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Alain Delon: la historia de la estrella que pidió la eutanasia
El galán más grande del cine francés quiere la eutanasia. Tuvo una vida digna de película.
Alain Delon y la actriz Mónica Vitti en la cinta L'eclipse. Foto: AFP
Alain Delon, uno de los actores más grandes del cine europeo y el galán que hipnotizó a millones de cinéfilos por su porte y unos profundos ojos azules que despertaban una emoción adolescente en las mujeres y la envidia de muchos hombres, no quiere vivir más.
Delon ha lidiado con varios quebrantos de salud y su reciente carta de despedida, en la que pide que se le aplique la eutanasia asistida en Suiza, sigue resonando en los circuitos cinematográficos más importantes del mundo.
“Me gustaría dar las gracias a todos los que me han acompañado a lo largo de los años y me han brindado un gran apoyo. Espero que los futuros actores puedan encontrar en mí un ejemplo, no solo en el lugar de trabajo, sino en la vida cotidiana, entre victorias y derrotas. Gracias”. Esta es una de las frases de la carta en la que Alain Delon anuncia que espera pronto cerrar un ciclo.
Pero ¿quién es Alain Delon? La respuesta es sencilla: una estrella que lidió con el peso de ser considerado por mucho tiempo un galán al que adoraban las cámaras y que tuvo que trabajar arduamente para demostrar que también era un talentoso actor.
En su carrera en la pantalla grande (con más de cien producciones) fue amante, asesino y la apetitosa comidilla de los medios de comunicación sensacionalistas que le acomodaron romances a diestra y siniestra y que llegaron a dudar de su virilidad.
Delon nunca se tomó en serio ese aspecto turbio de la fama al convertirse en el centro de atención, como tampoco le importó tanto no haber tenido éxito en Hollywood, entre las décadas de los 60 y 70, cuando afianzó su carrera en Francia e Italia, principalmente.
Alain Delon, actor. Foto:AFP
“No es una dificultad ser guapo o que crean que eres guapo. Eso lo dice la gente del medio, pero yo no”, reconoció en muchas entrevistas en las que el tema de su aspecto físico siempre salía a relucir, pero él remataba recordando que también tenía talento, aunque llegó al cine sin ninguna formación y en su carta de despedida reiteró que “envejecer apesta y no puedes hacer nada al respecto”.
Su incursión en el cine bien podría considerarse como una película: tras luchar en la primera guerra de Indochina –cuando el imperio francés tuvo de frente el sueño independentista de la colonia conformada por Vietnam, Laos y Camboya–, Delon regresó a Francia sin tener muy claro qué iba a hacer con su vida.
La historia oficial cuenta que fue gracias a un viaje a Cannes que su carrera cinematográfica realmente comenzó. Acompañó a un amigo (Jean-Claude Brialy) –que soñaba con ser una gran estrella del cine–y pudo conocer a algunos directores y productores, que vieron que tenía ese algo para entrar al mundo del séptimo arte.
“Nunca he actuado en mi vida”, era la respuesta frecuente en esos encuentros, pero al final Delon regresó a casa con un contrato para un papel secundario en una película llamada Quand la femme s’en mêle (1957) en la que hizo de Jo, un sicario que es contratado para matar a un hombre que trata de seducir a la amante del dueño de un club.
Alain Delon Foto:archivo EL TIEMPO
No es una dificultad ser guapo o que crean que eres guapo. Eso lo dice la gente del medio, pero yo no.
Su pequeño papel lo hizo tan visible que compartió después con el gran Jean Paul Belmondo en Una rubia peligrosa, pero la cereza del pastel fue su protagónico junto a Romy Schneider en Christine, en la que interpretó a un teniente que se enamora de una cantante de ópera. Fuera de las cámaras, Delon y Schneider comenzaron un tórrido romance que no estuvo exento de conflictos o infidelidades.
La química de ambos se reveló en la taquilla y tras años de amor y tragedia (tuvieron un hijo, David, que murió al resbalar mientras trepaba la reja de su casa).
“Ella fue el gran amor de mi vida”, confesaría el actor. “Con Alain Delon comprendí que las películas que hacía eran estúpidas”, reveló ella cuando el romance apenas comenzaba. El actor nunca pudo superar la muerte de Schneider, el 29 de mayo de 1982.
Delon también ha reconocido el valor de la suerte en su travesía por la fama. Pudo trabajar con directores como René Clément, quien lo escogió para la película A pleno sol, inspirada en la novela El talentoso señor Ripley, de Patricia Highsmith; el italiano Luchino Visconti, en el clásico Rocco y sus hermanos y en la grandiosa El Gatopardo, que en 1963 ganó la Palma de Oro de Cannes.
Michelangelo Antonioni lo llamó para que fuera un corredor de bolsa de corazón duro que le mueve el piso a Vittoria (Monica Vitti), en El eclipse, dando vida o otro tórrido romance. Un aspecto que definió la vida de este artista, al que se le atribuyó hasta un amorío con Visconti: él nunca lo reconoció ni lo desmintió. “Mi vida siempre estuvo marcada por las mujeres”, dijo en una ocasión.
Además de ser pareja de Romy Schneider de 1959 a 1963, estuvo casado con Nathalie Delon de 1964 a 1968 y tuvo a su hijo Anthony Delon, que se dedicaría como su padre a la actuación y sería recordado especialmente en Colombia al tomar el papel de Santiago Nasar en la versión cinematográfica de Crónica de una muerte anunciada, la novela de Gabriel García Márquez. Pero la genética no siempre funciona como se espera y tanto la película como la carrera del hijo de la leyenda sa no lograron impactar.
Alain Delon también vivió 15 años con la actriz sa Mireille Darc, a quien conoció en el rodaje del filme Jeff. En 1987, el actor probó con la música y lanzó el sencillo Comme au cinema, que reflexionaba acerca de las aventuras de la vida en un tono muy cercano al pop y con la que Delon volvió a hacer de las suyas: hipnotizó a la modelo Rosalie van Breemen, que aparecía en el video. Se fueron a vivir juntos y tuvieron dos hijos: Anouchka y Alain-Fabien, antes de separarse en el 2002.
No perdió el impulso por su carrera y mantuvo el beneplácito del público con cintas policíacas, comedias y hasta cine de aventuras. Protagonizó El tulipán negro, como un héroe de capa y espada que luchaba contra la corrupción del poder, al mejor estilo de Robin Hood, y no tuvo miedo de convertirse en El Zorro.
Tuvo un trío amoroso en la ficción Les Felins con Lola Albright y Jane Fonda, al meterse en la piel de un hombre que escapa de la mafia y termina enredado en una intriga de sexo y crímenes, y compartió con el maestro Jean-Luc Godard, con quien colaboró en un filme llamado insólitamente Nouvelle Vague, como el movimiento cinematográfico que lideró el director.
Aunque una vez dijo que su carrera como actor no iba a ser tan larga y que se dedicaría a ser empresario, invertir dinero en el boxeo, en marcas de ropa o perfume o tener un restaurante (todo eso lo logró), en realidad nunca dejó el cine y la TV.
En 1997 anunció su retiro, pero fueron solo pequeñas pausas para descansar un poco de la fama. En el 2008 fue muy sonado su trabajo en la comedia Astérix en los Juegos Olímpicos, como el irreverente emperador romano Julio César.
“Mi vida siempre estuvo marcada por las mujeres”
En 2019 recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes por su carrera en el cine, pero sufrió dos derrames cerebrales y decidió frenar un poco su trabajo, más cercano en ese momento a la pequeña pantalla y al teatro.
Un año antes tuvo una participación en la comedia Cualquier parecido, alrededor de la vida de un presentador de noticias.
“El cine y grandes realizadores fueron capaces de mostrarme que yo era un actor, algo que antes no sabía”, reflexionaba una vez Delon, ahora una de las estrellas más grandes del cine francés que esperaba cerrar su ciclo de vida con una película impresionante. Pero no le va a alcanzar el tiempo. Sin embargo, deja un legado sólido de producciones en el séptimo arte y una carrera en la que el gran actor le ganó al galán.