Mirando en su clóset, hace menos de un mes,
Adriana Arango se encontró una chaqueta de
Sebastián Boscán, con quien tuvo dos ‘relaciones’ en la televisión: en 'El estilista' y 'La reina del flow'.
La chaqueta, cuenta Adriana, la dejó Boscán en su casa alguna vez que vino de Medellín para un proyecto de un corto. “Le escribí y le dije que se la iba a mandar, como efectivamente sucedió. Hablamos, pero no me dijo nada de su enfermedad. Luego le pregunté que si le había llegado el paquete y ya no me contestó. Y llegó esta noticia tan triste que me hizo llorar”.
Pese a que en ambas series eran pareja, en El estilista los separó el secuestro de Gabriel Ávila, el personaje de Boscán, y la prematura muerte del de Adriana (Andrea Cadavid).
“Cada vez que pensaba en Sebastián lo veía llorando en las escenas. Era un personaje trágico. Pero en medio de todo, me quedo con su risa, su inteligencia, su humor negro, las historias que nos contaba en las grabaciones”.
Dice que le iraba su gran inteligencia y que se lo volvió a encontrar en La reina del flow en escenas de recuerdos, pues él fue el papá de Charlie que su propio hermano mandó a matar.
Ahora, la actriz nacida en Cali en 1974 pero criada en Medellín es Rosa Ivón Espinosa en '
La nieta elegida', telenovela de Julio Jiménez que emite RCN.
Fiel a su apellido, Rosa Ivón es solo espinas. “Es tenaz, la codicia hecha mujer. Uno se pregunta si habrá personas así, sin sentimientos. Ella no se pone con nostalgias. Si llora es por conveniencia. Está desconectada emocionalmente. Su rollo de hacer cosas de buena energía es para manipular”.
Agrega que nunca había estado “tan impresionada con alguien tan malo. Terminaba las grabaciones rendida por insultar y mirar feo a todo el mundo. Se me chupaba la energía completamente, contrario a personajes buena onda, participativos, constructores”.
Me impresionó alguien tan malo como Rosa Ivón. Terminaba las grabaciones rendida por tener que insultar y mirar feo a todo
el mundo
Contrario, por ejemplo, al de doña Rubi, de 'Rosario Tijeras', que aunque tenía dolores y errores, era solidaria, mujer de barrio, o el de doña Ligia, en 'La reina del flow', que crió a su nieto como si fuera su hijo con un gran amor, y estuvo con Charlie, su otro hijo.
Volviendo a su Rosa Ivón, pese al desgaste del personaje, ha sido uno de sus grandes momentos en la televisión. Primero, por estar en una novela de Julio Jiménez. “Me divertí siendo tan de piedra, tan indiferente a lo bueno. Pero me sentía muy mal pegándole a mi hija como lo hacía y a su marido, en un maltrato masculino, que es silencioso”.
Muchos hombres le han escrito sobre tema del que no hablan por pena y miedo. “Lo cierto, es que no debería existir ningún tipo de maltrato hacia ningún ser”.
Graduada en París en la Escuela de Jacques Lecoq, actor, mimo y maestro de actuación considerado referente del teatro gestual, Arango llegó a esta carrera después de empezar en la danza. “De niña, yo creía que quería ser bailarina, pero encontré otros lugares donde me siendo espectacular: actuando, produciendo, dirigiendo”, dice.
De hecho, ahora está de vacaciones, porque llevaba cinco años sin parar. “Antes de pandemia estaba en 'La reina del flow' y dos obras de teatro. En el encierro hice un trabajo largo que tenía pendiente y apenas se abrió todo volví a 'La reina' y empecé 'La nieta elegida'”.
Proyectos en televisión no tiene por ahora. “Esta carrera es de tiempos y lo he sabido siempre. De inestabilidad y eso no me estresa, lo veo de modo positivo. Tengo paciencia para esperar los buenos trabajos, para que cuando me toque a mí, me toque”.
Agrega que lo que más le gusta de su carrera es ver, también, la calidad de la producción del audiovisual colombiano, el gran talento que hay en todas las áreas.
“Tenemos los mejores fotógrafos, camarógrafos, directores, escritores, actores y productores. Siempre que veo noticias y tantos problemas, pienso que deberían llamar a los productores nuestros, ellos arreglan todo en una hora”.
Su promesa de Navidad luego de la muerte de Sebastián Boscán es llamar a sus excompañeros de trabajo y saludarlos. Me han hecho feliz, tengo que decírselos”.
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EL TIEMPO
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