La última vez que el esloveno Tomaž Pandur dirigió una obra de teatro fue hace dos años, durante el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, cuando presentó su gótica versión del ‘Fausto’, de Goethe, en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
Un par de semanas después, un infarto le fulminó el corazón a sus 53 años, justo cuando estaba ensayando un nuevo proyecto en Macedonia. Aquel creador inquieto, que solía revivir grandes clásicos del teatro y de la literatura con una poderosa estética monocromática con la que reflexionaba sobre el alma humana, se despidió del mundo en un escenario casi que repitiendo esa muerte romántica de Molière, quien también falleció mientras actuaba.
Su maratónica carrera se compuso de montajes en una diversidad de países, desde México hasta España, de Alemania a Austria, y desde su natal Eslovenia a Macedonia. Pero fueron Bogotá y el Festival Iberoamericano los que marcaron un punto especial: el director se presentó siete veces en el encuentro teatral colombiano. “Él siempre consideró el Festival de Bogotá como su hogar –cuenta su hermana y llave creativa, Livjia– porque desde su primera obra profesional, ‘Sherezada’, casi cada año fue invitado. Esperaba mucho por el festival y estuvo muy conectado primero con Fanny Mikey y luego con Anamarta de Pizarro”.
Fue tan profunda esa conexión que, antes de fallecer, Pandur estaba preparando una versión teatral de un título cumbre del arte colombiano. Ahora, su espíritu regresa al festival en forma de teatro. Desde el miércoles se representará ‘Symphony of the Sorrowful Songs’, un
ballet que el director esloveno creó junto con su hermana inspirado en la conmovedora música del polaco Henryk Gorecki.
Livjia cuenta que la producción se estrenó en el 2010, cuando el Ballet de Berlín, dirigido por Vladimir Malakhov, invitó a Pandur a trabajar para un proyecto especial. El proceso de creación estuvo inspirado no solo en la figura de Malakhov, que tuvo una prolífica carrera como bailarín, sino en la profundidad de la música del polaco, que la compuso para orquesta y una soprano. “Es una de las composiciones más fantásticas que se han hecho porque parece que estuviera viajando hacia algo espiritual, diferente, cualquiera puede encontrar una emoción muy profunda en esta música”, asegura la hermana del genio.
Es una de las composiciones más fantásticas que se han hecho porque parece que estuviera viajando hacia algo espiritual, diferente, cualquiera puede encontrar una emoción muy profunda en esta música
Luego del estreno en Alemania, Livjia recuperó la pieza, esta vez con el Ballet de la Ópera de Liubliana (Eslovenia), y retomó la idea de su hermano, quien decidió dividir el relato en siete paradas, que plantean un viaje por la soledad, el amor, la devoción y, también, el arte y el teatro.
El proceso de ‘remontaje’ en Liubliana exigió que los bailarines se pusieran a sí mismos en escena, pues, además de ejecutar los movimientos que creó el coreógrafo Ronald Savkovic, la pieza también habla sobre el proceso íntimo de la pérdida.
“Cuando la hicimos realmente, se la dedicamos a Tomaž. Creo que cuando sus producciones todavía están vivas, sus pensamientos, su energía, su visión del teatro también estarán vivas... Casi en todas sus obras él hablaba sobre la muerte, sobre qué es lo que está en el otro lado, detrás de la cortina, que también es el teatro”, relata Livjia, quien este miércoles estará en un conversatorio en honor a su hermano junto a Ramiro Osorio, director del Teatro Mayor. Pandur y Colombia
Osorio cuenta que conoció a Pandur en 1988 en Eslovenia. “A mí me sorprendió especialmente desde que conocí a Tomaž que era un hombre de una gran formación, no solo teatral sino literaria, era un gran lector, un muy buen melómano y aparte un hombre muy creativo”, afirma.
Ese interés por los grandes clásicos del arte fue una marca fundamental en la carrera de Pandur, que realizó numerosas adaptaciones escénicas de novelas y piezas del repertorio dramatúrgico universal. A Pandur lo inspiraban esas diferentes aproximaciones a la vida, asegura su hermana.
“Estas grandes ideas que sobrevivieron siglos siempre lo atrajeron mucho, desde los clásicos griegos hasta Shakespeare, Goethe y Dante. Era como la piscina de ideas de donde él tomaba todo lo que necesitaba para su teatro, para expresarse y hablar de su soledad, su vida, sus amores, sus devociones”, añade.
Su primera participación en el Iberoamericano fue justamente ‘Sherezada’, una versión muy personal del clásico de las letras árabes ‘Las mil y una noches’.
Ahí empezó también una especie de romance con el público del festival, que no solo estaba pendiente de sus presentaciones sino que lo reclamaba cuando estaba ausente de la programación, como lo recuerda Anamarta de Pizarro. “Cuando empezó toda la modernidad en las comunicaciones y las redes sociales, se dedicaban a escribirle cuando nosotros no lo invitábamos y él nos mandaba las cosas que la gente le decía, como: ‘¿Por qué esta vez no va a venir?’ ”, recuerda De Pizarro.
Para la curadora del festival, una de las razones de esa conexión del espectador colombiano con las piezas de Pandur tiene que ver con la extraña relación que Colombia tiene con los países del este de Europa, sobre todo con Eslovenia y Croacia, que también han sufrido sangrientas guerras.
“Es la relación que nosotros tenemos con la vida y con la muerte, con el amor y con la tristeza, con la soledad y el júbilo de vivir, y él era un intérprete importante de eso. Yo creo que ninguno de los que vimos esa ‘Sherezada’ lo podemos olvidar. Digo con absoluta seguridad que ninguno de nosotros la entendía, pero tenía esa potencia visual de la vida y la muerte que siempre estuvo presente en su trabajo”, añade De Pizarro.
“El proyecto era divino, ya había avanzado mucho, tenía muchas cosas planteadas. Había una caja transparente en la mitad donde ocurrían las cosas del realismo mágico y las cosas de la realidad sucedían afuera”, anota De Pizarro.
Según Osorio, el proyecto iba a ser una coproducción entre la Universidad de Guadalajara (México), el Teatro de la Comunidad de Madrid (España) y el Teatro Mayor de Bogotá. La emoción de Pandur ante la titánica tárea de llevar al teatro las letras de Gabo era evidente: a varias personas les repartió unas manillas negras de plástico que, en mayúscula sostenida, decían: ‘Cien años de soledad’.
“Cuando tuvimos a Tomaž en el teatro todos los días hablábamos del proyecto. Me comentó cómo lo quería montar, su visión de García Márquez, su visión del realismo mágico, fue un tema muy fascinante”, dice Osorio.
“Estuvimos trabajando en ese proyecto casi tres años, y el año pasado hubiera sido el estreno. Hicimos tantas cosas y teníamos tantos planes para el futuro y de repente todo se cortó; el corazón entero se rompe”, finaliza Livjia. Cuenta que está preparando un libro en el que reunirá anécdotas de los últimos 15 años de trabajo de su hermano, del gran Pandur.
Dónde y cuándo
Funciones de ‘Symphony of the Sorrowful Songs’: 21 al 24 de marzo en el Teatro Mayor. Calle 170 n.° 67-51. Boletas desde 65.000 hasta 140.000 pesos. Informes:
www.festivaldeteatro.com.co.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
EL TIEMPO