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La historia detrás de la serie 'Secuestro del vuelo 601'
Es la más vista en Netflix en Colombia. Hablamos con Massimo Di Ricco, autor del libro que la inspiró.


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El 30 de mayo de 1973, dos hombres encapuchados secuestraron el avión Lockheed Electra HK-1274 de la aerolínea colombiana SAM, que cumplía el itinerario Medellín-Cali-Pereira.
A bordo del avión viajaban más de 80 pasajeros. Los copilotos y la tripulación trataron de distraer a sus atacantes, mientras intentaban mantener la calma a una altitud de crucero sobre América Latina.
(Lea también: Vuelo 601: así fue el secuestro más largo de un avión en la historia de América Latina)
Los secuestradores habían exigido inicialmente la liberación de presos políticos y un rescate de 200.000 dólares, según un artículo de Associated Press fechado el 31 de mayo de 1973. Sin embargo, supuestamente aumentaron la demanda a 400.000 dólares antes de reducirla a 170.000 dólares. Los secuestradores también querían que el avión se desviara a Cuba, pero el gobierno colombiano rechazó la demanda.
La serie, protagonizada por Mónica Lopera, Christian Tappan y Enrique Carriazo, es la más vista en Colombia en este momento y está basada en el libro de Massimo Di Ricco Los Condenados del Aire.
Massimo, italiano, es periodista especializado en Medio Oriente y se empapó de este tema mientras era profesor de la Universidad del Norte, en Barranquilla, y analizaba las migraciones árabes a la costa Caribe colombiana.
Charlamos con Di Ricco sobre el origen de su libro, las dificultades que enfrentó y por qué decidió que fuera llevado a la televisión:
Me llamó la atención que hubiera secuestro de aviones en América Latina, en Colombia en particular, algo que no había escuchado antes.
Yo estaba trabajando en Barranquilla, en la Universidad del Norte. Me especializo en temas de Medio Oriente y viví muchos años entre el Líbano y Egipto. Hice mi doctorado en España sobre el Líbano, y estaba trabajando sobre el tema de los descendientes de migrantes árabes en Barranquilla.
¿Y cómo llega el tema del secuestro?
Entre las cosas que hacía había por supuesto trabajo de hemeroteca, y allí encontré varios casos de secuestros de avión de entre finales de los 60 y principios de los 70. Esto me llamó mucho la atención porque, por lo menos desde mi perspectiva, desde mi área de conocimiento, en los 70 y 80, eran los grupos guerrilleros, pro-palestinos o libaneses los que hacían secuestros en Europa. Me llamó la atención que hubiera secuestro de aviones en América Latina, en Colombia en particular, algo que no había escuchado antes. Así que empecé a preguntar a colegas en Barranquilla, a personas mayores, pero nadie recordaba nada. Decidí que era necesario e importante sacar a la luz estos casos.
En 2013 encontré por casualidad los primeros artículos y no lo tomé muy en serio porque estaba haciendo otros trabajos como línea de investigación. Luego, en 2014-2015, trabajando aún en la Universidad del Norte, en el Departamento de Historia, empecé a seguir detenidamente este fenómeno y claramente me estaba centrando en los casos de Colombia, pero me iban surgiendo también casos de otros países de la región
¿Fue fácil o difícil conseguir información?
Muy difícil. Los datos respecto a los secuestros son difíciles de conseguir porque no hay una recopilación sistemática. Entonces, he tenido que trabajar mucho con prensa y, desafortunadamente, en esos años la prensa era complicada, especialmente cuando involucraba países como Cuba, por la realidad política estos hechos eran tildados fácilmente de ser cometidos por agentes castristas, comunistas. Se simplificaba mucho para dar una narrativa. Claramente había guerrilleros, pero también había mucho más, había muchos más matices, es lo que más me interesó.
Christian Tappan (i), capitán Wilches; Johan Rivera (c), copiloto Lequerica, y Valentín Villafañe (d), Borja. Foto:FOTO: NETFLIX
Voy a ser sincero. Este vuelo en particular, al principio lo descarté, porque ya había encontrado en un blog una pequeña reconstrucción de lo que había ocurrido, pero luego me fue muy útil, por lo menos por mi libro, porque me permitía dar la vuelta a América Latina. Había casos específicos, cuestiones de cómo se comportan los pilotos, cómo se comportan los pasajeros, cómo es la prensa. Los secuestradores hablaban con los pilotos de deporte, de cultura. Entonces podía dar un contexto cultural y político de la época. Y bueno, pues claramente, lo que más se destaca creo yo de este secuestro son las grandes dudas que hay aún. Si había sido planeado de esta forma, si había sido un gran plan o improvisado. Cada día me ofrece nuevos puntos mágicos.
¿Por ejemplo?
Recientemente, me encontré con que uno de los pilotos de la segunda tripulación hacía las carátulas de los álbumes de Discos Fuentes, antes de ser piloto. Entonces, la carátula de los 14 cañonazos bailables, por ejemplo, tenían una foto que hacía el piloto de la segunda tripulación. Además, hay coincidencias increíbles, como que los dos pilotos, diez años más tarde, murieron juntos en un accidente aéreo.
produje un pódcast con Radio Ambulante que se llama 'Los aeropiratas'. Fue bastante exitoso. Gustó mucho. Hicimos un episodio de casi una hora con entrevistas a las azafatas, ciclistas y periodistas que siguieron el evento.
El libro lo empecé en 2013, pero lo dejé aparte. Luego en el 2016-2017 volví a retomarlo porque me encontraba en Barcelona y sentí que era el momento de meterle fuerza; tenía todo este material y decidí darle tiempo a esto porque era una buena historia. Lo publiqué por primera vez en 2020.
¿Qué pasó luego?
Después de publicarlo, hice lo posible para darle visibilidad, porque, como he dicho, no hay mucho conocimiento de esto. Así que produje un pódcast con Radio Ambulante que se llama Los aeropiratas. Fue bastante exitoso. Gustó mucho. Hicimos un episodio de casi una hora con entrevistas a las azafatas, ciclistas y periodistas que siguieron el evento. Ahí llamó la atención productores que me fueron ando, pero los primeros y lo que entre comillas me convencieron más fueron los de la productora Miracle, los hermanos Botia.
Obviamente, esto no fue planeado. Cuando empecé a trabajar sobre esta investigación, sobre estos casos de secuestro, quería hacer un artículo académico. Y quería hacer un auténtico académico porque no había ningún tipo de referencia a estos casos... Entonces este era mi enfoque, pero en un momento decidí que era ridículo hacer un ladrillo que nadie fuera a leer. Estas historias son demasiado jugosas como para dejárselas a un pequeño grupo de personas que lee artículos. Mezclé mi background académico con algo de entretenido que pueda llegar a un público general. Principalmente ese es el objetivo: que estas historias llegaran al gran público y no se quedaran en la torre de marfil de la academia.
¿Cómo ve el resultado?
Claramente es una serie que está dramatizada, pero como ya he dicho es aún más surrealista y loca la historia real (risas); así que tenía todos los ingredientes. Estoy muy feliz.
El periodista italiano Massimo Di Ricco es experto en temas del Medio Oriente. Foto:FOTO: NETFLIX
Trabajé en los guiones. No tanto como asesor de dramatización. Me compartieron los guiones a lo largo de estos años mientras los estaban haciendo. También colaboré en explicarle cuáles eran las cosas que estaban más cercanas a la realidad. Me pidieron opiniones, me pidieron mis consideraciones, datos específicos sobre los secuestros de aviones. Claramente una cosa es leer los guiones y otra cosa es verla en pantalla. Y es muy emocionante todo eso. Estoy muy orgulloso también porque no muchos creían en esta historia. De hecho, la publicación del libro fue casi milagrosa. Las grandes editoriales lo rechazaron. Fue un proceso casi más largo que el de intentar publicar el libro, que la investigación y que escribirlo (risas). Hasta que llegó Ícono, la editorial que le apostó.
Esa es una historia dentro de la historia...
Así es. De verdad hubo un momento en el que me pasaba tardes enteras llamando a América Latina desde Paraguay hasta Ecuador, Colombia, Venezuela para encontrar algún amigo de los secuestradores. Me acuerdo que llamaba cada jueves por la mañana, o sea la tarde en Barcelona, a un lugar de tango en Medellín, porque había encontrado que allí estaba este periodista que había cubierto el secuestro. Hubo una temporada por mes que cada tarde llamaba a la Interpol en Paraguay para ver si sabían algo. Y a federaciones de fútbol de toda América Latina. Ha sido un viaje extenuante, pero también muy bonito.
¿Qué ha aprendido haciendo esto?
Que desafortunadamente en América Latina, en general, es complicado reconstruir historias, aunque sean de hace solo 50 años, porque faltan muchos documentos escritos, porque han desaparecido.
Para EL TIEMPO
@Uschilevy
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