dar enseñanzas o contar su valor como animal, de dar lana, o de servir para dormir cuando se cuentan muchas. Tampoco desde el punto de vista religioso.
“Así que lo primero que hice fue mirar videos de ovejas. Porque un citadino tiene relación con perros y gatos. Vi cómo se comportaban, cómo tenían las orejas y ayudé en la estructura de la parte superior de mi vestuario. Luego vino su lenguaje, que no era balar todo el tiempo, pero sí sacar cosas a partir de eso, como ‘hoy es juevessssss’, alargando ciertas cosas, pero sin exagerar”.
Al ser un habitante del campo, puso a su personaje, ya en los ensayos, con un acento del pastuso andino, con dulzura e inocencia.
Y aunque con Rubiano ha trasegado en obras como 'Labio de liebre', entre otras, en la que también hay animales, “la divinidad de Fabio como dramaturgo me llevó a este punto, a este personaje”, una caracterización que le exigió un gran reto físico y mental.
El personaje, que es una metáfora, no ve desplazamientos sino paseos; muñecos en vez de muertos, y no lleva dolor sino ganas de jugar; sin embargo, no es tan ingenuo como parece. “Porque, en estos temas tan dolorosos del desplazamiento, de los horrores que viven los que tienen que abandonar todo y solo les queda su vida, ¿qué pasaría si ellos hablaran, si pudieran dar su versión de los hechos?”, se pregunta.
Rubiano agrega que los compañeros de Berenée en el viaje son muy importantes. Alí, el egipcio (Román), es el hombre de los eternos desplazamientos. Los espíritus que han ido por las guerras de esas naciones africanas yendo de un lugar a otro por invasiones, guerras “y en ese caminar llega, precisamente, a un lugar donde vuelve a ser desplazado”.
A Tránsito (Cetina) le toca asumir, desde su punto de niña, el control de la unión. “Muchos desplazados se conocen en el camino. Y es que la gente no necesita solo una casa y una comida, necesita comunidad. Un árbol de mango no se puede sembrar en el páramo porque se muere. No se le puede decir a esa semilla: ahí tiene tierra, agua, aire, salga. No, necesita un clima, un espacio, otros árboles. En líneas generales, un ecosistema”, afirma.
“Eso mismo es lo que requiere la gente: comunidad. No es solo casa, comida y trabajo. Y hay que ver cómo los desplazados tienen todo lo anterior y en qué condiciones, cómo es su lucha. Pero lo cierto es que lo que más necesitan es lazos”.
Pese a que la palabra ‘desplazado’ no se dice tanto, queremos dar esa visión que puede ser ambigua, como la de la oveja que ve todo positivo a pesar de lo doloroso de la situación
Rubiano hace un personaje en la obra: el Muñeco, que está al lado de estos tres viajeros para no ofrecerles opciones buenas, sino todo lo contrario. También aparecen la mandadera Felicia, la 'coach' Maryland, San Martín de Porres y el cazador.
Según cifras de Acnur, el número de desplazados entre 1985 y el 2020 por el conflicto armado en Colombia es de 7,7 millones de personas. Mientras, el Observatorio Global del Desplazamiento Interno (IDMC) dice que, a 2019, fueron alrededor de 5,6 millones de personas desplazadas internas (PDI). Cifras muy fuertes.
“Pese a que la palabra ‘desplazado’ no se dice tanto, queremos dar esa visión que puede ser ambigua, como la de la oveja que ve todo positivo a pesar de lo doloroso de la situación”, dice Rubiano.
Pero esa oveja es un detonante al estilo de Fabio Rubiano, muy suyo, para que quienes vean esta obra vayan al mundo de otra manera.
Para que, cuando se acabe la obra y se enciendan las luces, el espíritu, no obstante estar rodeado del arte del teatro, se haga preguntas. Muchas preguntas.
CULTURA
EL TIEMPO
Otros temas que pueden interesarle: