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¿Hay espacio para un #MeToo en Colombia?
¿Qué tanto se conocen las denuncias de acoso a los actores colombianos?
La historia está relacionada con lo que tienen que vivir muchos actores iniciando sus carreras. Foto: Instagram: @soyandresparra
En Estados Unidos, el movimiento #MeToo dejó en la cárcel, castigado, borrado y humillado, a una de las vacas sagradas de Hollywood: Harvey Weinstein. El productor de filmes como Shakespeare enamorado, El señor de los anillos y Tiempos violentos (Pulp Fiction) encara una condena de 23 años de prisión en Nueva York por varios delitos sexuales y fue acusado de otros 11 cargos similares en el condado de Los Ángeles.
Hace unos días, el actor Andrés Parra escribió un hilo en Twitter en el que recordó un casting, cuando tenía solo 16 años, en el que prácticamente le pidieron desnudarse y él creyó que era un requisito indispensable para ser actor. “¿Andrés: tú eres de ambiente?”, le preguntaron. “¡Sí, señor! Claro que sí. A mí me gustan mucho las fiestas… Y el baile y eso”, respondió. Pero el encargado del casting se refería a si era gay y el asunto se puso un poco más raro. Parra no dio más espacio para un posible abuso y abandonó el lugar.
En Colombia, los casos de excesos o abusos, normalmente no se ventilan en público. Pero hay voces que quieren frenar toda posibilidad de maltrato. La Asociación Colombiana de Actores (ACA) creó el Decálogo de Buenas Prácticas para el Sector Audiovisual, junto con distintas entidades de estas industrias para promover, entre otros, el respeto entre compañeros, una comunicación clara sin adjetivos ni términos con doble sentido, el reconocimiento laboral basado en el profesionalismo y una participación incluyente en todas las etapas y roles de los procesos creativos y técnicos.
Sin embargo, el sexismo no deja de ser una constante invisible. “Hace muchos años”, recuerda la actriz Chichila Navia, “me aron para un casting y me enviaron una hoja de libreto en la que no hablaba mucho. Yo entendí que era algo como de niños o series infantiles. Acababa de tener mi segunda hija y estaba gorda, algo normal para una mujer que acaba de tener un hijo (...) y me llegó este personaje de una científica loca, muy malvada y la escena era como muy cómica. No sabía nada de la serie, así que creé mi propuesta, me puse una bata y unas gafas chistosas (como muy clown) y me fui a la prueba”. Y se llevó una gran sorpresa.
Chichila Navia: seguidor la llamó "narcisista por foto en ropa interior Foto:Instagram @chichilanavia
“Llegué con esa bata, el pelo enredado, y estaban todas las ‘sexy mamacitas’ de Colombia en minifalda. Yo miraba y decía: ‘¿Qué hago aquí?’ Todo el mundo puso cara de compasión, como de ‘qué pesar: ella no entendió. Les dije que yo tenía esa propuesta y que me la dejaran hacer, por lo menos para que se rieran, les gustó, pero cuando terminé me agradecieron y me fui: era claro que yo no iba a quedar porque no estaba para la sensualidad que ellos esperaban del personaje”.
El casting
Las pruebas para quedarse con el papel de una serie o telenovela son una parte esencial de la dinámica de los actores, pero ¿tienen que ser sin camisa o en minifalda?
Pilar Álvarez, actriz y secretaria de Asuntos de Género de ACA, afirma que “sigue existiendo un gran temor a la hora de denunciar”, haciendo referencia a casos en los que las pruebas para un papel hubieran podido ser incómodas o incorrectas para quienes las hicieron.
Estos hechos se vieron reflejados en una encuesta realizada por la entidad, en la que la falta de denuncia es por el veto al trabajo y a tener represalias, “y a que somos figuras públicas y nos aterra que estos hechos se hagan públicos”, dice.
En ese sentido, el hilo de Parra, es bastante valiente y revelador. El actor contó que la persona que le estaba haciendo el casting le hacía dar vueltas "y me tocó las nalgas y señalando con el dedo y me dijo: si, aquí tienes estrías y que tales".
“Con la pandemia, la industria no está ofreciendo trabajo como antes y la situación de muchos de nosotros es crítica”, dijeron al menos dos actrices consultadas sobre este tema y que pidieron reservar sus nombres, aclarando que aunque en el último tiempo las cosas han cambiado, sí han registrado hechos de acoso en otros momentos.
Y tal como le sucedió al actor Andrés Parra, no se trata de un asunto femenino. “En la Secretaría de Mujer y Género del ACA hemos recibido también denuncias de hombres y varios de ellos han querido hacerlas ante entidades competentes, pero nos han dicho que no se las reciben, por ser hombres y porque no saben qué hacer en esos casos”, agrega Álvarez.
Las denuncias que ha recibido el ACA llegan a través de correo electrónico, “pero son más como contando, en el anonimato, preferiblemente. Muchos, entre hombres y mujeres, lo hacen para hablar de lo que les ha pasado. Nosotros les ofrecemos asesoría legal y psicológica”.
Igualmente, se presentan casos en las escuelas de formación. “En el universo homosexual es un tema más difícil de abordar, por los chantajes y la presión, más teniendo en cuenta que muchos de estos muchachos estudian actuación y son modelos”, agrega Álvarez, que además recalca que en el teatro no es ajeno a esta situación. “Nosotros trabajamos en espacios que tienen poca intimidad, nos cambiamos en el mismo lugar y eso, trasladado al ámbito profesional, es normal, así como el tema de la belleza o la ‘fuera’. Todas estas cosas han llevado a la mal llamada normalización de actos y palabras, que no debe existir”.
“En la encuesta, algunas actrices no le dieron tanta trascendencia a cosas como que en vez de pedirles permiso para pasar las cogieran de la cintura para correrlas, y esto se vio en las mayores, lo que no tiene sentido. Pero para los jóvenes eso es ofensivo y nuestra obligación con estos últimos es abrirles el camino para que no
tengan esos problemas, porque sabemos de casos de actores que por hechos relacionados no quisieron volver a trabajar”.
Además, hay mucha desinformación. “Una niña o un pelado, recién salidos de una escuela, van a un casting y les dicen a ellas que se suban la falta o que se queden en ropa interior. A menos que los vayan a contratar para una campaña de este tipo o para una película porno, eso no se necesita para un papel en la novela de las 8 de la noche”.
Otro matiz dentro del ámbito de los castings está relacionado con su dinámica y el esfuerzo que exige. “Hacer una audición es muy angustiante, uno no come, piensa mucho. Uno crea algo muy concreto para llevar y a veces termina desbaratándolo y creando de nuevo en otro tono. Entre más fresco llegues al casting, mejor te va, pero eso te lo va dando los años y la experiencia”, reflexiona Chichila Navia.
A Gaitán la acompaña una banda musical. Foto:Teatro Nacional
En ese mismo contexto, Carolina Gaitán, recordada por Las hermanitas Calle, Celia y Al final del paraíso, tiene otra visión. “Ahora que soy parte de la película Encanto en la versión en inglés y que he tenido la posibilidad de vivir durante dos años en Los Ángeles, de alguna forma conozco la diferencia en la dinámica de audiciones y puedo decir que hay algo en lo que podemos mejorar considerablemente: en Estados Unidos a ti nunca te preguntan la edad, porque si te ven dentro del rango de posibilidades para que hagas el performance de un personaje, pues pueden usar la imaginación para caracterizarte y es maravilloso. En Colombia seguimos muy supeditados a la idea de cómo te ves en este momento, a cómo te estás viendo en tus redes sociales y de acuerdo a eso, te pareces o no al personaje”, opina.
Insiste que a veces hacen tres llamados y después le dicen que no da la edad. “Claro, yo no me puedo quejar porque siempre he interpretado a niñas de 14 años siendo una adulta, como me pasó con mi papel en Celia, Lola Calvo, que lo hice desde que era muy joven y hasta que fue grande, y lo mismo en Las hermanitas Calle.
Pero sí veo una carencia en ampliar ese rango de posibilidades”, explica.
Y aunque se trate en algunos casos de hechos anecdóticos, menos los de abuso y acoso, el objetivo del ACA es llegar a acuerdos con los canales privados, que internamente tienen sus propios protocolos.
Actualmente, están mediando con productoras, para que tengan comités de convivencia. “Que si hay una queja de acoso laboral o acoso laboral sexual haya un lugar para decir qué está pasando. Nuestro problema es que no somos empleados de nómina sino por prestación de servicios, y si alguien se está sobrepasando, en muchos lugares no hay dónde ir”.
Para Álvarez, el decálogo es un documento de prácticas sencillas que pueden ayudar a que no haya ni víctimas ni victimarios. “Nosotros queremos educar a los actores para que sepan qué tipo de comportamiento no es normal y también que no están solos, que se pueden mandar comunicados preguntando qué pasa y así, los que aún conserven algunas prácticas piensen antes de actuar”. Sobre los acosadores, dice: “También necesitan educación para que entiendan que no es normal insistir después de un ‘no’ como respuesta, o que su prácticas, que para son ellos ‘normales’, no lo son”.
Realmente, una audición, el estudio de la carrera actoral y el trabajo en una producción deberían ser procesos sin conflictos, sin situaciones incómodas o requerimientos extraños o incorrectos. Todo en el marco de la exigencia que pide el papel o el personaje y con recuerdos más amables como el ir con cero expectativas y quedarse al final con el trabajo en sana competencia.
Además, la celebración de contratos específicos y la adopción de “una política de cero tolerancia frente a actitudes, palabras, gestos, comportamientos inapropiados, discriminatorios, agresivos u ofensivos y violencias basadas en género hacia cualquier integrante del equipo de trabajo”, dice el documento.
Las quejas de los actores también incluyen los tiempos. “Nosotros vivimos unos voltajes de estrés altos porque no tenemos los mismos recursos de otros lugares. Acá se tienen que producir unos minutos puntuales al día; no tenemos tres días para hacer una escena, no”, comenta Navia, que ha tomado una frase que una vez le dijo el director de cine y televisión Sergio Cabrera: "En el casting se maneja el mismo estrés que cuando se está rodando o grabando y es en ese momento en el que los actores demuestran si van a poder o no con el proyecto. De ahí la importancia y la seriedad que implica ese proceso dentro del trabajo y la vida del actor”.
Y de este proceso y del resto del trabajo actoral y en general en los medios audiovisuales, se habla de acoso, aunque lo que se denuncia y se conoce es muy poco y no sabemos si tiene las dimensiones de un #MeToo.