Stanley Ipkiss, el papel del tímido empleado bancario que cuando se pone una mágica máscara, saca todo el buen humor y sentimientos que reprimía en el corazón, en la película de 1994, The Mask, le valió a Jim Carrey la notoriedad que lo llevó a ser considerado uno de los principales comediantes de los años 90 en Hollywood.
Al año siguiente, el canadiense se convirtió en el Joker, en Batman Forever. Lejos de la oscuridad que le imprimieron actores que intepretaron posteriormente a este personaje, Carrey era un villano hilarante, su resentimiento nacía de sentirse despreciado por su ídolo: Bruce Wayne. El Joker de Carrey se reía de sí mismo y eso se reflejaba en su venganza. Para entonces, se podía decir que Carrey confirmaba el merecido estrellato que venía cultivando desde la adolescencia.
El actor canadiense, nacido el 17 de enero de 1962, es decir, hace 60 años, había descubierto desde la adolescencia, por la necesidad económica, que era ese talento cómico el que lo sacaría de una vida que comenzó con estrecheces. Es conocida la anécdota de los comienzos en los que tenía por residencia tan solo su auto.
Alguna vez, cuando decidió ir a vivir a Los Ángeles y abrirse paso como actor, había hecho un cheque falso a su nombre, por 10 millones de dólares. Lo conservaba como amuleto porque tenía la plena convicción de que algún día le pagarían esa suma. Y lo hicieron, para la película Tonto y retonto, de 1995. No pasó mucho antes de que el sueño económico se duplicara, el actor llegaría a recibir hasta 20 millones de dólares por una sola película.
La cumbre de su carrera llegó de la mano de The cable guy (1996) y Liar Liar (1997). Pero siguió un periodo de altibajos, quizás un temprano declive que hizo a muchos preguntarse qué había pasado con Jim Carrey.
Un sueño duplicado
Fue el primer actor en llevarse 20 millones por filme.
Pero su leyenda ya estaba escrita. Así como Elizabeth Taylor ostentó el récord de haber sido la primera actriz en cobrar un millón de dólares por una película (Cleopatra), Carrey fue el primer actor en llevarse 20 millones por filme, como ocurrió con The Cable Guy.
Carrey hizo papeles inolvidables como el aclamado Truman Burbank, en The Truman Show (1998). Los niños de los 90 lo recordarán también por su papel en la piel de El Grinch (2000).
Sin embargo, a la par con su carrera, se empezaba a vislumbrar una personalidad compleja, retraída, conflictiva en el set y desafortunada en sus relaciones amorosas.
Nacido en Ontario (Canadá), su familia era humilde. Su padre era un músico frustrado que se quedósin trabajo cuando ya tenía tres hijos y la familia quedó en la calle, así que la familia tuvo que mudarse a una casa rodante. A los 16 años, el futuro actor, tuvo que dejar los estudios y trabajar para ayudar al sustento. Entonces descubrió que podía sobrevivir con su talento natural para la comedia. Incluso intentó enviarle una prueba de su talento a Carol Burnett, para ingresar a su programa, sin conseguirlo.
Dos años después se mudaba a Hollywood. Consiguió un papel en The Comedy Store, en West Hollywood. Y apareció por primera vez en televisión estadounidense en Living Color.
Un día llegó y me dijo que había decidido disfrutar del éxito desde la perspectiva de un hombre soltero.
Su primera esposa fue Melissa Womer, que también soñaba con ser actriz y, mientras tanto, era mesera cuando la conoció. Se casaron el 28 de marzo de 1987 y fueron padres de Jane Erin Carrey, en septiembre del mismo año. El divorcio se dio 8 años más tarde, en 1995. En entrevistas, Womer explicaba el carácter depresivo del artista:
“Era una persona extremadamente depresiva, a veces se sentaba por las noches y yo me pasaba horas hablándole, dándole consejos -explicaba la 'ex' en una entrevista-. Un día llegó y me dijo que había decidido disfrutar del éxito desde la perspectiva de un hombre soltero”.
Dos años después, Carrey se había vuelto a casar con la actriz Lauren Holly, con quien compartió créditos en Tonto y retonto. El matrimonio no alcanzó a celebrar su primer aniversario. La primera esposa alcanzó a decir que creía que Holly había sido parte de las causas que rompieron su matrimonio. El divorcio benefició económicamente a Holly, se llevó las ganancias que Carrey obtuvo por The Cable Guy y Mentiroso Mentiroso.
Renée Zellweger pudo ser la tercera esposa de Carrey. La estrella -famosa por su papel de Bridget Jones y ganadora del Óscar por Judy-, entró en la vida del actor cuando grababan Irene, yo y mi otro yo. Las dos estrellas alcanzaron a comprometerse, hubo anillo, pero no se puso fecha. Carrey evadía esa definición. Se dice que Zellweger le puso un ultimatum, a lo que el actor no respondió y por eso decidió dejarlo.
En el 2004, Carrey fue diagnosticado de bipolaridad y depresión. Su mal humor era visible en los sets de grabación.
La triste historia de amor con Cathriona White
En el nuevo siglo, Carrey no era el mismo, tampoco sus éxitos de taquilla fueron los de antes, pese a que hizo papeles como el de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004), en la que demostró que podía ser más que un cómico y ser un buen actor dramático. Ya tenía fama de depresivo y conflictivo y itía que luchaba con sus propios demonios.
"He tenido que lidiar con ciertas corrientes profundas en mi vida en los últimos años, y por esa razón todo aquello que no me mata me vuelve más amargo -decía Carrey-. Hablando en serio, uno no permite que esas cosas lo derroten y aunque de vez en cuando te golpean y te dejan un poco confundido, siempre se encuentra la forma de salir bien parado del mal momento. Lo cierto es que por todas esas cosas yo puedo entender lo que es el dolor”.
En el 2012, Carrey conoció a Cathriona White, separada (aunque no legalmente) de su esposo, Mark Burton. Terminaron pronto, pero en el 2015 retomaron una relación que tuvo que ser turbulenta. También ella era depresiva. Y se suicidó a los 30 años, en septiembre del 2015, mediante una sobredosis de medicamentos.
Fue el esposo, Burton, quien entabló la demanda contra Carrey, alegando que él mismo le había conseguido (bajo nombre falso) los medicamentos. La muerte de Cathriona no dejó bien parado al actor -que acudió al funeral y cargó el ataúd-. Una nota de suicidio en la que la novia lo culpaba de todo fue demoledora.
“Amaba la vida, estaba feliz conmigo misma y me sentía muy bien. Estaba orgullosa de todas las decisiones que había tomado y te conocí. Me introdujiste en la cocaína, la prostitución, el daño psicológico y las enfermedades. Hiciste cosas muy buenas por mí, pero me rompiste como persona, Jim. Yo quería conseguir a Jekyll, pero en lugar de eso tuve a Hyde. Me echaste de tu vida cuando tuviste lo que quedaba de mí que valía la pena”.
El artista se defendió diciendo que ella tenía ya problemas antes de conocerlo y que nadie habría podido hacer nada por ayudarla.
En el 2020, Carrey publicó sus memorias, unas memorias disparatadas, aparatadas del orden cronológico en el que hacía una autoparodia de lo que fue su vida, el estrellato y el ambiente de Hollywood.
REDACCIÓN DE CULTURA
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