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Las diez películas colombianas más importantes del siglo XXI
En los últimos 20 años, el cine nacional ha brillado. El sueño de un Óscar es cada vez más cercano.
Collage Diez mejores películas colombianas siglo XXI Foto: Archivo. EL TIEMPO
Escoger las diez películas colombianasmás importantes de lo que va del siglo XXI fue un ejercicio complejo: se han estrenado al menos 500 títulos durante las últimas dos décadas; ha sido una época de aplausos y festivales, tras años de sacrificios, intermitencias y fracasos de una industria que, por fin, parece consolidarse.
Aunque hubo destellos importantes a principios de la década del 2000, la ley de cine –la 814 de 2003– multiplicó la producción, amplió los horizontes de distribución, contribuyó a que más títulos llegaran a los festivales de cine más importantes del mundo y a las competencias de las grandes industrias cinematográficas –como los –Premios Óscar– y exportó talentos –directores, guionistas, productores– a otras latitudes.
Son innegables los frutos que han rendido las ayudas público-privadas, materializados en las convocatorias anuales del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) –que istra el fondo Proimágenes, que se creó con la ley–; así como las becas y ayudas institucionales como la Cinemateca de Bogotá (antes Cinemateca Distrital) o los estímulos del Ministerio de Cultura.
La película que marcó los inicios del cine colombiano en gran formato y que contó con grandes actores de la época, cumple 25 años. Foto:1. Cortesía Sergio Cabrera 2. Cortesía Sergio Cabrera 3. Cortesía Sergio Cabrera
El cine es el arte de los imprevistos y no podría decirse de tajo que atrás quedaron las vicisitudes que los cineastas tuvieron antes de las leyes. Los ritmos en el desarrollo cinematográfico nacional han sido irregulares: la década de 1920 estuvo marcada por el cine-realidad, en el que los hermanos Di Doménico fueron los pioneros en la producción y exhibición de películas en el teatro Olympia, que era de su propiedad, donde mostraron la primera película documental colombiana, El drama del 15 de octubre, sobre el asesinato del general Rafael Uribe Uribe.
En esa década también aparecieron nuestras primeras ficciones: María, de 1922; Bajo el cielo antiqueño, de 1925, y Garras de Oro, de 1926. Tuvieron que pasar décadas –con momentos brillantes como los de los documentales de Marta Rodríguez, las películas de Caliwood o las de Francisco Norden, Jaime Osorio y Jorge Alí Triana– para celebrar el talento de una ola de directores como Sergio Cabrera, Felipe Aljure o Víctor Gaviria.
La lista que elaboramos de las 10 mejores películas del siglo XXI es, como todas las listas, arbitraria; puede haber alguna omisión, puede haber discusiones, pero, sin duda, son 10 filmes esenciales en nuestra cinematografía, tuvieron una presencia importante en festivales internacionales y lograron una conexión particular con el púbico y los críticos. La lista no tiene ningún orden ni cronológico ni va de mejor a peor, que en este caso es una palabra que ni siquiera se debería mencionar. Todas son grandes películas.
Empecemos. Este siglo trajo una de las noticias más notables para la industria local: por primera vez una película colombiana aspiraba a un premio Óscar. Era 2016 y El abrazo de la serpiente, dirigida por Ciro Guerra y producida por Cristina Gallego, era nominada como mejor cinta extranjera. Fue una hazaña sin precedentes tanto en su realización como en los reconocimientos que logró.
“Esta película capta sitios recónditos y misteriosos de nuestra selva amazónica, recorre las huellas de un explorador desaparecido tiempo atrás con olfato indígena en el contexto histórico del genocidio provocado por la fiebre cauchera; además, sabio equilibrio entre actores naturales y profesionales. Emociones fuertes contenidas y puesta en escena equilibrada. Un jalón cualitativo en la historia del nuevo cine nacional”, describe el crítico de cine Mauricio Laurens.
Como paréntesis es de resaltar que María llena eres de gracia(2004), una coproducción con Estados Unidos y Ecuador, ya había alcanzado las ligas mayores del Óscar con la nominación de su protagonista a mejor actriz –la bogotana Catalina Sandino–, al igual que Patricia Cardoso, ganadora del Óscar universitario porEl reino de los cielos(1995).
Película Pájaros de verano - Apertura Foto:
La página histórica que escribía la dupla creativa Gallego-Guerra se repitió con Pájaros de verano(2018). Esta vez con Cristina Gallego como directora y cerebro del relato, que trajo al presente la bonanza marimbera que en los 70 destruyó los clanes familiares y puso en riesgo las tradiciones culturales de La Guajira. Una trama intensa de gánsteres en el desierto –que no tiene nada que envidiarle a una producción de Scorsese– con la magia de dioses y rituales de la región clasificó en el grupo de las nueve preseleccionadas a los Óscar en el apartado de habla no inglesa. La historia también significó una vitrina para su protagonista, Natalia Reyes, que dio su salto a Hollywood y, entre otras cosas, estuvo con Arnold Schwarzenegger en Terminator: destino oculto (2019).
El crecimiento exponencial en la cantidad de estrenos colombianos en las últimas dos décadas ha visibilizado cambios profundos en la narrativa, que siguen teniendo en el conflicto, la violencia y el narcotráfico sus principales pilares, pero que expone unas miradas más reflexivas de los personajes y sus universos. Los colores de la montaña (2010) y Monos(2019) reflejan esos cambios.
El crítico de cine Mauricio Reina define a Monos, la más reciente película de Alejandro Landes, como un cuento en el que “surrealismo y realidad se unen en una narración poco convencional de una historia que habría podido ser un gran lugar común: unos guerrilleros que secuestran a una extranjera”. El diseño sonoro y la puesta visual, unos jóvenes y talentosos actores y una trama que por momentos llevan al público a una pesadilla hacen de Monos una película para quitarse el sombrero.
El director antioqueño Carlos César Arbeláez hizo lo propio en Los colores de la montaña. La génesis es el horror de la violencia en la Antioquia rural. Sus protagonistas –un grupo de niños de características encantadoras– persiguen su sueño: un balón de fútbol que ha caído accidentalmente en un campo minado. Lo que sigue es una bofetada al espectador.
Película dirigida Carlos César Arbeláez, 2010 Foto:
La creciente –y ahora casi habitual– participación colombiana en los festivales de cine más importantes del mundo es otro sello de este siglo. Cannes se ha convertido en el lugar donde cada año los títulos nacionales adquieren notoriedad. El caleño César Augusto Acevedo ganó en el 2015 la Cámara de Oro a la mejor ópera prima con La tierra y la sombra, que además se alzó con varios premios más –el de la SACD (sociedad de autores), el 4 Visionary Award (premio revelación) y Le Grand Rail D’Or (premio del público)–.
Un cañaduzal que amenaza con tragarse la casa del protagonista, la inminente muerte del padre de la familia y un abuelo que regresa después de 20 años tejen este relato cruel marcado por la tragedia del progreso.
Históricamente, Cali ha sido una tierra de cine y realizadores. No en vano existió Caliwood que, en una época en la que hacer cine era una empresa quijotesca, floreció con auténticos genios del séptimo arte. El grupo de Cali –encabezado por Carlos Mayolo, Andrés Caicedo y Luis Ospina– experimentó en géneros e historias que mezclaban la influencia hippie de los 70 con las realidades locales.
Con esas influencias se formó Carlos Moreno, una figura destacada en las pantallas gracias a las series Escobar el patrón del mal y Distrito salvaje, y filmes como Perro come perro (2008),¡Que viva la música!(2015), Lavaperros(2020) y Todos tus muertos (2011), la sexta de nuestra lista.
Todos tus muertos, de Carlos Moreno, se puede ver por Cineco / Plus. Foto:Archivo particular
“Todos tus muertoses una película audaz que todo el tiempo hace equilibrio entre la comedia y la tragedia, entre la realidad y la ficción, y entre la vida y la muerte –comenta Mauricio Reina–. Todos esos cadáveres seguirán estando ahí, mirándonos a los ojos para que al menos los reconozcamos antes de arrojarlos al olvido”.
Bebiendo de esa misma realidad descarnada, pero con una sutileza absoluta aparece el director William Vega, que plantea en La sirga (2012) el drama del destierro, la soledad y la pérdida. Otra vez los orígenes son los mismos, pero los desarrollos exploran nuevos lenguajes.
Reina la considera como “uno de los mayores logros del cine nacional: explora los estragos de la violencia sin mostrar ni un solo acto violento, y teje una tensión tan agobiante como la niebla que desciende sobre sus personajes”. La trama transcurre en un decadente hostal a orillas de la laguna de La Cocha, donde una joven intenta huir –valga decir, sin éxito– de su traumático pasado.
'El vuelco del cangrejo' (2009), de Óscar Ruiz Navia. Foto:Contravía Films
Conectando con la belleza natural del país, El vuelco del cangrejo (2009), de Óscar Ruiz Navia, aborda el enigma del Pacífico colombiano –el filme transcurre en el corregimiento de La Barra– y las consecuencias de una violencia que lo ha afectado por años. “Es una anécdota sencilla, de alguien del interior que huye de algo, además de la defensa de comunidades raizales que ven atropelladas e invadidas sus playas a manos de voraces negociantes. Es la irrupción del drama social en convivencia con el documental naturalista”, lo define Mauricio Laurens.
La vendedora de rosas Foto:
Todas estas producciones se suman a una fuerte internacionalización del cine colombiano que empezó en el siglo XX con los documentales de Marta Rodríguez (Chicarles), y se afianzó de la mano de Víctor Gaviria –La vendedora de rosas y Rodrigo Destuvieron en la competencia oficial en Cannes– y Sergio Cabrera, con La estrategia del caracol –una de las películas más taquilleras de la historia en Colombia y un éxito rotundo en Venecia–, o con la Palma de Oro que obtuvo el corto Leidi, de Simón Soto, o el reciente Premio del Jurado para la película colombo-tailandesa Memoria, de Apichatpong Weerasethakul, también selección oficial de Cannes.
Pero volvamos a nuestra selección y a dos estupendos directores que también han llevado su cine a otras latitudes. Andrés Baiz y Jhonny Hendrix Hinestroza retrataron unas realidades distintas en SatanásyChocó, respectivamente. Satanás, con un brutal protagónico de Damián Alcázar, toma como punto de partida los asesinatos que cometió Campo Elías Delgado en Bogotá en 1986 –la tristemente recordada masacre de Pozzetto– para hacer una lectura sobre el sexo, el dinero, el poder y la venganza.
'Chocó', de Jhonny Hendrix Hinestroza. Foto:Antorcha Films
Chocó, de Hinestroza, surge de la pobreza y el desplazamiento en ese golpeado departamento colombiano y los pone en el cuerpo de una mujer valiente que lucha contra el machismo y el abuso por sacar adelante a sus hijos. Un episodio sencillo –conseguir una torta de cumpleaños– es el detonante de una tragedia mayúscula que revelará años de rabia y sufrimiento.
Y hay otros títulos que se quedan para otra ocasión: para destacar por su técnica e historias, animaciones como Anina(2013), El libro de Lila(2017) y Pequeñas voces (2010); los thrillers La cara oculta (2011) y El páramo (2011); dramas brutales como Sumas y restas (2004), Siempreviva (2015), Somos calentura (2018), Matar a Jesús (2017) y Oscuro animal (2016), y valiosos documentales: Carta a una sombra (2015), Señorita María(2017), Smiling Lombana (2018), Amazona(2016), Apaporis(2010) y Jericó, el infinito vuelo de los días (2016).