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Pobres de palabras / columna El otro lado

Para el crítico de televisión, 'los periodistas están llenos de frases obvias y siempre las mismas'.

Ómar Rincón, Crítico de televisión.

Ómar Rincón, Crítico de televisión. Foto: César Sánchez Carreño

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Periodistas, presentadores, narradores, expertos y la gente que sale en la tele son muy pobres de palabra: no se les cae una idea y menos una historia.
Esto demuestra que los colombianos somos muy pobres en el hablar con sentido, crear ideas, contar historias.
Vi la transmisión de la batalla de flores y la gran parada del carnaval de Barranquilla. Transmisiones de más de 6 horas. Lo visual era de registro. Mucho pato en el desfile, abundancia de borrachos y burócratas, poco espectáculo. Todo era aburrido y desangelado.
Podría ser que este evento no tiene flujo televisivo ya que es de una lentitud desesperante o que ha perdido su sentido de lo popular y se ha convertido en un negocio para las marcas y el alcalde y su cohorte de aduladores pagos.
Lo que sí es evidente es que los presentadores del evento se esforzaban por mostrarse alegres, pero no decían nada y usaban las mismas palabras toda la tarde: qué alegría, qué fiesta, que orgullo, qué carnaval…
Y todo era más patético cuando se entrevistaba a la gente participante en las comparsas ya que solo decían “el carnaval es de quien lo vive” y qué que bacanería y orgullo de estar…
Y esto de que a presentadores y a la gente no se les caiga una idea o una historia me hizo ver que es lo mismo que sucede con los periodistas, presentadores, expertos, narradores y comentaristas.
Los periodistas están llenos de frases obvias y siempre las mismas, no se les cae una comprensión, menos una explicación, ni una historia; es más, dicen y repiten conceptos que ni entienden. Su máxima argucia es intentar sinónimos.
Los narradores de fútbol son los más pobres en lenguaje y por eso gritan y gritan para no decir nada y creen que todo lo solucionan con orgullos de adjetivo fácil.
Los analistas de fútbol y política ante la ausencia de concepto se llenan de una retórica de palabras extrañas.
Los presentadores de eventos dicen y repiten durante horas los mismos lugares comunes. Y la gente de la calle o del festival o del partido o del carnaval grita adjetivos.
No es que periodistas, comentaristas, expertos, narradores y la gente seamos mediocres, es que así somos los colombiches: pobres de palabras que resolvemos todo con gritería y adjetivos estruendosos.
Esta pobreza de palabras en la gente de la tele se debe por lo menos a cuatro asuntos: no leemos (o leemos libros de egoayuda) y como no lo hacemos, nuestra riqueza de vocabulario es limitada; no investigamos o preparamos ideas, datos, historias y contextos con lo cual nos quedamos sin nada que decir; no estudiamos, periodistas y presentadores nunca se meten a hacer una maestría, ni a algo que les amplíe sus horizontes de sentido; nuestro marco de referencia son las redes, y nos quedamos en ideas rápidas y desechables.
Tal vez, los colombianos somos la tierra de la bobería de palabras y la gritería como sentido.
Columna El otro lado, por Ómar Rincón, crítico de televisión. Correo: orincon61@hotmail.com

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